Freud, S. - Apreciaciones generales sobre el ataque histérico


Los ataques histéricos no son otra cosa que fantasías proyectadas sobre la motilidad, figuradas de una manera pantomímica. Fantasías inconscientes de la misma índole de las que uno puede capturar inmediatamente en los sueños diurnos, o puede desarrollar por interpretación desde los sueños nocturnos. A menudo un sueño sustituye un ataque, y lo ilustra, pues idéntica fantasía alcanza una expresión diversa en el sueño y en el ataque. La figuración pantomímica de la fantasía ha experimentado, bajo el influjo de la censura, unas desfiguraciones enteramente análogas a la alucinatoria del sueño. El ataque histérico debe ser interpretado de manera análoga al caso del sueño nocturno. Existen cuatro tipos de deformaciones del ataque histérico:
  1. Condensación: El ataque se vuelve incomprensible por el hecho de que en un mismo material se figuran a la vez varía fantasías, por vía de condensación. Las fantasías superpuestas de ese modo son de índole muy diversa.
  2. Identificación múltiple: El ataque se vuelve no transparente por el hecho de que la enferma procura poner en escena las actividades de las dos personas que emergen en la fantasía, por identificación múltiple (ejemplo: con una mano se levanta la pollera, y con la otra se tapa).
  3. Trastorno antagónico de las inervaciones: Un efecto desfigurador absolutamente extraordinario produce el trastorno antagónico de las inervaciones, análogo a la mudanza de un elemento en su contrario (ejemplo: el arco histérico es la postura contraria a la correspondiente al comercio sexual normal).
  4. Inversión de la secuencia temporal: A menos si confunde y despista menos el efecto de la inversión de la secuencia temporal dentro de la fantasía figurada. Empiezan con el final de la acción, para concluir luego con el principio.  (ejemplo: los ataques suelen empezar con los movimientos compulsivos que corresponden al coito, y luego toman actitudes tranquilas, como sentarse a leer un libro; al contrario de su fantasía).
Las dos últimas desfiguraciones dan cuenta las resistencias que lo reprimido se ve precisado a tomar en cuenta aún cuando irrumpe en el ataque histérico. Ya que el complejo reprimido consta de una investidura libidinal y un contenido de representación (fantasía), el ataque puede ser convocado: - asociativamente, cuando un anudamiento de la vida conciente alude al contenido del complejo (suficientemente investido); - orgánicamente cuando por razones somáticas internas  y por un influjo psíquico exterior la investidura libidinal supera cierta medida; - al servicio de la tendencia primaria, como expresión del refugio en la enfermedad, cuando la realidad efectiva se vuelve dolorosa o terrible, a manera de consuelo; - al servicio de las tendencias secundarias  con que se ha vinculado la condición patológica, toda vez que mediante la producción del ataque es posible alcanzar un fin útil para el enfermo. El ataque está destinado a ser el sustituto de una satisfacción autoerótica antaño ejercida y desde entonces resignada. Esta satisfacción retorna también en el ataque mismo, con extrañamiento de la conciencia. La emergencia del ataque por aumento de la libido repite también con exactitud las condiciones bajo las cuales el enfermo antaño buscaba adrede la satisfacción autoerótica. La anamnesis del enfermo arroja los siguientes estadíos: 1- satisfacción autoerótica sin contenido de representación, 2- la misma, engarzada a una fantasía que desemboca en la acción – satisfacción, 3- renuncia a la acción conservando la fantasía, 4- represión de esa fantasía, que luego se abre paso en el ataque histérico sea inmodificada o sea modificada y adaptada a nuevas impresiones vitales, 5- llegado el caso, ella devuelve la acción – satisfacción que le corresponde, que en vano se intentó desarraigar. Un ciclo típico del quehacer sexual infantil: represión – fracaso de la represión – retorno de lo reprimido. El dispositivo que señala a la libido reprimida el camino hacia la descarga motriz en el ataque histérico es el mecanismo reflejo de la acción del coito. El ataque histérico es un equivalente al coito. El ataque histérico reintroduce en la mujer un fragmento del quehacer sexual que existió en la infancia y al cual en esa época se le podía discernir un carácter masculino por excelencia. La neurosis histérica responde a un sesgo excesivo de aquella típica oleada represiva que hace nacer a la mujer por remoción de la sexualidad masculina. 

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