Marx, K. - Fetichismo de la mercancía


La Fetichización de la mercancía es la materialización de las relaciones de producción inherentes a la economía mercantil basada en la propiedad privada sobre los medios de producción.
Esta materialización posee un carácter objetivo. Los nexos sociales entre los productores privados únicamente se manifiestan en el mercado, en el proceso del cambio de sus mercancías. Nadie controla ni regula conscientemente estos nexos, que se desarrollan espontáneamente. Las relaciones entre los productores aparecen como relaciones entre los productos del trabajo humano. Esta forma específica de la expresión de las relaciones sociales se halla condicionada por el peculiar carácter social del trabajo que produce mercancías. En la producción mercantil basada en la propiedad privada, los frutos del trabajo son productos de trabajos privados independientes entre si. Al mismo tiempo, entre los productores privados existe una estrecha conexión y dependencia recíproca basada en la división social del trabajo. El trabajo de cada productor de mercancías representa una partícula del trabajo social global, mas este carácter social de su trabajo únicamente se pone de manifiesto en el mercado, donde el productor comprueba si su mercancía es necesaria y por ende, si es necesario su trabajo para la sociedad. Resulta, pues, que toda mercancía, para obtener un reconocimiento social, ha de ser equiparada a otra mercancía por ejemplo al oro con el que ha de ser cambiable en una determinada proporción. Subjetivamente, los productores de mercancías ven dicha materialización de las relaciones de producción como una facultad misteriosa e independiente de ellos mismos que posee una cosa de cambiarse por otras en unas determinadas relaciones cuantitativas
El carácter misterioso de la forma mercancía estriba en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de estos, como si fuese un carácter material de los productos de su trabajo. Las relaciones entre los productores cobran la forma de relación social entre los propios productos de su trabajo
Los economistas  han descubierto lo que se esconde detrás del valor pero no se han preguntado porque este contenido reviste aquella forma, porque el trabajo toma cuerpo en el valor, y la medida del trabajo según su tiempo de duración se traduce en magnitud de valor producto del trabajo, formula que lleva estampado su estigma de formula de un régimen de sociedad donde el regimen de producción manda sobre el hombre, pero la conciencia burguesa lo considera como algo lógico y evidente”
La determinación de la magnitud de valor por el tiempo de trabajo socialmente necesario es el secreto que se esconde detrás de los valores relativos de las mercancías” Los trabajos privados que se realizan independientemente los unos de los otros, aunque guarden relacion de interdependencia, como eslabones de la división del trabajo, pueden reducirse constamente a su grado de proporción social, porque en las proporciones fortuitas y sin cesar oscilantes de cambio de sus productos se impone como ley natural reguladora el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción
Para esta sociedad de productores de mercancías el regimen de producción social consiste en comportarse frente a sus productos como mercancias, es decir como valores, y  relacionan sus trabajos privados revestidos de esta forma material, como modalidades del mismo trabajo humano.
EL ESPEJISMO DEL CAPITALISMO
Marx nos dice que, si la riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta bajo la forma de un "cúmulo de mercancías", es conveniente ocuparse de la mercancía antes de encontrarla en el mercado, pues allí se ocultan las relaciones que atraviesan a la mercancía y que, precisamente la definen como tal.
¿Qué es la mercancía? Es un objeto exterior que en virtud de sus propiedades satisface necesidades humanas, por lo tanto es útil, posee un valor de uso. Este valor de uso se hace efectivo en el uso o en el consumo y siempre debe ser social, útil para otros. Estos valores de uso son el contenido material de la riqueza y en el modo de producción capitalista, son portadores materiales de valor de cambio.
El valor de cambio se presenta como una relación cuantitativa, surge del intercambio entre valores de uso cualitativamente diferentes. El intercambio de mercancías expresa que hay algo que permanece inalterable, y que es común a los distintos valores de cambio. Para llegar a ese algo común, se debe abstraer el valor de uso de la mercancía (ya que es la abstracción lo que caracteriza el proceso del trabajo humano. Al abstraer las propiedades sensibles, concretas de ese trabajo, sólo queda trabajo abstractamente humano, trabajo humano indiferenciado. Sólo queda el gasto de fuerza de trabajo humana. Entonces lo común que se manifiesta en el intercambio de las mercancías, es su valor como materialización de trabajo humano abstracto: sólo por él un valor de uso posee valor.
