6 de diciembre de 1896
[ ... ] Tú sabes que trabajo con el
supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se ha generado por estratificación
sucesiva, pues de tiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas
experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción
{Umschrift}. Lo esencial. mente nuevo en mi teoría es, entonces, la tesis de
que la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple, está registrada en
diversas variedades de signos. En su momento (afasia) he afirmado un
reordenamiento semejante para las vías que llegan desde la periferia [del
cuerpo a la corteza cerebral]. O Yo no sé cuántas de estas trascripciones
existen. Por lo menos tres, probablemente más.
He ilustrado todo esto con el esquema
siguiente, en el que se supone que las diversas trascripciones están separadas
también según sus portadores neuronales (de una manera no necesariamente
tópica). Este supuesto quizá no sea indispensable, pero es el más simple y
puede admitírselo provisionalmente.
I II III
P Ps Ic Prc Coc
X X X X X X X X X X
X X X X X X
X
[Figura 7.]
ver nota
P son neuronas donde se generan las
percepciones a que se anuda conciencia, pero que en sí no conservan huella
alguna de lo acontecido. Es que conciencia y memoria se excluyen entre sí. ver
nota
Ps [signos de percepción] es la
primera trascripción de las percepciones, por completo insusceptible de
conciencia y articulada según una asociación por simultaneidad.
Ic (inconciencia) es la segunda
trascripción, ordenada según otros nexos, tal vez causales. Las huellas Ic
quizá correspondan a recuerdos de conceptos, de igual modo inasequibles a la
conciencia.
Pre (preconciencia) es la tercera
retrascripción, ligada a representaciones-palabra, correspondiente a nuestro yo
oficial. Desde esta Prc, las investiduras devienen concientes de acuerdo con
ciertas reglas, y por cierto que esta concienciapensar secundaria es de efecto
posterior (nachtráglicb} en el orden del tiempo, probablemente anudada a la
reanimación alucinatoria de representaciones-palabra, de suerte que las
neuronas-conciencia serían también neuronas-percepción y en sí carecerían de
memoria.
Si yo pudiera indicar acabadamente los
caracteres psicológicos de la percepción y de las tres transcripciones, con
ello habría descrito una psicología nueva. Existe algún material para ello,
pero no es mi propósito hacerlo ahora.
Quiero destacar que las trascripciones
que se siguen unas a otras constituyen la operación psíquica de épocas
sucesivas de la vida. En la frontera entre dos de estas épocas tiene que
producirse la traducción del material psíquico. Y me explico las peculiaridades
de las psiconeurosis por el hecho de no producirse la traducción para ciertos
materiales, lo cual tiene algunas consecuencias. Establecemos como base firme
la tendencia hacia la nivelación cuantitativa. Cada reescritura posterior
inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio. Toda vez que la
reescritura posterior falta, la excitación es tramitada según las leyes
psicológicas que valían para el período psíquico anterior, y por los caminos de
que entonces se disponía. Subsistirá así un anacronismo, en cierta provincia
regirán todavía unos «fueros»; aparecen «relictos».
La denegación {Versagung} de la
traducción es aquello que clínicamente se llama «represión» Motivo de ella es
siempre el desprendimiento de displacer que se generaría por una traducción,
como si este displacer convocara una perturbación de pensar que no consintiera
el trabajo de traducción.
Dentro de la misma fase psíquica, y
entre trascripciones de la misma variedad, se pone en vigencia una defensa
normal a causa de un desarrollo de displacer; una defensa patológica, en
cambio, sólo existe contra una huella mnémica todavía no traducida de una fase
anterior.
Que la defensa termine en una represión
no puede depender de la magnitud del desprendimiento de displacer. En efecto, a
menudo nos empeñamos en vano contra unos recuerdos de máximo displacer.
Entonces se nos ofrece la siguiente figuración. Si un suceso A despertó cierto
displacer cuando era actual, la trascripción-recuerdo A I o A II contiene un
medio para inhibir el desprendimiento de displacer en caso de redespertar.
Cuanto más a menudo se lo recuerde, tanto más inhibido terminará por quedar ese
desprendimiento. Ahora bien, hay un caso para el cual la inhibición no basta:
Sí A, cuando era actual, desprendió cierto displacer, y al despertar desprende
un displacer nuevo, entonces no es inhibible. El recuerdo se comporta en tal
caso como algo actual. Y ello sólo es posible en sucesos sexuales, porque las
magnitudes de excitación que ellos desprenden crecen por sí solas con el tiempo
(con el desarrollo sexual).
El suceso sexual en una fase produce
entonces efectos como si fuera actual y es, por tanto, no inhibible en una fase
siguiente. La condición de la defensa patológica (represión) es, entonces, la
naturaleza sexual del suceso y su ocurrencia dentro de una fase anterior.
No todas las vivencias sexuales
desprenden displacer; en su mayoría desprenden placer. La reproducción de las
más de ellas irá entonces conectada con un placer no inhibible. Un placer así,
no inhibible, constituye una compulsión. De este modo se llega a las siguientes
tesis. Cuando una vivencia sexual es recordada con diferencia de fase, a raíz
de un desprendimiento de placer se genera compulsión, a raíz de un
desprendimiento de displacer, represión. En ambos casos la traducción a los
signos de la nueva fase parece estar inhibida. (?)
