Para mahler, "el nacimiento biológico del infante humano y el nacimiento psicológico no coinciden en el tiempo. El primero es un acontecimiento espectacular, observable y bien circunscripto; el último es un proceso intrapsíquico de lento desarrollo".
El nacimiento psicológico del individuo es un 'proceso de separación- individuación': el establecimiento de un sentimiento de separación respecto de un mundo de realidad, y de una relación con él, particularmente con respecto a las experiencias del 'propio cuerpo' y al principal representante del mundo tal como el infante lo experimenta, el 'objeto primario de amor'. Este proceso, como cualquier otro proceso intrapsíquico, se manifiesta a todo lo largo del ciclo vital. Nunca termina; sigue siempre en actividad; en nuevas fases del ciclo vital observamos cómo actúan aún nuevos derivados de los procesos más primitivos. Pero los principales logros psicológicos de este proceso ocurren en el periodo que va del 4° o 5° mes a los 30 o 36 meses, lapso que denominamos 'fase de separación- individuación". Los precursores del proceso de separación- individuación son la fase autística normal y la fase simbiótica normal.
Acerca de las fases. El autismo normal y la simbiosis normal son prerrequisitos del comienzo del proceso normal de separación- individuación. Ni la fase autística normal ni la simbiótica normal, ni cualquiera de las subfases de la separación- individuación, es totalmente reemplazada por la fase siguiente. Desde un punto de vista descriptivo, es posible observar similitudes entre ellas: pueden diferenciarse conceptualmente sobre la base de agrupamientos de fenómenos conductuales, pero se superponen en medida considerable.
Sin embargo, desde el punto de vista evolutivo, cada fase se presenta como un periodo en que se hace una contribución cualitativamente diferente al desarrollo psicológico del individuo. La fase autística normal sirve para la consolidación postnatal del desarrollo fisiológico extrauterino. Promueve la homeostasis postfetal. La fase simbiótica normal marca la importantísima capacidad filogenética del ser humano para investir a las madre dentro de una vaga unidad dual, que constituye la tierra primordial a partir de la cual se forman todas las relaciones humanas siguientes. La fase de separación- individuación se caracteriza por un continuo aumento de la conciencia de separación del 'sí-mísmo' y del 'otro', que coincide con los orígenes del sentimiento de sí-mísmo, de la verdadera relación de objeto, y de la conciencia de una realidad existente en el mundo exterior.
El autismo normal y la simbiosis normal son los dos primeros estadios de no diferenciación: el primero es no objetal, el último es preobjtal (Spitz). Los dos estadios ocurren antes de la diferenciación de la matriz indiferenciada (Hartmann y otros), es decir, antes de que se haya producido la separación e individuación y la emergencia del 'yo rudimentario como estructura funcional.
Pautas de acercamiento- alejamiento. Son "pautas cambiantes con que el infante se aleja de la madre y vuelve a ella. Cada subfase tiene sus pautas características, determinadas por el progresivo desarrollo motor y cognitivo del niño y por las cambiantes necesidades de distancia o cercanía.
Estas pautas tienen relación con la "distancia óptima", concepto al cual Mahler se refiere en los siguientes términos: "A medida que el infante crece y se desarrolla, hay para cada estadio una posición entre madre e hijo que es la que mejor permite a éste desarrollar las facultades que necesita para crecer, es decir, para individuarse. Durante el estadio simbiótico el infante se amolda al cuerpo de la madre; durante la subfase de diferenciación comienza a separar su cuerpo del pecho de la madre para poder explorarla libremente mediante el tacto y la visión de cerca. El infante en periodo de ejercitación se distancia en el espacio para tener oportunidad de explorar; durante el acercamiento el deambulador necesita ir y volver para encontrar a su madre disponible, pero sin que esta interfiera. La distancia óptima la fija el narcisismo secundario en desarrollo, y también la cambiante relación objetal y las funciones del yo en desarrollo".
Las fases del desarrollo psicológico del infante humano:
Fase autística normal (Primeras semanas)
Primeras semanas de vida intrauterina, durante las cuales el neonato o el infante pequeño parece ser un organismo casi puramente biológico, con respuestas instintivas a los estímulos que son reflejas y ocurren en el nivel del hipotálamo. Durante esta fase sólo podemos hablar de aparatos primitivos y no integrados del yo y de mecanismos de defensa puramente somáticos, que consisten en reacciones de desbordamiento y descarga, cuyo fin es el mantenimiento del equilibrio homeostático.
