Deleuze, G. - Dispositivos y dominación en el modelo panóptico


Introducción
En "¿Qué es un dispositivo?" Deleuze sostiene que se trata de un conjunto multilineal y bi-dimensional, de una máquina para hacer ver y para hacer hablar. Los dispositivos están compuestos por líneas de visibilidad, enunciación, fuerza, subjetivación, ruptura, fisura, fractura, etc., que al entrecruzarse y mezclarse tienen capacidad de suscitar otras mediante variaciones de disposición.
Los dispositivos son regímenes definibles, con sus variaciones y transformaciones, tanto en el caso de lo visible como en el de lo enunciable. Presentan líneas de fuerza que atraviesan umbrales en función de los cuales son estéticos, científicos, políticos, etc. Cuando la fuerza en un dispositivo en lugar de entrar en relación lineal con otra fuerza, se vuelve sobre sí misma y se afecta, no se trata de saber ni de poder, sino de un proceso de individuación relativo a grupos o personas que se sustrae a las relaciones de fuerzas establecidas como saberes constituidos.
La teoría de los dispositivos desdeña los universales porque ellos no explican nada, sino que obligan a explicarlos. Para Foucault el todo, lo uno, el objeto, lo verdadero, el sujeto, no son universales sino procesos singulares de totalización, unificación, objetivación, verificación y subjetivación; todos procesos específicos de un determinado dispositivo. En cada uno debemos distinguir las líneas del pasado reciente y las líneas del futuro próximo, la parte del archivo y la parte de lo actual, la parte de la historia y la parte del acontecer, la parte de la analítica y la parte del diagnóstico.
Lo que Foucault llama actual o nuevo, es lo que Nietzsche denomina lo intempestivo, lo inactual, ese acontecer que se bifurca con la historia, un diagnóstico que toma el relevo del análisis por otros caminos. (1990:160) Para Foucault las diferencias se encuentran neutralizadas en el elemento general, material institucional y económico del "libro": "Un libro, cualquiera que sea el número de ejemplares o de ediciones, cualesquiera que sean las sustancias diversas que puede emplear, es un lugar de equivalencia exacta para los enunciados, es para ellos una instancia de repetición sin cambio de identidad". (1995:172)
Los dispositivos tienen como característica apartarse de lo eterno para aprehender lo nuevo. Deleuze sostiene que: "Lo nuevo no designa la supuesta moda, sino que por el contrario se refiere a la creatividad variable según los dispositivos: de conformidad con la interrogación que comenzó a nacer en el siglo XX, ¿cómo es posible en el mundo la producción de algo nuevo?" (1990:159)
¿La biblioteca como dispositivo de dominación?
A partir del relato de J. L. Borges, La Biblioteca de Babel, incluido en El jardín de los senderos que se bifurcan (1942) y posteriormente en Ficciones (1944), es posible encontrar la construcción de un laberinto, el universo o la biblioteca.
La estructura del dispositivo universo/biblioteca, como máquina para hacer ver y hablar, presenta líneas de visibilidad y enunciación, así como, remite a un sistema de coexistencia pública cuya única enunciación corresponde al narrador. El protagonista, situado en el núcleo de la enunciación funda el discurso, es decir, determina lo indeterminado cuando fundar es siempre fundar el lenguaje, o sea la representación, cuyas implicancias simbólicas están aludidas en el título mismo del relato.
La novedad del régimen de enunciación en este dispositivo comprende enunciaciones contradictorias, porque lo que importa es la novedad del régimen, y no la originalidad de la enunciación. Por ejemplo, el sujeto se encuentra en un lugar fijo, en un espacio en el que el menor de los movimientos es controlado y previsto, es siempre objeto de información y nunca sujeto de comunicación. En el interior del edificio no se aprecian interacciones humanas y el acto colectivo está absolutamente anulado en beneficio de una colección de funcionamientos aislados.
