Foucault supone que en toda sociedad la producción del
discurso está controlada, seleccionada y redistribuida por ciertos
procedimientos que tienen por función conjurar poderes y peligros, dominar el
acontecimiento aleatorio y esquivar su materialidad.
Procedimientos
de exclusión (exteriores)
Lo
prohibido
No se tiene derecho a decirlo todo, no se puede hablar de
todo en cualquier circunstancia, cualquiera no puede hablar de cualquier cosa
(tabú del objeto, ritual de la circunstancia, privilegio del sujeto que habla).
Estas tres prohibiciones se cruzan, se refuerzan o se compensan formando una
compleja malla que no cesa de modificarse.
Las regiones donde la malla está más ajustada son las
regiones de sexualidad y política. Los prohibiciones que recaen sobre el
discurso revelan muy pronto su vinculación con el deseo y el poder.
El discurso no es solo aquello que traduce las luchas o los
sistemas de dominación, sino aquello por lo que se lucha, aquel poder del que
quiera uno adueñarse.
Separación
de la locura
El loco es aquel cuyo discurso no puede circular como el de
los otros. Su palabra es considerada como nula y sin valor, no conteniendo ni
verdad, ni importancia.
Al loco se le confiere a veces poderes extraños, como el de
enunciar una verdad oculta, predecir el porvenir, el de ver en su ingenuidad lo
que la sabiduría de los otros no podrían percibir.
Voluntad
de verdad
Si uno se sitúa al nivel de una proposición, en el interior
de un discurso la separación entre lo verdadero y lo falso no es ni arbitraria,
ni modificable, ni institucional, ni violenta. Pero si uno se sitúa en otra
escala planteándose la cuestión de saber cuál ha sido y cuál es esa voluntad de
verdad, es entonces cuando quizás se ve dibujarse algo así como un sistema de
exclusión.
La voluntad de verdad se apoya en un soporte institucional:
esta a la vez reforzada y acompañada por una densa serie de prácticas. Pero
está acompañada también por la forma que tiene el saber de ponerse en práctica
en una sociedad en la que es valorizado, distribuido, repartido y en cierta
forma atribuido.
Esta voluntad de verdad tiende a ejercer sobre los otros
discursos una especie de presión y como un poder de coacción.
La palabra prohibida y la separación de la locura derivan
hacia la voluntad de verdad.
Procesos
de control y delimitación del discurso (Internos)
El
comentario
Se refiere a los discursos que mas allá de su formulación,
son dichos, permanecen dichos y están todavía por decir.
Este desfase no es ni inestable, ni constante, ni absoluto. Por
más que sus puentes de aplicación cambian, la función permanece: y el principio
de un cierto desfase no deja de ponerse continuamente en juego.
Borges – Comentario como una reaparición palabra a palabra
de lo que se comenta.
En lo que se llama un comentario, el desfase entre el primer
texto y el segundo, juega cometidos que son solidarios:
De una parte permite construir nuevos discursos: el desplome
del primer texto, su permanencia, su estatuto de discurso, etc. funda una
posibilidad abierta para hablar.
Por otra parte el comentario no tiene por cometido, más que
el decir por fin a lo que estaba articulado silenciosamente allá lejos. Debe
decir por primera vez aquello que sin embargo ya se había dicho.
El comentario conjura el azar del discurso al tenerlo en
cuanta: permite decir otra cosa aparte del texto mismo, pero con la condición
de que sea ese mismo texto el que se diga y el que se realice.
El
autor
Es considerado como principio de agrupación del discurso,
como unidad y origen de sus significaciones, como foco de su coherencia. No
actúa en todas partes ni de forma constante.
El autor es quien dice al lenguaje de la ficción sus
unidades, sus nudos de coherencia, su inserción en lo real.
Lo que un individuo escribe y no escribe, lo que perfila,
incluso en calidad de borrador provisional como bosquejo de la obra y lo que
deja caer como declaraciones cotidianas: todo ese juego de diferencias está
prescrito para la función de autor tal como él lo recibe de su época o tal como
a la vez la modifica.
El comentario limitaba el azar del discurso por medio del
juego de una identidad que tendría la forma de repetición y de lo mismo.
El principio del autor limita ese mismo azar por el juego de
una identidad que tiene la forma de la individualidad y del yo.
La
disciplina
Se define por un ámbito de objetos, un conjunto de métodos,
un corpus de proposiciones consideradas como verdaderas, un juego de reglas y
de definiciones, de técnicas e instrumentos.
Es un principio relativo y móvil que permite construir
siguiendo su estrecho juego, y que se opone al principio del comentario y del
autor.
Se requiere para la construcción de nuevos enunciados. Para
que haya disciplina es necesario que haya posibilidad de formular y de formular
indefinidamente, nuevas proposiciones. Para Pertenecer a una disciplina, una
proposición debe poder inscribirse en un cierto tipo de horizonte teórico.
Cada disciplina reconoce proposiciones verdaderas y falsas,
pero rechaza toda teratología de saber.
La disciplina es un principio de control de la producción
del discurso. Ella le fija sus límites por el juego de una identidad que tiene
la forma de una reactualización permanente de las reglas.
Condiciones
de utilización de un discurso
El
ritual
Define la cualificación que deben poseer los individuos que
hablan. Definen gestos, comportamientos, circunstancias y todo el conjunto de
signos que deben acompañar el discurso. Fija la eficacia supuesta o impuesta de
las palabras, su efecto sobre aquellos a los cuales se dirigen los límites de
su valor coactivo.
Sociedades
de discurso
Su cometido es conservar o producir discursos para hacerlos
circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos según reglas estrictas y son
que los detentadores sean desposeídos de la función de distribución.
Las
doctrinas
Constituyen el inverso de una sociedad del discurso. La
doctrina tiende a la difusión y es por la aprehensión en común de un solo y un
mismo conjunto de discursos como individuos, tan numerosos como se deba
imaginar; definen su dependencia reciproca.
La dependencia doctrinal denuncia el enunciado y el sujeto
que habla y el uno a través del otro. Efectúa una doble sumisión: la de los
sujetos que hablan a los discursos, y la de los discursos al grupo, cuando
menos virtual, de los individuos que hablan.
La
adecuación social
Toda sistema de educación es una forma política de mantener
o modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y poderes que
implican.
Esos son los grandes procedimientos de sumisión del
discurso.
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