La posición de la libido es predominantemente visceral y no hay discriminación entre dentro y fuera, animado e inanimado. Al comienzo, debido a que son muy altos los umbrales para estímulos externos, el infante parece estar en un estado de desorientación alucinatoria primitiva negativa, en el cual la satisfacción de necesidades pertenece a su propia órbita autística y omnipotente.
Catexia propioceptiva-enteroceptiva. Catexia del interior del cuerpo, experimentada en forma de tensiones o sensaciones que nacen de dentro y se descargan por la tos, escupiendo, vomitando, retorciéndose, llorando, etc., que prevalecen durante las primeras semanas de vida".
Narcisismo primario. Estado que prevalece durante la primera semana de vida, en que la satisfacción de necesidades no se percibe como proveniente del exterior, y en que no hay ninguna conciencia de que exista un agente maternante. Es afín a la 'omnipotencia infantil absoluta' de Ferenczi. Este estadio va seguido por otro de oscura conciencia de que uno mismo no puede proveeer a la satisfacción de las necesidades".
Psicosis autística infantil. En el síndrome de autismo infantil hay una fijación o una regresión a la fase autística de la más temprana infancia, es decir, el niño no parece percibir en absoluto a su madre como representativa del mundo exterior. Hay un muro helado entre el niño autista y el ambiente humano. El autismo psicótico constituye un intento de lograr la dediferenciación y la deanimación; sirve para contrarrestar las múltiples complejidades de los estímulos externos y las excitaciones internas que amenazan aniquilar al yo rudimentario del niño autista. El mantenimiento de la mismidad es el rasgo cardinal del síndrome de la psicosis autística.
Fase simbiótica normal (1 a 5 meses)
La simbiosis normal se anuncia por el levantamiento de la fuerte barrera innata contra los estímulos que protegió al infante pequeño de los estímulos internos y externos hasta la tercera o cuarta semana de vida. Puesto que en el infante humano está atrofiado el instinto de autoconservación, el yo tiene que asumir el papel de manejar la adaptación del ser humano a la realidad. Sin embargo, el yo rudimentario del infante pequeño no es adecuado para la tarea de organizar sus estímulos internos y externos de manera de asegurar su supervivencia; la vinculación psicobiológica entre la madre que cría y el bebé es lo que complementa el yo indiferenciado del infante. En circunstancias normales, la empatía por parte de la madre es el sustituto, entre los seres humanos, de los instintos en que se apoya para su supervivencia el animal altricial. La simbiosis normal se desarrolla en forma concomitante con el descenso de la barrera innata contra los estímulos, a raíz de la experiencia que se repite de una manera predecible, en que un agente maternante exterior alivia las necesidades, el hambre y la tensión que viene de dentro, es decir, funciona como yo auxiliar (Spitz).
La simbiosis se refiere a un estadio de interdependencia sociobiológica entre el infante de 1 a 5 meses y su madre, un estado de relación preobjetal o de satisfacción de necesidades, en el cual aún no se han diferenciado las representaciones intrapsíquicas del sí-mísmo y de la madre. Desde el segundo mes el infante se comporta y funciona como si él y su madre fueran una unidad dual omnipotente dentro de un límite único y común (la 'membrana simbiótica').
Catexia sensorio-perceptiva. Catexia del sensorio y la periferia del cuerpo, particularmente de los órganos perceptivos sensoriales: tacto, visión de cerca, audición. El paso a la catexia sensorio-perceptiva es importante en el desarrollo, y ocurre a las 3 o 4 semanas de edad (reemplaza a la catexia propioceptiva-enteroceptiva hasta entonces predominante)".
Unidad dual. Unidad simbiótica entre la madre y el niño, imbuída por el niño de cualidades omnipotentes, en la cual existe un vago sentimiento de la mitad simbiótica del sí-mísmo (el 'yo externo' de Spitz).
Ruptura del cascarón. Proceso de salida del estado simbiótico de unidad con la madre, en el sentido intrapsíquico. Es la 'segunda' experiencia de nacimiento, el nacimiento psicológico, el proceso por el cual comienza a ser catexiado el mundo de 'lo otro que no es la madre'. El infante que ha eclosionado ya abandonó el vago estado crepuscular de simbiosis y está más permanentemente alerta y receptivo para los estímulos de su ambiente, mas bien que sólo para sus propias sensaciones corporales, o para las que emanan de dentro de la órbita simbiótica.
