Introducción.
Usted es asalariado, tiene una familia,
régimen de salario, matrimonio; he ahí dos normas universales. Con el régimen
de salario, están ligadas las nociones de oficio; con el matrimonio las de
propiedad privada.
Usted es comerciante. La norma denominada
“salario” no le concierne directamente, pero le atañe la medida en que tiene
empelados a quien les paga. En cambio usted se halla inscripto a igual titulo
que el asalariado en el sistema de la familia. Pero no en las mismas
condiciones materiales e ideológicas, replica la sociología.
Una norma universal, o considerada tal, ya
se trate del matrimonio, de la educación, de la ganancia o el crédito, es
designada institución. El hecho de fundar una familiar, el acta de matrimonio
también llevan el nombre de institución.
Por ultimo, formas sociales visibles por
estar dotadas de una organización jurídica y/o material: una empresa, una
escuela son denominadas instituciones.
En los 3 casos que hemos enumerado, el concepto
de institución no tiene el mismo contenido. se descompone en sus 3 momentos:
universabilidad, particularidad, singularidad.
El momento de la universabilidad es el de
la unidad positiva del concepto. El momento de la particularidad expresa la
negación el momento precedente, es así como, en nuestra sociedad regida por el
régimen del salario y el matrimonio, un individuo puede ser no asalariado y
soltero sin hacerse pasible de sanciones oficiales. No se debe confundir la
universalidad con la totalidad.
La sociedad funciona bien o mal, porque las
normas universales no es encarnan directamente en los individuos: pasan por la
mediación de formas sociales singulares. El momento de la singularidad es el
momento de la unidad negativa, resultante de la acción de la negatividad sobre
la unidad positiva de la norma universal.
A menudo se confunde particularidad con singularidad,
y se opone artificialmente lo universal a lo particular olvidando que esta
oposición es puramente abstracta que nunca existe en la practica.. con esto se
anula el tercer momento del concepto institución y la acción reciproca de los
tres momentos, sin la cual no hay dialéctica.
Otra confusión, consecuencia de la primera,
consiste en asimilar las formas sociales singulares a las normas universales o
bien reducirlas a la mentalidad de los individuos. En el primer caso, estamos
frente a la concepción tradicionalista, autoritaria que ven en el orden
establecido una positividad y una verdad intocables. En el segundo caso se
trata del psicologismo o del espiritualismo y es preferible “cambiar al hombre”
antes de pensar en cambiar el orden social.
Todo ordenamiento instituye una ruptura entre lo que
se puede y lo que no se puede hacer dentro de la forma social considerada.
Los modelos de acción posible, las normas de la acción
impuesta y sancionada y los modos de la acción simplemente deseable constituyen
en el entrecruzamiento y en las contradicciones de una organización singular,
un universo diferente de los universos definidos por otros ordenamientos, en
otras organizaciones.
La fabrica es una cárcel donde no se obliga a entra y
donde no se retiene a nadie, pero donde ciertos individuos se ven obligados a
ingresar por la lógica del origen social, de la herencias cultural y de la
selección escolar.
Toda forma social posee por consiguiente una unidad,
producido por su finalidad oficial que tomada en si misma y aisladamente,
recibe el nombre de función. La finalidad de las empresas industriales consiste
en producir.
La sociología de las organizaciones olvida que si bien
toda forma social posee una unidad funcional, esta unidad solo puede ser
negativa.
I. La situación analítica
El análisis institucional engloba por ahora
un método de conocimiento inductivo, que se sitúa junto al análisis funcional,
estructural y estructural-funcional, y junto a diversos modos de análisis
económico, político, etc
¿Qué es lo que permite construir una
situación analítica?
a. Una hipótesis
Mediante análisis en situación que no se
confunden con los “juegos de la verdad” de la psicosociología ni con “la
higiene social” de la sociología de las organizaciones, es posible descifrar
las relaciones que los grupos y los individuos mantienen con las instituciones.
Más allá de las racionalizaciones ideológicas, jurídicas, sociológicas,
económicas o políticas, la dilucidación de estas relaciones pone de relieve que
el vínculo social es, ante todo, un acondicionamiento del no saber de los
actores respecto de la organización social.
b. Los instrumentos de análisis
Residen en un conjunto de conceptos
articulados como sistema de referencia del análisis institucional.
