Bertholet, R. - La vigencia de una práctica orientada a lo real




CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGIA: “LA PSICOLOGÍA EN EL SIGLO XXI: VIGENCIA DE SUS PRÁCTICAS”. ROSARIO, DEL 26 AL 28 DE OCTUBRE DE 2000 

En el Seminario del 15 de enero de 1964, Jacques Lacan definió a una praxis como “el término más amplio para designar una acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico”.
La orientación lacaniana se orienta a tratar el hueso de lo real. Se orienta a incidir sobre lo real, que vuelve siempre al mismo lugar y se repite más allá del principio del placer.
Podemos diferenciar claramente tres modos de inercia o inmovilización: el fantasma, la identificación y el síntoma, tomando en cuenta el Curso “Los signos del goce”, de Jacques-Alain Miller.
El tratamiento psicoanalítico del fantasma, la identificación y el síntoma -entendido este último como el modo de gozar del inconciente- es la orientación lacaniana que permite tratar lo real, bajo sus tres formas privilegiadas.
En el fantasma y la identificación, la relación del sujeto dividido se establece: con el objeto (a), en el primero y con el significante amo, en el segundo. Los dos (a y S1) se encuentran por fuera del sentido significante, del efecto de significación. Pero tanto uno como otro muestran la conexión del significante con el goce.
El síntoma, no como representación, sino como sentido gozado, como letra, es la otra inercia, la inmovilización del sujeto. Síntoma escrito como conjunción lógica de S1 y a, y en tal perspectiva es sentido-gozado y efectúa una producción de goce. El síntoma, entonces, es un modo de gozar del inconciente, como Jacques Lacan lo define en el Seminario RSI.
Dos cuestiones a tomar en cuenta:
El síntoma viene al lugar de la relación sexual que no hay;
El Otro tachado, el partenaire, es un síntoma del parletre, un medio de goce
Para incidir se cuenta ante todo con el deseo del analista, consecuencia de su propio análisis, condición indispensable del acto analítico. A lo largo de un análisis se va trazando una escritura del recorrido pulsional de la satisfacción y del ser de goce singular al analizante.
La clínica psicoanalítica:
Es una clínica ética
Es una clínica lógica, racional.
Es una clínica ética porque es una clínica del sujeto de la responsabilidad y de la elección: “De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables. La posición de psicoanalista no deja escapatoria, puesto que excluye la ternura del “alma bella”, sostiene Lacan en “La ciencia y la verdad” (Escritos 2, pág. 837).
Es una clínica lógica porque, del lado del analista, debe dar fundamento y razón de las condiciones de estructura sobre lo que opera, de los recursos con los que opera y por qué opera teniendo consecuencias. Del lado del analizante, su vida es efecto de la lógica del inconciente y de su vida pulsional. Por lo tanto, es una clínica racional de lo real.

Lo real de la época actual.
Hay tres factores que tienen consecuencias sobre la subjetividad contemporánea: la modernidad tardía, la globalización y el discurso capitalista.
Y estos tres factores tienen por consecuencias: el exceso del narcisismo y la omnipresencia de la dimensión del superyó que empuja al goce. Los efectos de esto son un aumento del cinismo, un exceso de goce sin referencia al lazo social que da lugar a la agresividad y violencia, desilusiones colectivas, segregación en aumento, lugar de desecho del proletariado, degradación de lo simbólico, reemplazo del deseo por la necesidad promovida por la ideología del marketing, desimplicación de los sujetos y falta de responsabilidad.
Estas consecuencias y efectos de las características de la época actual sobre la subjetividad ya estuvieron previstas por Jacques Lacan en “El saber del psicoanalista” (1971): “lo que distingue al discurso del capitalismo es la verwerfung: el rechazo fuera de todos los campos de lo simbólico. El rechazo de qué?. De la castración.”
La castración rechazada provoca una época en la que el narcisismo y el superyó se despliegan a sus anchas en las más variadas situaciones humanas, porque todo neurótico, al ser instalado en el discurso capitalista, sufre sus consecuencias de modo inevitable.

Lo real del inconciente
Jacques Lacan funda un real que es propio al inconciente, que Freud no había formulado: “no hay relación sexual”.
Esto tiene que ser demostrable y transmisible. Esto es una tarea de la Escuela. Tiene que llegarse a un punto de certeza, sabiendo que la demostración de ese real es a través de lo imposible. Pero un imposible singular, que se demuestra a través de la contingencia y no de la necesidad. Y esto hace que sea un real distinto del real de la ciencia.
Pero la cuestión es que también tiene que ser transmisible. Y es transmisible, esta certeza sobre lo real, en la experiencia analítica.
El dispositivo del pase combina la demostración y la transmisión de ese real. Un real que no puede ser demostrado sino por quien llegó al fin de su análisis.

Para finalizar entonces,
1.- Hay una precisa condición de posibilidad de la práctica psicoanalítica: desde Freud a la actualidad, la vigencia de un deseo transmisible, por la vía de la transferencia, que provoca en el analizante una relación distinta con su inconciente.
2.- El psicoanálisis de orientación lacaniana muestra la vigencia de una practica tal que, al estar orientada por lo real, no se desvía -más que lo necesario y útil- por los senderos imaginarios y del sentido común. La implicación lo lleva a cada analizante a reconocer lo real mas allá de lo conocido.
3.- Tal deseo y la orientación hacia lo real despiertan a una dimensión que la época actual, al uniformizar el goce, tiende a rechazar: la castración y la responsabilidad como sujeto.
4.- Es por tal dimensión ética que el psicoanálisis no es psicoterapia, no se reduce sólo a aliviar del sufrimiento, sino que apunta a la elaboración de un saber sobre el inconciente y la pulsión, en lo singular de cada existencia.
5.- Mas que nunca es imprescindible situar claramente cuál es la responsabilidad del psicoanalista en la practica actual del psicoanálisis: debatir sobre la formación del analista y sobre la autoridad analítica, en tiempos que toda autoridad esta degradada por el discurso de la época.


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