Psicosis simbiótica infantil. Aquí, "se ha alcanzado la fase simbiótica del desarrollo, aunque fuertemente distorsionada; el niño trata a la madre como si esta fuera parte de él mísmo, es decir, no existe exterior a su sí-mísmo sino fusionada con él. El niño es incapaz de integrar una imagen de la madre como un objeto distinto y totalmente externo, y en cambio parece mantener imágenes (introyectos) fragmentadas buenas y malas del objeto. Alterna entre el deseo de incorporar y de expulsar. Si no se administra terapia, se produce una interferencia insuperable en cualquier progreso hacia la separación- individuación, es decir, existe una fijación o regresión a la fase de la simbiosis patológica. Los mecanismos de restitución que crean la variada sintomatología constituyen intentos de restablecer y perpetuar una unidad simbiótica madre-hijo de carácter delusional y omnipotente; debido a los continuos estados abismales y al pánico que producen, el paciente se ve forzado a recurrir a una retirada secundaria que le permite refugiarse en un autismo (secundario), casi estabilizador. Los 'berrinches', así como una conducta autoagresiva, dominan muy a menudo el cuadro clínico".
Fase de separación-individuación (5 meses - 2 años y medio)
Fase del desarrollo normal que comienza alrededor de 4 a 5 meses de edad, en el apogeo de la simbiosis y superponiéndose con ésta. El infante muestra una creciente capacidad de reconocer a su madre como una persona especial, de catexiar a inspeccionar el mundo no materno, y de apartarse muy levemente, y más tarde muy decididamente, de la madre. Es una fase del desarrollo que dura de los 5 meses a los 2 y medio años, y sigue dos carriles separados pero intervinculados: uno es el de la separación, que lleva a la conciencia intrapsíquica de la separación, y otro es el de la individuación, que lleva a la adquisición de una individualidad distinta y única. Se han identificado cuatro subfases del proceso de separación-individuación. Aunque estas se superponen, cada subfase tiene sus propias agrupaciones características de conductas, que la distinguen de la precedente y de las siguientes.
Las cuatro subfases son:
- Diferenciación,
- Ejercitación,
- Acercamiento
- Consolidación de la individualidad y comienzo de la constancia objetal emocional".
Reacciones a la separación. "Estas varían de índole e intensidad en el curso progresivo del proceso de separación-individuación. Durante la diferenciación, observamos como característica una bajada de tono en caso de separaciones breves, que a veces culmina, sin embargo, en llanto desesperado; durante el periodo de ejercitación, hay un relativo olvido de la presencia de la madre; durante el acercamiento, ocurren una multitud de reacciones, tales como la búsqueda, el llanto, o una marcada ignorancia de la madre. Durante la cuarta subfase, por lo general se toleran mejor las separaciones breves".
Precursores de defensa. "Durante el proceso de separación- individuación encontramos conductas primitivas que pueden considerarse como precursoras de los posteriores mecanismos de defensa. Por ejemplo, apartar el cuerpo del de la madre, no mirarla, cambiar de dirección alejándose de ella, ignorar su presencia o su partida, son conductas que llevan a mecanismos de negación y rechazo. Encontramos también una identificación primitiva con la madre -'hacer de mamá'- en su ausencia, y una independencia prematura (falso yo) cuando hay una deficiencia de maternación. Estos mecanismos son relativamente inestables: van y vienen. Sirven tanto a la adaptación como a la defensa. La elección de estos mecanismos depende de las características del niño y de la respuesta selectiva de sus progenitores".
Subfase de diferenciación (5-9 meses)
Se manifiesta de los 5 a los 9 meses de edad. Comienza a disminuír la dependencia corporal total de la madre, a medida que la maduración de funciones locomotrices parciales produce el primer intento de apartarse de ella. Las conductas características que posibilitan la demarcación del yo respecto del no-yo son la exploración visual y táctil del rostro y el cuerpo de la madre; el apartar el cuerpo del de la madre para explorar un mundo más amplio y poder mirarla; la verificación entre la madre y otros. El placer que producen las incipientes funciones del yo y el mundo exterior se expresa en estrecha proximidad con la madre. Al mismo tiempo, parece ocurrir la diferenciación de una imagen corporal primitiva, pero distinta.