La biblioteca tiene poder de amplificación, produce una realidad que simboliza otra realidad cualquiera donde aparezca el poder en su singularidad y su objetivo consista en el fortalecimiento de las fuerzas institucionales y sociales, tales como difundir la instrucción, mantener el nivel de la moral pública, crear y multiplicar esas líneas de fuerzas.
Al tratarse de una multiplicidad de individuos a los que se les imponen tareas y conductas puede utilizarse el esquema Panóptico; éste podría ser aplicado a todo establecimiento donde, en los límites de un espacio determinado es necesario mantener bajo vigilancia a cierto número de individuos.
Si la biblioteca es entendida a modo de dispositivo de un mecanismo de poder referido a su conformación ideal, su funcionamiento, puede ser representado como un sistema arquitectónico y óptico; como una figura de tecnología política que consigue avanzar más allá de su estatus de ficción literaria. Escribe el narrador: "Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades fecales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto."(1990: 89) La construcción hexagonal de la biblioteca funciona específicamente como disciplinaria: actúa sobre los cuerpos, restringe y distribuye los espacios, legisla sobre la fisiología y el sueño; en este dispositivo, todo es vigilado y castigado en atención a una jerarquía que es aparentemente difusa.
En el universo/biblioteca sin exterior, la individualidad y la diferencia son conceptos subsumidos al poder omnímodo de la repetición. De este modo, la organización que subyace es de carácter disciplinario: el poder se ejerce usando instrumentos simples como la inspección jerarquizada y la prescripción normalizadora.
El encierro en el que reside el funcionario promueve un estado consciente y permanente de exposición que contribuye al funcionamiento del mecanismo disciplinario. En La Biblioteca de Babel se cumple uno de los efectos del Panóptico de Bentham: los individuos, los sujetos, los bibliotecarios están expuestos a una situación de poder que ellos mismos re-producen como activos representantes.
Tanto la biblioteca como el Panóptico cumplen su función de laboratorios experimentales, constituyen macrodispositivos de dominación, tratando de modificar comportamientos, encauzar y reeducar conductas individuales. Cada hexágono implica un aparato disciplinario exhaustivo, que se ocupa de todos los elementos exteriores al individuo: regula el tiempo, el modo de vigilia y de sueño, la actividad y el reposo, entra en dominio del sujeto cabalmente y funciona como un "reformatorio" que perpetua una transposición del poder diferente de la inhibición jurídica de la libertad. En estas condiciones, la fuerza del poder reside en no intervenir nunca, en ejercerse espontáneamente y en constituir un mecanismo de efectos encadenados.
En el sistema correctivo, la soledad resulta un instrumento positivo de rectificación, asegura la autorregulación de la pena: el aislamiento garantiza que se ejerza -con el máximo de intensidad- un poder que no será contrarrestado por ninguna influencia; el apartamiento es la condición central para la obediencia completa. En términos de Foucault: "El aislamiento asegura el coloquio a solas entre el detenido y el poder que se ejerce sobre él". (1989: 240) En la biblioteca, Borges, a pie de página afirma: "Antes, por cada tres hexágonos había un hombre. El suicidio y las enfermedades pulmonares han destruido esa proporción. Memoria de indecible melancolía: a veces he viajado muchas noches por corredores y escaleras pulidas sin hallar un solo bibliotecario." (1990:93)
El Panóptico ideado como dispositivo, implica unidades espaciales que permiten ver y reconocer, e incluso disociar la pareja ver-ser visto. En el anillo periférico se es totalmente visto, sin ver jamás; en la torre central se ve todo sin ser jamás visto. El diagrama de la disposición espacial es compartida por ambos edificios: demandan control interno, articulado y detallado, y en este sentido, funcionan a modo de máquina de control trabajando como lente sobre el comportamiento de los individuos. Virilio, a propósito de los tiempos actuales, sostiene que tras la mundialización, se está gestando el fenómeno que Foucault había analizado para el siglo XVII: el gran encierro y agrega:
