[Texto extraído del libor "Realidad y Juego"]
El objeto transicional es un objeto material del entorno, por lo general blando, que el bebé elige y usa dentro del área intermedia de experiencia. Posee características paradójicas, pues aunque tiene materialidad, para el sujeto no proviene del exterior ni del interior.
Con la emergencia de la transicionalidad se va produciendo el nacimiento y despliegue de tres espacios de experiencia: el potencial, el interno y el externo.
En 1951, Winnicott escribe Objetos y fenómenos transicionales. Estudio de la primera posesión no-yo , y lo amplía en su artículo "Objetos transicionales y fenómenos transicionales". Gran parte de lo escrito en su libro Realidad y juego, al que pertenece la ampliación hecha, gira en torno al eje de la transicionalidad.
Según la concepción de Winnicott, el ser humano tiene la posibilidad de transitar desde la dependencia absoluta del medio ambiente a una independencia relativa, desde la subjetividad total no organizada a un mundo compartido. Esto implica que en el recorrido se deberá aceptar la existencia de un mundo que no sea el propio yo, es decir, el mundo no-yo.
Winnicott se formula algunas preguntas centrales: ¿qué tipo de vinculación establecerá el sujeto en el tiempo entre la subjetividad y el mundo externo, entre la fantasía y la realidad?, ¿cómo transcurre el hiato entre la subjetividad y la objetividad?
Su hipótesis es que lo hace a través de la constitución de un tercer espacio virtual, un área intermedia de experiencia, en la que concurren participativamente tanto la realidad interna como la externa. Es un espacio ilusorio, el espacio transicional. "Zona intermedia entre la realidad interna del individuo y la realidad compartida del mundo que es exterior a los individuos."
Winnicott describió que el bebé, en los estadios tempranos del desarrollo humano, se vincula con el mundo externo a partir de sí mismo, de sus propios gestos, de su creatividad primaria, siempre y cuando sea sostenido por el otro en una relación de dependencia que el sujeto ignora, de tal forma que lo exime de reconocer o de negar la situación de dependencia.
El tipo de vinculación que establece desde la subjetividad, que Winnicott la denominó "ilusión", le permite generar una continuidad entre sus propios gestos y el objeto externo.
Winnicott dice: "La fantasía es más primaria que la realidad, y el enriquecimiento de la fantasía con las riquezas del mundo depende de la experiencia de la ilusión."
Winnicott denominó "fenómenos y objetos transicionales" a los procesamientos psíquicos y a los objetos propios del área de ilusión, nombrando, entre ellos, a "un puñado de lana o la punta de un edredón, o una palabra o melodía, o una modalidad". La pauta de los mismos comienza a aparecer entre los cuatro y los seis meses de vida y pueden persistir durante la niñez.
El aporte de funciones que ocurren por la adaptación de la madre a las necesidades del self del bebé posibilitan el espacio de ilusión del niño, zona virtual que se produce por una situación paradójica estructurante del psiquismo en la que el niño crea lo que ya esta ahí.
Winnicott dice: "Cuando su adaptación [la de la madre] a las necesidades del bebé es lo bastante buena, produce en éste [en el niño] la ilusión de que existe una realidad exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. En otras palabras, hay una superposición entre lo que la madre proporciona y lo que el bebé puede concebir al respecto. Para el observador, éste percibe lo que la madre le presenta, pero eso no es todo. Sólo percibe el pecho en la medida en que es posible crear uno en ese momento y lugar. No hay intercambio entre él y la madre. En términos psicológicos, el bebé se alimenta de un pecho que es parte de él, y la madre da leche a un bebé que forma parte de ella".
Para Winnicott, la actividad psíquica se gesta por la derivación y la complejización de esa experiencia de encuentro primero. Dispar encuentro entre la capacidad simbólica del otro significativo y la indistinción sujeto-otro de las necesidades de dependencia del bebé.
