En este texto Foucault, presenta una mirada distinta acerca de los fenómenos de internación, según el, no se trata de una historia de la locura de carácter continuo y evolutivo, de un progreso hacia la medicalización de la locura, donde los insensatos del Hotel dieu (especial para enfermos mentales) serian los que habrían recibido ya el estatuto de enfermos. La historia de la locura según Foucault no puede servir de justificación y como ciencia de apoyo a la patología de las enfermedades mentales. El internamiento no constituye un primer esfuerzo hacia la hospitalización de la locura. La locura en el devenir de su realidad histórica hace posible en un momento dado, un conocimiento de la alineación en un estilo de positividad que la cierne como enfermedad mental, pero este conocimiento no firma la verdad de esta historia ni la anima secretamente desde su origen
De hecho en el renacimiento (S16) y antes , el loco antes de haber recibido su estatuto médico había adquirido una cierta densidad personal, una individualidad, del personaje sin duda mas que del enfermo, , el loco no ha necesitado de las determinaciones de la medicina para acceder a su reino de individuo, pero esta individualidad no ha seguido siendo inmóvil. Desde el fin de la edad media se ha encontrado solicitada a la solicitud de cierto humanismo médico, y bajo influencias del pensamiento árabe se han fundado hospitales para locos ( he aquí la experiencia de la locura como enfermedad)
Pero el loco desde el renacimiento es reconocido de otro modo, según una nueva unidad específica, que lo aísla del mundo sin darle exactamente un estatuto médico. Lo que ha caracterizado entonces al siglo 17 no es que se haya avanzado por el camino que conduce al reconocimiento del loco, se ha empezado al contrario a distinguirlo con menos claridad en todo caso, se le ha reabsorbida en una masa indiferenciada, el loco de la época clásica encerrado con los enfermos, los degenerados, los homosexuales, etc, ha perdido los indicios de su individualidad, se disipa en una aprehensión general de la sinrazón, la perspectiva se vuelve mas uniforme. Se hace pasar al loco del registro del hospital al de la corrección y dejando borrarse los signos que los distinguían, se le envuelve en una experiencia de la locura que es de una calidad totalmente distinta, y si hay médicos aquí es para prevenir por ej pero no para curar a los locos...
Lo que se ha producido entre el final del renacimiento y el apogeo de la época clásica no es tan solo la evolución de las instituciones, es una alteración de la conciencia de la locura: son los asilos de internado, las prisiones y las correccionales, las que en adelante representarán esta conciencia.
Puede haber alguna paradoja en encontrar en la misma época, locos en salas de hospital e insensatos en correccionarios y los prisioneros, pero ello esta lejos de ser el signo de un progreso en vías de completarse, de hecho los locos que están en el hospital encarnan, un estado de cosas superado, ellos nos remiten a esta época, fin de la edad media y hasta el renacimiento, en que el loco era reconocido y asilado como tal, no es el hospital lo mas reciente, sino que firma pro el contrario una sedimentación arcaica, aunque persistirán ambas experiencias
El reconocimiento de la locura en el derecho canónico como romano estaba ligado a su diagnóstico por la medicina (aquí se da un ej de lo que dice un tal zachias en siglo 17) En síntesis los poderes de decisión se remiten al juicio médico, solo el puede introducir a alguien en el mundo de la locura, distinguir el criminal del alienado irresponsable.
Ahora bien, la práctica del internamiento esta estructurada según un tipo totalmente distinto, no se ordena por una decisión medica, proviene de otra conciencia, es muy raro ver a los magistrados recurrir a un parte médico, lo que puede determinar y aislar al hecho de la locura no es tanto una ciencia médica como una conciencia susceptible de escándalo, la interdicción no comporta ningún peritaje médico es un asunto que debe arreglarse entre familias y la autoridad jurídica, parece que cada vez mas se tendió a prescindir del control médico que en el siglo 17 estaba previsto en el reglamento de ciertos hospitales, y a socializar cada vez mas el poder de decisión que debe reconocer la locura donde esta se encuentre.
Vistas las cosas desde los resultados parece que ha habido una transición de una teoría jurídica de la locura, bastante elaborada para discernir con ayuda de la medicina, y una práctica social, casi policíaca que la capta de una manera masiva, transición que parece normal, pero que cobra mas importancia si pensamos que hablamos de dos conciencias distintas, pertenecen a dos mundos distintos, la una se deriva de la persona como sujeto de derecho, la otra como ser social.
Aquí, Foucault sostiene que sobre el fondo de una experiencia jurídica de la alineación se ha constituido la ciencia médica de las enfermedades mentales, mientras que la conciencia social tendrá que ver con la otra experiencia del internamiento, mas reciente.
La diferencia con los conceptos en vigor para la práctica del internamiento es profunda, asunto entendible ya que hay como dos niveles de elaboración de la medicina, en un caso pone en juego las capacidades de un sujeto de derecho, , en el otro caso se pone en juego la conducta del hombre social y prepara así una patología dualista en términos de normal/anormal, de sano y enfermo.
Uno de los esfuerzos constantes del siglo 18 fue ajustar a la noción jurídica de sujetos de derecho ( que tiene que ver como se dijo con la versión mas “médica” la experiencia contemporánea del hombre social. Esos temas han guiado silenciosamente la elaboración del concepto de locura. La medicina positivista del siglo 19 hereda este esfuerzo. Admitirá como ya establecido y probado que la alineación del sujeto de derecho puede y debe coincidir con la locura del hombre social, en la unidad patológica..
La psicopatología del siglo 19 y quizá aun la nuestra cree situarse y tomar sus medidas por relación a un homo natura o a un hombre normal dado anteriormente a toda experiencia de enfermedad. De hecho ese hombre normal es una creación y si hay que situarlo no es en un espacio natural sino en un sistema que identifica el socius al sujeto de derecho.
La locura en la época clásica ha quedado dentro de dos formas de hospitalidad: la de hospitales propiamente dichos y la del internamiento, ha quedado sometida a dos formas de localización, una tomada del universo del derecho y que usaba sus conceptos, la otra que pertenecía a las formas espontáneas de la percepción social. Y entre esos aspectos la conciencia médica no es inexistente pero tampoco es autónoma, simplemente está localizada en las prácticas de hospitalización, también ocupa un lugar en el análisis jurídico de la alineación pero no es lo esencial ni mucho menos, ella articula, hace comunicar las reglas del análisis jurídico y la práctica del envío de los locos a establecimientos médicos, en cambio difícilmente penetra en el dominio del internamiento y la sensibilidad social que en el se expresa.
Cuando en el siglo 19 se decidirá internar en el hospital al hombre sin razón y cuando hará al mismo tiempo del internamiento un acto terapéutico destinado a curar a un enfermo lo hará por una medida de fuerza que reduce a una unidad confusa pero difícil de desanudar esos diversos rostros de la locura
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