1. Segmentaridad. La unidad positiva de todo agrupamiento social se apoya en un
consenso o en una regla exterior al grupo, o en ambos a la vez.
la unidad positiva del agrupamiento, lo que
le de a su carácter de formación social (es decir: le confiere una forma,
determinaciones morfológicas observables), funciona a la manera de la
ideología. Desde ese punto de vista, todo agrupamiento es una comunidad con
intereses convergentes. Tiene algo de sagrado y de intocable.
En el extremo opuesto a esta visión
ideológica, la acentuación de las particularidades de los individuos que
componen el agrupamiento produce la negación , a veces absoluta, de la
idea misma de comunidad.
Se considera entonces que la existencia de
los agrupamientos es innegable, pero que estos poseen una unidad negativa.
Lo que da su unidad a la formación, y su forma al agrupamiento, es la acción
recíproca, y a menudo oculta, de una multitud de grupos fragmentarios en el
interior del agrupamiento.
2. Transversalidad. La ideología grupista (en los pequeños
grupos) o comunitaria (en las grandes formaciones sociales como el partido, la Iglesia , la nación, etc.)
tiende a construir la imagen ideal del grupo monosegmentario, de la coherencia
absoluta, producida por una pertenencia única y omnipotente, que relega al
segundo plano todas las demás. El “grupo” _cualquiera que sea su volumen y su
historia_ se contempla narcisísticamente en el espejo de la unidad positiva, Este
tipo de agrupamiento que rechaza toda exterioridad es un primer caso de
grupo-objeto.
Un segundo caso de grupo-objeto está
constituido, a la inversa, por los agrupamientos que no se reconocen a sí
mismos ninguna existencia efectiva, fuera de la que les confiere instituciones
o agrupamientos exteriores a los que se asigna la misión de producir las normas
indispensables para el gupo-objeto, y de controlar y sancionar el respeto o la
falta de respeto hacia esas normas exteriores. Si el primer caso de grupo-objeto
es el de la banda o la secta, el segundo es el de agrupamientos definidos por
el lugar que ocupan en la división del trabajo y, por consiguiente, en las
jerarquías de poder. La estrategia de la secta o de la banda consiste en
someter al adversario, o simplemente al vecino; la de un grupo totalmente
dependiente consiste en “someterse” ante las instancias superiores (o lo que
las reemplaza), y en compensar este sometimiento mediante una racionalización
de la polisegmentaridad absoluta, es decir, del individualismo.
En los dos casos de grupo-objeto hay
negación de la transversalidad constitutiva de todo agrupamiento humano. Se
puede entonces definir la transversalidad como el fundamento de la acción instituyente de los agrupamientos, en la medida en que
toda acción colectiva exige un enfoque dialéctico de la autonomía del
agrupamiento y de los límites objetivos de esa autonomía. La transversalidad
reside en saber y en el no saber del agrupamiento acerca de su
polisegmentaridad. Es la condición indispensable para pasar del grupo-objeto al
grupo-sujeto.
4. Distancia práctica. Max Weber vincula dos
hechos fundamentales para la comprensión del análisis institucional: por un
lado, el alejamiento creciente con respecto a la base racional de las normas
institucionales; por otro, el alejamiento creciente con respecto a alas bases
racionales de las técnicas.
Como lo sugiere Malinowski, no hay
institución sin sustrato material.
Los dos sectores donde hizo su aparición el
análisis institucional están particularmente marcados por la inextricable
mezcla entre lo económico y lo simbólico en su sustrato material.
5. Implicación institucional. Habiendo considerado la distancia
institucional como la divergencia entre la acción y sus bases racionales, se
llamará “implicación institucional” el conjunto de las relaciones, conscientes
o no, que existen entre el actor y el sistema institucional. La segmentaridad y
la transversalidad actúan en el sentido de especificar y modificar las
implicaciones de cada uno de ellos, mientras que la ideología procura
uniformarlos.
6. Implicación práctica. También aquí se trata de un corolario de la
distancia práctica. Si esta última mide la divergencia del actor con respecto a
la base racional de las técnicas, la implicación práctica indica las relaciones
reales que este mantiene con lo que antes se denominó la base material de las
instituciones.
7. La implicación sintagmática. Es la implicación inmediata que caracteriza la
práctica de los grupos, “la articulación de los datos disponibles para la
acción”
8. La implicación paradigmática. Es la implicación mediatizada por el saber y
por el no saber acerca de lo que es posible y lo que no es posible hacer y
pensar.
9. La implicación simbólica. Es la implicación que más se expresa y menos
se piensa.
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