La experiencia paradójica de la transicionalidad, soporte de las primeras actividades psiquicas, se apoya justamente sobre ese encuentro entre las potencialidades heredadas del bebé y la psique materna, superposición de registros de realidades disímiles que debe ser tolerada, pues las totalidades indivisibles escapan a las explicaciones fragmentarias. Esa totalidad indivisible que es la unidad madre-bebé llevó a Winnicott a formular que nunca había visto un bebé.
"En el punto de apoyo del origen mítico, el sujeto es una clase de un miembro, la de la configuración de unidad total infante-medio ambiente, y a partir de aquí podrá llegar a ser miembro de una clase, es decir, individuo en una trama vincular. La paradoja proporciona un metanivel que no debe cuestionarse, pues este anclaje aprisionante es fundante del psiquismo. Posibilita una libertad de alternativas en un nivel, con la aceptación de una de ellas determinada, en un metanivel, como por ejemplo el sostén por parte del otro."
La paradoja que rodea y sostiene al bebé, estructurante del psiquismo y no patógena, implica que el objeto es a la vez creado subjetivamente por el bebé y encontrado objetivamente por él. El objeto transicional es el símbolo de la unión de estos dos puntos de vista en apariencia contradictorios.
El espacio transicional es como un puente que genera, une y separa a la vez el interior y el exterior del sujeto, y sólo importa lo que transita, se intercambia y transforma en él.
"Por parte del otro significativo, la función de sostener la paradoja de lo creado-percibido es heurística, fundante y provoca los efectos de los trucos de un ilusionista, pues para vislumbrarlos es necesario conectar-desconectar lo subjetivo y lo objetivo en una relación simultánea y coextensiva."
"El objeto transicional representa la capacidad de la madre para presentar el mundo de manera tal que el niño no tenga que saber al comienzo que dicho objeto es creado por él."
El niño crea algo que se le presenta al estilo de un sueño, ignorando la proveniencia del mismo.
Podríamos decir que la realidad externa se vislumbra porque se la sueña. Winnicott dice: "Es interesante examinar la relación que, con los objetos, tiene el individuo con el mundo autocreado de la fantasía".
Curiosamente, para que algo devenga real tiene que partir de una ilusión. Si lo real es presentado sin la cobertura ilusoria, adquiere una cualidad fáctica, ajena al sujeto.
El concepto de ilusión es utilizado por Winnicott en el sentido de la superposición plausible de lo deseado y lo real de manera asumible y tolerable para el sujeto, no así en la dirección de engaño o delirio.
Por lo tanto, la sustancia con la que se construye el encuentro es la de la ilusión, por eso Winnicott dice: "La experiencia es un tráfico constante en ilusión, un reiterado acceso a la interacción entre la creatividad y lo que el mundo tiene para ofrecernos".
Por lo expuesto hasta ahora, podemos sostener que el psiquismo no se autoengendra, como tampoco es impreso desde el exterior, sino que se genera en el vinculante encuentro entre los potenciales heredados del sujeto y la subjetividad de los otros significativos del medio ambiente. Cada sujeto construye su tramado singular a partir de la vincularidad ilimitada del ámbito creativo.
Acerca de este encuentro donde se genera el objeto transicional, Winnicott escribe: "Puede decirse que se trata de un convenio entre nosotros y el bebé, en el sentido de que nunca le formularemos la pregunta: ¿Concebiste esto, o te fue presentado desde afuera?".
Pelento dice al respecto: "Este acuerdo, este convenio que implica algo del orden de lo simbólico (aunque el objeto transicional es pre-simbólico) va a indicar cierta dirección en la clínica: el analista debe aceptar la paradoja sin forzar al paciente a que corrija representaciones cuando no concuerdan con la realidad. Las así llamadas 'confrontaciones' no se deben formular".
ESPECIFICIDAD DEL OBJETO TRANSICIONAL
Los fenómenos transicionales transcurren en un espacio dentro del cual se puede hallar el objeto transicional.
