Saussure, F. - Curso de lingüística general (Primera Parte. Cap I)






Naturaleza del Signo Lingüístico
Signo, significado, significante.
Aunque para algunos le lengua es una nomenclatura, una lista de términos que corresponden a tantas cosas (simplicista). La unidad lingüística es una cosa doble, formada por el acercamiento de dos términos. El signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica (huella psíquica del sonido) y es sensorial.
El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparecen cuando observamos nuestro propio lenguaje. El signo lingüístico es entonces, una entidad psíquica de dos caras. Estos elementos están unidos nítidamente y se requieren recíprocamente. Solo los enlaces consagrados por la lengua nos aparecen conformes a la realidad y descartamos cualquier otro que pudiéramos imaginar.
Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica. El uso corriente del termino signo designa solo a la imagen acústica y se olvida de que si llamamos "árbol"
Esa ambigüedad desaparecería con la designación de nociones que se impliquen recíprocamente al mismo tiempo que se opongan. Debido a esto se propone conservar la palabra signo para designar el conjunto, y sustituir concepto e imagen acústica por significado y significante, respectivamente. Estos términos marcan la oposición que los separa entre si de la totalidad de que forman parte.
El signo lingüístico posee dos caracteres primordiales. Al enunciarlos se deja planteado los principios mismos de todo estudio de este orden.


Primer Principio: Arbitrariedad del Signo
El vínculo que une al SDO con el STE (signo lingüístico) es arbitrario. Lo prueban las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: El significado "boeuf" (buey) tiene por significante b-o-f de un lado de la frontera y o-j-k-s (ochs) de otro. Este principio domina toda la lingüística de la lengua con sus consecuencias.
La arbitrariedad no debe dar idea de que el STE depende de la libre elección del sujeto hablante por que es inmotivado, es decir, arbitrario respecto del significado con el que no tiene ninguna vinculación natural en la realidad.
Solo existen dos objeciones a la postulación de este principio.
1) Basándonos en las Onomatopeyas se puede decir que la elección del significante no siempre es arbitraria. Pero estas nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. Su número es mucho menor de lo que se cree. Las onomatopeyas autenticas son poco numerosas, además su elección es en alguna medida arbitraria, pues no son mas que la imitación aproximada y semiconvencional de ciertos ruidos. Además, una vez introducida en la lengua se van mas o menos arrastradas por la evolución fonética y morfológica y que evidencia que han perdido algo de su primitivo carácter.
2) Las exclamaciones dan lugar a observaciones análogas y no son peligrosas para la tesis. Se ve en ellas expresiones espontáneas de la realidad, dictadas por la naturaleza. En cuanto a la mayoría de ellas se puede negar que exista un enlace necesario entre el significado y el significante. Basta comparar dos lenguas para advertir como varían las expresiones. Las onomatopeyas y las exclamaciones tienen importancia secundaria y su origen simbólico es discutible.


Segundo Principio: Carácter Lineal del Significante
Por ser de naturaleza auditiva, el STE se desenvuelve en el tiempo y tiene los caracteres que toma del tiempo: 
a) Representa una extensión y b) esa extensión se mide en una sola dimensión: es una línea. Todo el mecanismo de la lengua deriva de la primera ley y tiene mucha importancia. Sus elementos se presentan en sucesión, forman una cadena. Aparece en la escritura sustituyendo la sucesión en el tiempo por la línea espacial de los signos gráficos.


Inmutabilidad del Signo
Si en relación con la idea que representa, el STE aparece como libremente elegido, en relación con la comunidad que lo emplea es impuesto. No se consulta a la masa social y no puede ser sustituido por otro. La masa no puede ejercer su soberanía sobre una palabra y esta ligada a la lengua tal cual es. La lengua muestra que la ley admitida en una colectividad es una cosa que se sufre y no una regla consentida.
El signo lingüístico escapa a nuestra voluntad. La lengua siempre aparece como una herencia que precede. El factor histórico lo domina por completo y todo cambio lingüístico general y repentino. Consideraciones:
1. El carácter arbitrario del signo. Cuando profundizamos, la arbitrariedad del signo resguarda a la lengua de toda tentativa de modificarla. La masa no podría modificarla. Para que una cosa sea cuestionada se tiene que basar en una norma razonable. La lengua carece de relación simbólica y no hay motivo para preferir Soeur a Sister.
2. La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Un sistema de escritura compuesto de veinte a cuarenta letras puede reemplazarse por otro. Pero los signos lingüísticos son innumerables.
3. El carácter demasiado complejo del sistema. Una lengua constituye un sistema. Es un mecanismo complejo, la reflexión puede captarlo y los que hacen su uso cotidiano lo ignoran. Un cambio seria inconcebible sin la intervención de especialistas, gramaticos, lógicos.
4. La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. La lengua es en cada momento una ocupación de todo el mundo; difundida en una masa y manejada por ella, es una cosa de las que todos los individuos ser sirven.
En la lengua, cada uno participa en cada instante, y por eso sufre sin cesar, la influencia de todos. Esta integrada a la vida de la masa social y aparece ante todo como un factor de conservación.
Que la lengua tenga un carácter de fijeza no se debe solo al peso de la colectividad, sino a que también esta situada en el tiempo. Son dos hechos inseparables. La solidaridad con el pasado predomina sobre la libertad de elección. Por ser el signo arbitrario no se conoce otra ley que la tradición.


Mutabilidad del Signo
El tiempo, que asegura la continuidad de la lengua, tiene otro efecto, contradictorio con el primero: el de alterar mas o menos los signos lingüísticos. Se puede hablar entonces de mutabilidad e inmutabilidad que son dos hechos solidarios ya que el signo esta en condiciones de alterarse porque mantiene su continuidad. La alteración en el tiempo adquiere varias formas. La alteración sea aisladamente o no, se refiere a un desplazamiento de la relación entre SDO y STE.
Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que  desplazan en cada instante la relacion entre SDO y STE. Consecuencia de la arbitrariedad del signo. Ese carácter separa a la lengua de las demas instituciones.
Nadie puede cambiar nada en la lengua, pero la arbitrariedad de sus signos supone la libertad de establecer relaciones entre la materia fónica y las ideas.  Lo que resulta que cada uno de los dos elementos unidos en los signos conservan su vida propia fuera de la lengua, y esta se altera bajo influencias de sentido y sonidos. Al cabo de un tiempo se producen desplazamientos sensibles. No hay ejemplo de una lengua que la resista.
La continuidad del signo en el tiempo, ligada a la alteración en el tiempo, es un principio de la semiologia general (como en la escritura, lenguaje de sordomudos.)
Las causas de la necesidad del cambio están a priori al alcance del observador; no pasa lo mismo con la alteración a través del tiempo. El tiempo altera todas las cosas y la lengua no escapa.
1° En el lenguaje hay dos factores; lengua y habla. La lengua es el mensaje menos el habla. Un conjunto de los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender.
2° La lengua solo abarca uno de los aspectos de la realidad, el individual. Hace falta una masa hablante para que  haya una lengua. No existe fuera del hecho social, porque es un fenómeno semiológico.

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