Ahora bien, la clínica nos anoticia
sobre tres grupos de psiconeurosis sexuales: histeria, neurosis obsesiva y
paranoia, y enseña que los recuerdos reprimidos fueron actuales, en la
histeria, a la edad de un año y medio a cuatro, en la neurosis obsesiva, a la
edad de cuatro a ocho años, y en la paranoia, a la edad de ocho a catorce años.
Ahora bien, hasta los cuatro años no hay todavía represión alguna; por tanto,
los períodos del desarrollo psíquico y las fases sexuales no coinciden [figura
8].
[Figura 8.]
1 ½ 4 8 14-15
Psiq. I a I b II III
Sex I II III
Aquí corresponde el siguiente pequeño
diagrama [figura 9]
Y en efecto, otra consecuencia de las
vivencias sexuales prematuras es la perversión, cuya condición parece ser que
la defensa no sobrevenga antes que el aparato psíquico se haya completado, o
que no se produzca defensa alguna.
Hasta aquí la superestructura. Ahora
el intento de situarla sobre bases orgánicas. Hay que explicar por qué unas
vivencias sexuales que, como actuales, produjeron placer, recordadas con
diferencia de fase producen displacer en algunas personas y en otras subsisten
como compulsión. En el primer caso, es evidente que tienen que desprender
después un displacer que al principio no produjeron.
[Figura 9]
Ps Ps + Ic Ps + Ic + Prc Idem
Hasta
los 4 Hasta los 8 Hasta
los 14-15
Histeria Actual Compulsión Reprimido
en Ps
Neur.obs. Actual Reprimido
en signos Ic
Paranoia Actual Reprimido
en signos Prc
Perversión Actual Actual Compulsión
(actual) Represión
imposible o no
intentada
Corresponde derivar también las
diversas épocas, las psicológicas y las sexuales. A las segundas me las has
dado a conocer tú como múltiplos destacados de los períodos femeninos de
veintiocho días. [...]
Para elucidar la decisión entre
perversión o neurosis, me valgo de la bisexualidad de todos los seres humanos.
En un ser puramente masculino, habría sin duda un excedente de desprendimiento
masculino por las dos barreras sexuales, y por tanto se generaría placer, y en
consecuencia perversión; en un ser puramente femenino, un excedente de
sustancia de displacer por esas épocas. En las primeras fases ambos
desprendimientos serían paralelos, es decir, darían por resultado un excedente
normal de placer. A ello se reconduciría la predilección de las mujeres
genuinas por las neurosis de defensa.
La naturaleza intelectual de los
varones quedaría así atestiguada sobre la base de tu teoría.
Por último, no puedo sofocar la
conjetura de que la separación entre neurastenia y neurosis de angustia,
olfateada por mí en la clínica, se entrama con la existencia de las dos
sustancias de 23 y de 28 días.
Además de las dos aquí conjeturadas,
podrían existir varias de cada clase.
La histeria se me insinúa cada vez más
como consecuencia de una perversión del seductor; y la herencia, cada vez más,
como seducción por el padre. Así se dilucida una alternancia de generaciones:
1º generación: perversión.
2º generación: histeria, que luego se
vuelve esterilidad. A veces, en la misma persona, una metamorfosis: perversa a
la edad en que tiene la plenitud de sus fuerzas, y luego histérica, a partir de
un período de angustia; entonces la histeria no es en verdad una sexualidad
desautorizada {ablehnen}, sino, mejor, una perversión desautorizada.
Por detrás de esto, la idea de zonas
erógenas resignadas. Es decir: en la
infancia, el desprendimiento sexual se recibiría de muy numerosos lugares del
cuerpo, que luego sólo son capaces de desprender la sustancia de angustia de 28
[días], y no ya las otras. En esta diferenciación y limitación [residiría] el
progreso de la cultura, el desarrollo de la moral y del individuo.
El ataque histérico no es un
aligeramiento sino una acción, y conserva el carácter originario de toda
acción: ser un medio para la reproducción de placer. Esto es al menos el ataque
en su raíz; por lo demás, se motiva ante lo preconciente con toda clase de
otras razones. Así, tienen ataques de sueño aquellos enfermos a quienes se les
aportó algo sexual estando ellos dormidos; se vuelven a dormir para vivenciar
lo mismo, y a menudo provocan con ello el desmayo histérico.
El ataque de vértigo, el espasmo de
llanto, todo ello cuenta con el otro, pero las más de las veces con aquel otro
prehistórico inolvidable a quien ninguno posterior iguala ya. También el
síntoma crónico de la manía de permanecer en cama. Uno de mis pacientes todavía
hoy lloriquea mientras duerme, como entonces lo hacía (para que lo tomara
consigo la mamá, que murió cuando él tenía 22 meses). No parece haber ataques
como «expresión acrecentada de las emociones».
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