Winnicott jerarquiza que es un objeto transicional por estar en el ámbito ilusorio, de ahí que dice: "Es claro que lo transicional no es el objeto. Este representa la transición del bebé de un estado en que se encuentra fusionado a la madre a uno de relación con ella como algo exterior y separado".(14)
El objeto transicional es la primera posesión no-yo del infante. Desde el punto de vista objetivo es un objeto no-yo y, desde la perspectiva subjetiva, el objeto transicional es una superposición yo/no-yo. Desde esta última óptica podemos considerar que no es ni externo ni interno, aunque tiene materialidad.
No es un objeto de la pulsión, no es natural ni es un objeto interno.
El objeto transicional, que no se interioriza, indica que se inicia un vínculo con el mundo exterior, aceptable y elegido por el propio self; siendo el punto de partida de una capacidad para animar el mundo, crearlo-encontrarlo viviente y real.
Se constituye por pura elección del bebé, estableciendo con él una relación estrecha, irreemplazable (en el sentido de que tiene que ser ese objeto y no otro) y singular, principalmente en momentos de incremento de angustias de separación de los objetos significativos como las despedidas nocturnas, los traslados, las amenazas de depresión, etcétera.
Funciona por lo que hace ahí, por su valor de realidad y no por lo que significa, aunque represente a la vez la ausencia y la presencia del objeto. No es un sustituto simbólico, aunque sin él no se produce el espacio en el que surgirá el símbolo.
Winnicott manifiesta que el objeto transicional puede aludir al pecho o a las heces pero le interesa puntualizar que, no siendo un sustituto del objeto significativo, su añadidura modifica al psiquismo, de tal forma que al agregar cualidades permite que aparezcan nuevos sentidos.
El objeto transicional soporta dos formas de procesar: la subjetiva, según el principio de placer y el juicio de atribución, y la objetiva, según el principio de realidad y el juicio de existencia.
Al objeto transicional no se lo complace, sino que se lo utiliza y finalmente se lo deja. Winnicott se refiere al modo en que se lo abandona, al destino final del mismo, diciendo que no se lo olvida ni se hace un duelo por él, sólo se lo relega a un limbo. La pérdida de sentido es porque los fenómenos transicionales se han extendido a todo el territorio intermedio existente entre la realidad interior y la realidad exterior.
En el espacio abierto por el objeto transicional surge el juego, la creación y la experiencia cultural.
Pelento dice: "En la teoría de Winnicott cada objeto da lugar a la inauguración de un espacio: el objeto subjetivo inaugura el espacio del mundo interno; la madre como real e independiente del bebé inaugura el espacio de la realidad compartida, el objeto transicional inaugura el espacio de la creatividad".
RECORRIDOS DE LA TRANSICIONALIDAD
La actividad psíquica discriminada de la madre suficientemente buena es una función que posibilita restañar la separación sobrevenida en el parto, de forma tal que esta gestación extrauterina virtual producida por la adaptación total a las necesidades del bebé es necesaria para la constitución psíquica de sujeto.
En la virtualidad del espacio potencial se transforma la indistinción inicial con el otro en la diferenciación del mismo, proporcionando un puente entre el mundo interno y el externo, adquiriendo el infante, por lo tanto, "la capacidad de aceptar diferencias y semejanzas".
Considerando que el objeto transicional es un eslabón entre la indiferenciación y la diferenciación con el otro, podemos decir que toma la posta entre ellas, representando la unión inicial, simbolizando la unión en el primer momento de separación.
En la obra de Winnicott está jerarquizada la idea de fenómenos no lineales, vinculares, en el que entran en juego funciones que dan lugar a procesos. Pienso que con el uso que hace Winnicott de la noción de función (que permite correspondencia entre variables), da albergue a que lo aleatorio se integre al sistema, siempre y cuando siga teniendo sentido aplicar la misma función sobre la nueva variable. El azar aumenta la complejidad del sistema. Dentro del mundo winnicottiano la firme regularidad del game se diferencia de la complejidad creativa del juego.