Reacciones ante extraños. Una variedad de reacciones ante personas que no son la madre, particularmente acentuadas durante la subfase de diferenciación, cuando ya se ha establecido firmemente una relación especial con la madre, como lo evidencia la sonrisa especial que el niño le dirige. Las reacciones ante extraños incluyen la curiosidad y el interés, y también la cautela y una ansiedad leve o incluso fuerte. Esa ansiedad se calma al comienzo del periodo de ejercitación, pero reaparece en diversos momentos a lo largo del proceso de separación- individuación.
Subfase de ejercitación (9-14 meses)
Dura desde los 9 meses hasta los 14 meses de edad. Durante este periodo el infante es capaz de alejarse activamente de la madre y volver a ella, primero gateando y más tarde por el dominio de la locomoción vertical. Es un periodo en el cual la exploración del ambiente, animado e inanimado, y la ejercitación de capacidades locomotrices, están muy investidas de energía libidinal.
Reabastecimiento emocional o libidinal. Durante la subfase de ejercitación, el infante merodea lejos de la madre, pero cuando se fatiga o se le agota la energía, busca restablecer el contacto corporal con ella. Este 'reabastecimiento' lo revigoriza y restablece su interés anterior en la ejercitación y exploración.
Subfase de acercamiento (15-24 meses)
Dura desde los 14 o 15 meses hasta más o menos 24 meses de edad e incluso más tiempo. Se caracteriza por un redescubrimiento de la madre, que es ahora un individuo separado, y por una vuelta a ella después de las correrías obligatorias del periodo de ejercitación. Al deambulador le agrada compartir sus experiencias y posesiones con la madre, a la que percibe ya más claramente como separada y exterior. La inflación narcisística de la subfase de ejercitación va siendo paulatinamente reemplazada por una creciente comprensión de la separación, y, junto con ella, de la vulnerabilidad. Son comunes las reacciones adversas ante separaciones breves, y ya no se puede sustituír fácilmente a la madre, ni siquiera por adultos familiares al niño. Esto culmina a menudo ern una crisis de acercamiento más o menos transitoria, que es de gran significación evolutiva.
Crisis de acercamiento.- Periodo que ocurre durante la subfase de acercamiento en todos los niños, pero con gran intensidad en algunos; en él se agudiza la comprensión del estado de separación. La creencia del deambulador en su omnipotencia se ve fuertemente amenazada y éste ejerce coerción sobre el ambiente mientras trata de restablecer el status quo, cosa que es imposible. La ambitendencia que se transforma a menudo en ambivalencia, es en general intensa; el deambulador desea estar unido con la madre, y al mismo tiempo separado de ella. Alcanzan su apogeo los berrinches, quejar y humor triste, y se producen fuertes reacciones a la separación.
Seguimiento y huída. Durante la subfase de acercamiento el niño sigue a veces cada movimiento de su madre como una sombra (shadowing); no puede perderla de vista o permitir que salga de su vecindad inmediata. A veces observamos la conducta opuesta: el niño huye, y espera a que su madre lo alce en brazos anulando así, por breves momentos, la 'separación'.
Escisión. Mecanismo de defensa que a menudo se encuentra durante la subfase de acercamiento (una vez lograda una cierta medida del desarrollo del yo); el deambulador no puede tolerar fácilmente los sentimientos simultáneos de amor y odio hacia la misma persona. El amor y el odio no se amalgaman; la madre es sentida alternativamente como toda buena o toda mala. Otra posibilidad consiste en que la madre ausente sea sentida como toda buena, mientras los otros se vuelven todos malos. Por ende, el deambulador puede desplazar la agresión al mundo no-materno, a la vez que exagera el amor por la madre ausente y anhelada, hiperidealizándola. Cuando la madre vuelve desquicia la imagen ideal, y los reencuentros con ellas son a menudo penosos, porque la función sintética del yo joven no puede curar la escisión. En la mayoría de los casos se hace posible una síntesis gradual del todo "bueno" y el todo "malo" por el yo en desarrollo.
Subfase de individualidad y constancia objetal emocional (2 años en adelante)
Comienza hacia el final del segundo año y es de extremo abierto. Durante este periodo se logra un cierto grado de constancia objetal, y se establece en medida suficiente la separación de la representación del yo y del objeto. La madre se percibe claramente como una persona separada y ubicada en el mundo exterior, y al mismo tiempo tiene existencia en el mundo interno representacional del niño.
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