Este gran encierro está hoy a la vista en la ausencia de un espacio geográfico y de tiempo diferido para comunicar que constituían la libertad misma del hombre. (...) En nuestro caso se encierra a las personas en la rapidez y la vacuidad de todo desplazamiento. (1997:56)
El Panóptico apela a una mirada disciplinaria que afirma dos exigencias: es bastante intrincada como para coordinar un sistema sin recurso de continuidad, y es lo bastante discreta ya que no gravita con un peso inerte sobre la actividad que disciplina. Foucault sostiene que castigar es una función formalizada, como también curar, educar, instruir, hacer trabajar, etc. La fórmula abstracta del panoptismo ya no es, por tanto, "ver sin ser visto", sino imponer a una multiplicidad indeterminada una conducta cualquiera. En el texto de Borges podemos leer: "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible" (1990:90)
En la biblioteca los funcionarios son inspectores al tiempo que se encuentran vigilados. Afirma Foucault: "El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen a efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quienes se aplican." (1989:175). De este modo el poder disciplinario se mantiene disperso y se eterniza, no tolera zona de sombra y controla a quienes están encargados de controlarlo, habilita una jerarquía mínimamente discreta desempeñándose de modo continuo y en silencio. Respecto al régimen de visibilidad de la biblioteca afirma el narrador: "La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante". (1990:90)
En la biblioteca se cumple el primer principio de la acción penitenciaria: la individuación coercitiva. Ésta sobreviene cuando se produce la ruptura de toda relación que no esté controlada por el poder u ordenada según la jerarquía. Se elaboran transformaciones sobre los individuos, y en relación a ellas el aparato social-disciplinario recurre a tres grandes esquemas: el esquema político-moral del aislamiento individual y de la jerarquía, el modelo económico de la fuerza aplicado a un espacio obligatorio y el modelo técnico-médico de la curación y la normalización. En este sentido la biblioteca es vigilancia y observación, seguridad y saber, individualización y totalización, y simultáneamente un sistema de documentación.
El poder más que reprimir produce realidad, y mas que ideologizar, más que abstraer u ocultar, produce verdad. El poder carece de esencia, es operatorio; no es atributo sino relación: la relación de poder es el conjunto de las relaciones de fuerzas, que pasa tanto por las fuerzas dominadas como por las dominantes: las dos constituyen singularidades. Foucault sostiene: "El poder inviste (a los dominados), pasa por ellos y a través de ellos, se apoya en ellos, del mismo modo que ellos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en las influencias que ejerce sobre ellos." (Deleuze, 1991:54) Así es que en la biblioteca todo está escrito y los bibliotecarios obligados a cuidar de los libros. Escribe Borges:
La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma (...) Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana -la única- está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta. (1990:99)

Diferencia y Repetición en el dispositivo
La verdad es la realización de las líneas que constituyen el dispositivo, designa el conjunto de las producciones que se realizan en el interior del mismo: se trata de verdades de enunciación, de verdades de luz y de visibilidad, de verdades de fuerza y de verdades de subjetivación.
La distribución sedentaria -el término es de Deleuze- de los bibliotecarios, característica del pensamiento del mundo "clásico de la representación", está sometida al principio de la autoridad del principio de identidad: todo presente debe ser re-presentado; de esta idea se desprende que lo desconocido sólo es un conocido aún no conocido, que aprender es acordarse, encontrar es volver a encontrar, salir es volver, etc.