Cuando incluyó la paradoja como estructurante del psiquismo, conmovió profundamente concepciones deterministas. La paradoja tiene que ver, como lo postula Pelento, con teoría de los espacios y niveles vinculares, y no con teoría pulsional. En una conferencia pronunciada en 1970, Winnicott dijo: "Si pensamos que el niño va camino a la objetividad, la naturaleza le posibilita una posición intermedia, como lo muestran claramente los casos en que un bebé emplea un objeto transicional. La naturaleza lo posibilita, pero nosotros debemos proveérsela. Un objeto tal hace las veces del bebé y de la madre al mismo tiempo. En ambos no es ni uno ni la otra. De este modo la vida es una pirámide invertida, y el punto en el cual se apoya la pirámide invertida es una paradoja".
Los fenómenos transicionales permiten la apertura de la fase de inquietud o de responsabilidad, como prefería denominar a la posición depresiva.
Se puede considerar que el estado de ilusión permite crear-concebir el mundo, y el de desilusión percibirlo-encontrarlo.
El uso de un objeto transicional indica que se ha iniciado el trayecto de vinculación con el mundo externo que sea aceptable por el propio self, y que el individuo está personalmente presente, que la experiencia le es real.
Si la distancia entre lo concebido-creado y lo percibido-encontrado es superior a la capacidad elaborativa del infante, se produce una situación patogénica, alterándose la constitución de los procesos transicionales y perturbándose, por lo tanto, la construcción representativa de la unión inicial sujeto-otro.
"Si la madre se ausenta por un lapso superior a determinado limite medido en minutos, horas o días, se disipa el recuerdo de la representación interna. Cuando ello se produce, los fenómenos transicionales se vuelven poco a poco carentes de sentido y el bebé no puede experimentarlos. Presenciamos entonces la descarga del objeto. Antes de la pérdida vemos a veces la exageración del empleo del objeto transicional como parte de la negación de que exista el peligro de desaparición de su sentido".
La iniciativa de alejarse del estado de no diferenciación o de fusión debe ser del niño, posibilitada por la madre, pues si ésta lo hace de manera inadecuada expone al infante a una situación traumática.
La distorsión del campo ilusorio produce un uso perturbado de los fenómenos transicionales, ya que cambia la dirección del uso de lo que sería un objeto transicional, en lugar de la creación centrífuga se dirigiría a desestimar, falsear o incluso a sustituir la realidad externa.
Una difusa frontera separa el empleo positivo del negativo de ese objeto, pues la perturbación en la constitución del mismo abarca al "fetichismo, la mentira y el hurto, el origen y desaparición del sentimiento tierno, la drogadicción, el talismán de los rituales obsesivos, etcétera".
Escribe Winnicott: "Si deprivamos a un niño de los objetos transicionales y perturbamos los fenómenos transicionales establecidos, le queda sólo una salida, una división de su personalidad, en la que una mitad se relaciona con un mundo subjetivo y la otra reacciona sobre la base del sometimiento frente al mundo. Cuando se establece esta división y se destruyen los puentes entre lo subjetivo y lo objetivo, o bien cuando estos nunca fueron muy estables, el niño es incapaz de funcionar como un ser humano total".
La suspensión patológica de los procesos de transicionalidad, genera una categoría especial, como objeto acompañante o consolador, por ejemplo, cuando el oso de felpa queda concretamente como tal.
En la patología de la transicionalidad predominaría la cualidad no-yo sobre la cualidad yo del objeto transicional, transformándose el objeto, de esta forma, en consolador. El objeto fetiche sustituye al otro significativo, siendo más importante lo que representa que la posesión no-yo de él.
Los objetos generados por fallas en la transicionalidad no están separados del niño ni han sido creados por él.
La paradoja siempre es paradoja, sea estructurante o patógena, la diferencia entre ambas radica en el modo en que el psiquismo se adecua a la presentación de la misma. La propuesta de la primera es generar un modo de vínculo y el símbolo de la unión; mientras que la segunda es insostenible para el psiquismo, es impensable e inaceptable, exponiendo al sujeto al trauma y a la disociación. Mientras la primera posibilita que se forje la continuidad psíquica, la segunda la perturba interrumpiéndola.
La paradoja esencial en la estructuración del psiquismo, que sostiene Winnicott desde la transicionalidad, es que el ser humano es efectuado y creador a la vez.
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