Galende, E. - Psicoanálisis y salud mental en la sociedad actual

 
Galende plantea las incertidumbres del futuro de la salud mental. Para la comprensión de la misma propone un recorrido por:
a) Las señales de la subjetividad presentes en nuestra cultura actual,
b) El análisis del impacto que las transformaciones de lo público y lo privado provocan en las subjetividades singulares,
c) Las características globales de los acontecimientos que están determinando los rumbos actuales del sector Salud y Salud Mental.
La salud es un fenómeno que no debemos comprender como lo “particular” de la clínica singular con un paciente y lo “general” de la cultura y la sociedad, sino de un campo de fenómenos cuyas tensiones y conflictos tienen siempre como lugar de expresión a los individuos, sus subjetividades singulares, sus modos de vida real, requiriendo un abordaje conjunto.
Mediante la comprensión de aspectos de la cultura y la vida social actual, en los cuales podemos desentrañar los valores de una producción de subjetividad que esta transitando por grandes trasformaciones, además de los modos como  esta cultura impregna obviamente la propia subjetividad de los terapeutas y psicoanalistas, en tanto sujeto de una misma cultura.

Plantea la constitución del campo de la salud mental desde una perspectiva crítica e histórica.
Desde sus orígenes en los años sesenta, las consignas de Salud Mental se apoyaron básicamente en los principios de lo que se llamó Estado Benefactor, y se dirigían prioritariamente  a una reformulación amplia de los criterios que hasta allí sustentaba la atención psiquiatrita. Esta reformulación implicó un cambio en la teorías sobre las enfermedades mentales, abriéndose a comprensiones aportadas desde la sociología, el psicoanálisis, la antropología, el trabajo social, etc.; se amplio el espectro de profesionales que podían intervenir en los cuidados de la salud mental; la critica a las institución manicomial dio lugar a la creación de otras modalidades de instituciones para la atención, y de un planteo de las fuerzas instituyentes del sujeto de la atención; obviamente las prácticas terapéuticas se ampliaron, sobre todo en la irrupción de las psicoterapias y el psicoanálisis. Todo esto fue posible porque se contaba con un Estado que asumía su función prioritaria
En la atención pública de la salud, a la vez que generaba políticas de protección social, que dieron lugar a lo que llamamos “seguridad social”, a través de la cobertura solidaria de los riesgos prioritarios de la existencia: vejez, incapacidad, desamparo, etc.
Desde hace unos años, por vía de la llamada transformación del Estado que llevan adelante las políticas neoconservadoras, éste abandona sus funciones de garante de la solidaridad social, tendiendo a retirarse tanto de la atención pública en salud como de la protección social. En el sector de la atención pública, ésta se limita a una cobertura de lo imprescindible, dirigida hacia los sectores más empobrecido de la población. Los programas comunitarios en Salud Mental, la Atención Primaria y las prestaciones en sus servicios periféricos se dirigen progresivamente a paliar los efectos de la exclusión social (desempleo, marginalidad, migraciones, etc.) y a la contención y apaciguamiento social de estos sectores. Las problemáticas que debe enfrentar los profesionales en este sector son las de la violencia (familiar, juvenil, maltrato a los niños, pero también a una presencia creciente de la violencia en los comportamientos individuales), Las adiciones a drogas, depresiones y desamparos extremos. Pero también se retira de su papel de garante de la solidaridad, y a través de la privatización de los riesgos promueve el avance de las empresas médicas y los seguros privados de enfermedad. Todo el proceso de privatización está dirigido a hacer entrar a la salud en los criterios económicos del mercado (cada uno tendrá la salud que pueda pagar), generando un avance del sector privado. Estos comienzan a ocupar un lugar importante en el dictado de las Políticas en Salud, siendo ya un generador de criterios para la atención médica. El Estado no sólo está restringiendo su aporte económico para la atención médica sino que también está resignando su papel en el dictado de las políticas en salud y de un modo especial en las de Salud Mental.

Este nuevo contexto, no sólo han cambiado ciertos parámetros de la psicopatología dando lugar a nuevas problemáticas mentales, los profesionales han visto modificada en poco tiempo su situación. En su desempeño en la atención pública, habiendo recibido una formación dirigida a la a la atención de las problemáticas clásicas (neurosis, psicosis, depresiones, etc.) debe enfrentarse con problemáticas nuevas para las cuales no tienen respuestas en sus teorías ni en sus métodos terapéuticos: violencia familiar o social, adicciones a droga, trastornos somáticos, desamparos, intervención en la comunidad sobre situaciones cuya carga social rodea toda dimensión subjetiva, etc. Además con la privatización se promueve el avance de las empresas médicas y los seguros privados, los profesionales del campo “psi”, aceptando sus criterios sobre la retribución económica, pero también sobre las modalidades de atención que perturban, subvierten y violentan sus propios métodos terapéuticos ya que se trata de reducir la salud a su valor de consumo, y por lo tanto a los valores del mercado, los criterios económicos son aquellos que imponen las empresas para la duración de los tratamientos, su frecuencia y aun en aspectos en aspecto del método, con independencia de los tiempos singulares del paciente, su patología o la percepción por el profesional de los aspectos prioritarios sobre los que debe dirigirse el tratamiento.
Esta situación está llevando a un reordenamiento de los valores de las diversas teorías y prácticas que se desempeñan en salud mental. Mientras el psicoanálisis no se acopla fácilmente a estas exigencias y se disfuncionaliza con los valores existentes, dados sus basamentos críticos, existe un conjunto de terapeutas que se han ido adaptando con facilidad a las nuevas condiciones. Se intenta explicar la naturaleza de las enfermedades mentales por ideales surgido de un imaginario social nuevo, que se acopla con facilidad a la ilusión de una respuesta sobre el sufrimiento mental que pongan sus causas fuera de la responsabilidad y los avatares de la historia de cada uno. Igualmente avanzan diversas prácticas curativas, en general basadas en la sugestión, que son funcionales con los valores dominantes en la cultura. A su lado, la oferta de grupo de autoayuda alimentan la ilusión de que, ya que vivimos en una sociedad que nos abandona y se desliga de los valores de la integración social,  sólo los que padecen una situación igual a la nuestra podrán comprendernos, dicha actitud no es más que desesperados esfuerzos de adaptarse a las coordenadas de una nueva situación social y cultural, que empuja fuertemente a todos, pero especialmente a los más fragilizados por su situación existencial, hacia la exclusión y la marginación. 

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