Habiendo encontrado lo que determina el valor en una mercancía, sabemos cómo medir su magnitud por la cantidad de trabajo contenida en ella, esta cantidad la medimos por su duración en el tiempo. Entonces, es el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de un valor de uso lo que determina la magnitud de su valor. Este tiempo de trabajo varía con todo cambio en la fuerza productiva de trabajo. Entonces, para que una cosa sea mercancía tiene que ser un valor de uso social (producir valores de uso para otros) y debe transferirse a través del intercambio.
El mismo proceso de abstracción que se realiza con la mercancía, Marx lo realiza para dilucidar la naturaleza del trabajo. Asó, por un lado, tenemos trabajo concreto orientado a un fin que produce valores de uso y, por el otro, gasto de fuerza de trabajo humana abstracta que produce valor. No se debe perder de vista el carácter social permanente de este trabajo abstracto, que justamente produce valor porque ha sido homogeneizado, organizado socialmente.
En cuanto al dinero: Un poseedor de mercancías accede al mercado porque su propia mercancía carece de valor de uso para él. Solo posee valor de uso para otros .A través del proceso histórico de extensión y universalización del intercambio (la repetición constante que hace de él un proceso social regular), proceso que consolida estas relaciones sociales se crea la necesidad de encontrar un equivalente general socialmente reconocido a todas las mercancías.
La forma de equivalente general quedará adherida a una clase particular de mercancías: el dinero. La cristalización de la forma dinero consolida la antítesis entre valor de uso y valor. Es el dinero la expresión de esa antítesis que oculta la doble transformación: los productos del trabajo en mercancía, y las mercancías en dinero. Así las mercancías adoptan o se presentan como cosas exteriores y con vida propias, separadas de los hombres. La expresión más acabada de este ocultamiento la realiza el dinero, ya que el carácter específicamente social de los trabajos privados se manifiestan en el intercambio.
La transformación del dinero en capital se producirá cuando el poseedor de dinero compra la mercancía fuerza de trabajo, cuyo valor de uso, tiene la propiedad de ser fuente de valor, de crear valor.
El capitalista produce valores de uso solo porque son portadores de valor. Pero no solo quiere producir valor, sino plusvalor. El valor de una mercancía está determinado por el tiempo socialmente necesario para su producción. El capitalista compra el uso de una jornada de trabajo, donde el valor creado supera el valor diario de la fuerza de trabajo. O sea el que crea el valor y el plusvalor es el trabajador. Se añade un plusvalor y el dinero se transforma en capital.
El proceso de valorización no es otra cosa que la prolongación del proceso de formación de valor; el plusvalor surge como un excedente cuantitativo de trabajo solo por haberse prolongado la duración del proceso de trabajo.
La transformación del dinero en capital está mediada por la circulación en tanto es en ella donde se compra la fuerza de trabajo, pero no ocurre en ella porque el proceso de valorización tiene lugar en la esfera de la producción. El plusvalor no se produce en la esfera de la circulación sino que se realiza en ella porque es el lugar donde se encuentran y relacionan los poseedores de distintas mercancías. En la esfera de la producción se "produce", en la esfera de la circulación se "realiza", relacionándose en una el capital/trabajo asalariado y en otra propietarios de distintas mercancías. Así, esta relación se nos presenta como la ficción jurídica donde propietarios libres y jurídicamente iguales intercambian distintas mercancías. Si se visualiza solo la esfera de la circulación, queda oculta la relación de explotación que enfrenta al capital/trabajo asalariado. La compra y la venta de fuerza de trabajo se presenta como intercambio de equivalentes: el salario de un obrero aparece como precio del trabajo, y no como valor de la fuerza de trabajo, encubriendo la división de la jornada de trabajo en trabajo necesario y plustrabajo  y la apropiación gratuita de este por parte del capitalismo. Esta ilusión de equivalencia, donde los individuos son igualados socialmente, no sólo encubre la relación real, sino que refuerza la conciencia de "libertad e igualdad" de los sujetos del intercambio.
Las condiciones históricas de existencia del capital surgen cuando el poseedor de medios de subsistencia y de medios de producción encuentra en el mercado al trabajador despojado como vendedor de su fuerza de trabajo.
El proceso histórico muestra la separación del hombre de sus condiciones objetivas de existencia, la escisión de la unidad originaria hombre-naturaleza.
El desarrollo de una fuerza material va a separar la unidad originaria, entendiendo al individuo como lo indivisible: objetividad y subjetividad. Un grupo se apropia de las condiciones objetivas de otro, relacionando a un sujeto dominador con un sujeto productivo. La dominación va cobrando formas particulares en el proceso de escisión, que también es un proceso de enfrentamientos.

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