Mueller, FL. - San Agustín ("La historia de la psicologia")

 
El contexto Metafísico: Su reflexión esta, preocupado por esclarecer lo mas posible las verdades reveladas, esta dirigida hacia Dios o hacia el alma como la mira de su acceso a Dios. Su psicología emerge de una metafísica inspirada en Plotino, corregido por los dogmas de la nueva fe, lo que implica el rechazo del alma como alma del mundo y del ciclo de las reencarnaciones.
Dios todopoderoso ha creado todo, la materia misma y el tiempo en que se despliega su obra. Es infinitamente justo y bueno y no podría imputársele el mal, el cual atribuye desobediencia del género humano. Su psicología se refiere constantemente al pecado original.
El Hombre del Pecado Original: Su concepción del alma, en sustancia, es igual a la de la tradición platónica: se trata de separarse de las apariencias sensibles, de remontarse a lo inteligible, del conocimiento del mundo al de las ideas contenidas en el espíritu de Dios.
Sostiene que el hombre lleva huellas de al falta original, lo que conlleva una inclinación al pecado, esencialmente a la concupiscencia que nos mueve egoístamente hacia las cosas y los seres con un deseo de posesión y de disfrute, en vez de amarlas en ese Dios que las ha creado. Antes del pecado, cuando no existía ni el dolor ni la muerte, el alma razonable ejercía sobre las pasiones un perfecto dominio, pero desde entonces nuestra inteligencia esta oscurecida y nuestra voluntad debilitada.
No es el mundo exterior el que es para el alma un objeto de perdición, ya que ha sido creado por Dios y posee una ordenación armoniosa.
Admite que las criaturas humanas, por culpables que sean y caídas que estén, constituyen la más alta dignidad. El alma esta investida de una dignidad que sobrepasa a la de los cuerpos, capaz con la ayuda del creador, de cultivarse a si misma, de poder adquirir y poseer esas virtudes por las que nos liberamos de la aflicción y del error; si es así la ignorancia y la aflicción para estas almas al nacer, no son ya el castigo del pecado, sino una invitación al progreso y un comienzo de perfección, de forma de llegar a ello por el trabajo y no por el nacimiento.

La evidencia inmediata del alma: El alma captada en su estructura esencial es la realidad primera, una experiencia directa y fundamental de su realidad no podría ponerse en duda. Para demostrar esto pone en juego la duda metódica, equivalente a la del cogito cartesiano. La diferencia es que le confiere a este descubrimiento el carácter de una vía de acceso directo al conocimiento de Dios. Esta persuadido de que el alma, en lo mas profundo de si misma, toma existencia de Dios.
Esta presencia esta comprobada por todo juicio verdadero en cualquier campo que sea (científico, estético, moral) Somos llevado a una suerte de apercepción, que contribuye un saber inmediato de si por si, en el que el alma encuentra una certidumbre inquebrantable: la certidumbre de que ella es la que se figura y que comprende.
Sobre la consustancialidad del alma, cree que aunque el alma puede formarse una imagen de cualquier magnitud corporal, se halla desprovista de magnitud. Es labor vana tratar de medir el alma, coincide con Platon en la divinidad del alma que trasciende a la vida terrenal.
Los grados y las funciones del alma: 1º) El alma es el principio vital que vivifica el cuerpo, le confiere su unidad y mantiene la armonía y a proporción en el crecimiento y en la generación. Este principio también le es atribuido a las plantas.
2º) La vida sensitiva señala el surgimiento del Anima que pertenece lo mismo a los animales que al hombre. Sus funciones se refieren a los sentidos externos y a un poder de coordinación (sentido interno) inseparable de una memoria sensible, la sensomotriz.
3º) Es el del animus, del alma pensante y razonable propia del hombre. En este grado la memoria esta fundada en la observación, en los signos de innumerables hechos puestos en reserva y retenidos.
Distingue en la actividad racional, la razón inferior, que se entrega al estudio de las cosas sensibles, reflejos cambiantes de las ideas, y la razón superior, esfuerzo de liberación, elevación progresiva hacia la contemplación de las ideas eternas.
Este esfuerzo implica la entrada en juego de la parte mas espiritual del alma, sede de la sabiduría-sapientia, que es el conocimiento intuitivo de lo inteligible puro. Pasando por la razón-facultad discursiva (creadora del lenguaje) el hombre se eleva a la inteligencia (mens). Esta sabiduría tiene la facultad de participar por iluminación en las verdades intemporales y de recordarlas. La memoria es la de un eterno pte.
La mens lleva en si esas verdades como si estuviesen prefiguradas, cuando las conoce con ayuda de Dios, solo en ese sentido se acuerda.

El alma participa no solo en el universo sensible, sino en la inmutable perfección de la verdad. Es una verdad subsistente en la que el alma puede participar, la que torna capaz de pronunciar los juicios verdaderos de carácter universal.
Lavada de sus manchas, se dirige a Dios, hacia la contemplación de la verdad absoluta, con una confianza inmensa, increíble, para alcanzar la más alta visión del bien supremo. Es una culminación terrestre de su marcha hacia Dios.
Los sentidos, la razón, la memoria: En los fenómenos sensibles, si el objeto es de orden corporal, lo propio de la percepción es de esencia psíquica. El ser humano es un alma que siente por el cuerpo. Cuando este se modifica por la acción de los objetos, el alma saca de su propia sustancia una imagen conforme al objeto, siendo la sensación una impresión sufrida por el cuerpo.
Sobre la presencia del alma en el cuerpo, habla de una atención vital y señala el papel de algunos órganos del cuerpo (cerebro).
Los objetos son inestables, aunque duren en el tiempo, aparecen y desaparecen, se desvanecen y se sustituyen unos a otros, sin que se pueda jamás captarlos verdaderamente. Eso es un signo de falta de ser, que los excluye de todo conocimiento. Conocer es aprender por el pensamiento un objeto que no cambia, que su estabilidad permita mantener bajo la mirada del espíritu. Solo concebimos los objetos que hemos visto (o los que nos podemos imaginar según lo visto) Distingue la fantasía, imagen de un objeto percibido y retenido por la memoria, del fantasma o representación emanada de las operaciones de la imaginación creadora, a partir de los elementos de la memoria. Ningún objeto sensible es necesario, inmutable o eterno, sino cambiantes, contingentes y pasajeros. No encontramos la verdad allí.
El individuo humano es tan contingente y cambiante como las cosas, y por eso su pensamiento se inclina ante la verdad que lo domina. Al hombre lo rebalsa la verdad, instancia puramente inteligible.
Su obra es el punto culminante de la reflexión intelectual en la edad patrística. Ejerce atracción sobre el misticismo intelectual de que nada supera en excelencia a las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.


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