Deleuze denuncia la confusión entre el "concepto de la diferencia" y una "diferencia simplemente conceptual". La diferencia conceptual es una diferencia en el centro de la identidad, mientras que el concepto de diferencia permitiría pensar, no sólo la diferencia entre la identidad y la no identidad. En este sentido, la diferencia más auténtica no es la que se puede encontrar entre dos conceptos idénticos sino "la que obliga al pensamiento a introducir diferencia en sus identidades, particularidad de sus representaciones generales, precisión en sus conceptos". (1982:202)
Generalmente se habla de repetición cuando nos encontramos ante elementos idénticos que tienen absolutamente el mismo concepto; y de estos elementos repetidos distinguimos al sujeto que se repite a través de ellos, como el verdadero sujeto de la repetición. Este concepto de repetición aparece en varios fragmentos del texto de Borges, pudiéndose afirmar la existencia de una repetición nominal: "Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilídes, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros". (1990:94) Claramente, la repetición tiene carácter no diferencial, no se presenta a modo de selección, ni a modo de actividad. Este es el primer sentido que tiene la repetición desde el punto de vista de la representación: el de la repetición de lo mismo. Si bien la repetición garantiza la permanencia de la biblioteca y sus valores simbólicos, es la contradicción la que debe revelar la naturaleza de su diferencia. Foucault, trató de mostrar en qué consisten las diferencias y cómo es posible que algunos individuos, "en el interior de una práctica discursiva, hablen de objetos diferentes, tengan opiniones opuestas, hagan elecciones contradictorias... " (1995: 335)
A ojos de la representación, la repetición significa semejanza perfecta o igualdad extrema que invoca, al mismo tiempo, la identidad del concepto y la repetición para comprender la diferencia. De este modo es reducida la diferencia al interior del concepto idéntico, transformándose en diferencia conceptual.
Ese mundo de la representación que Foucault ha mostrado, se define por cuatro dimensiones que lo coordinan: la identidad en el concepto, la oposición en el predicado, la analogía en el juicio y la semejanza en la percepción. Debe, entonces, dejarse de definir la repetición como el retorno de lo mismo, como la reiteración de lo idéntico; la repetición es la producción (en los dos sentidos de la palabra: dar existencia y exhibir) de la diferencia. (Descombes, 1982:202)
Nietzsche considera a la diferencia como objeto de afirmación y de placer: "Lo que ambiciona una voluntad es afirmar su diferencia, porque en su relación esencial con la otra, una voluntad hace de su diferencia objeto de afirmación". La perspectiva -el perspectivismo- de Nietzsche supone una estrategia más profunda, porque la divergencia deja de ser un principio de exclusión, la disyunción deja de ser un medio de separación, lo incomposible es ahora un medio de comunicación. Explica Deleuze que: "Con esta operación, son dos cosas o dos determinaciones afirmadas por su diferencia, es decir no son objetos de afirmación simultánea? sino en la medida en que su diferencia es también afirmativa. Se trata de una distancia positiva de los diferentes: ya no de identificar dos contrarios a lo mismo, sino de afirmar su distancia como aquello que los remite uno a otro en tanto que diferentes". (1988:179)
La fuerza que moviliza a los bibliotecarios es de carácter reactivo. Escribe Borges: "Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecarios; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada". (1990:95)
Rasgos activos son: apropiarse, subyugar, dominar, crear; y, en este sentido, apropiarse significa imponer y crear formas en relación a las circunstancias. Siendo el poder de transformación la primera definición de la actividad y el elemento genealógico de la fuerza, esta cuestión en el discurso del bibliotecario no es enunciada. Para encontrar la diferencia es necesario acudir al uso activo de la fuerza, no en relación a una conciencia (la que es esencialmente reactiva). Se deduce que la diferencia residirá entre dos cualidades de la fuerza: una fuerza puede ser activa o reactiva. La fuerza reactiva no llega hasta el final, queda "separada de sus posibilidades", no de negar, incluso cuando aparenta afirmar y crear valores independientes. La fuerza activa tiene que negar lo negativo para afirmar lo afirmativo. Foucault afirma:
El diagnóstico así entendido no establece la comprobación de nuestra identidad por el juego de las distinciones. Establece que somos diferencia, que nuestra razón es la diferencia de los discursos, nuestra historia la diferencia de los tiempos, nuestro yo la diferencia de las máscaras. Que la diferencia, lejos de ser origen olvidado y recubierto, es esa dispersión que somos y que hacemos (1995:223)

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