Frenquelli, R. - El sentido de la Bio lógica.







¿Qué tiene la biología para decir sobre la vida ?

Como siempre sucede, se entenderá algo del título recién al final del recorrido. No solo de esta clase, también de este curso. Es más, posiblemente a lo posible de toda nuestra vida. Sin dudarlo, me incluyo en la dificultad.

He tomado una pregunta de un Estudiante. Que hace unos años, muy apasionadamente, me dijo: “…qué tiene la Biología para decir sobre la vida ?”. Como siempre, lo de aquel joven encerraba varios problemas. En primer lugar, él había escuchado esa misma pregunta, aquí, en esta Facultad, de otro Docente. A poco trecho, era evidente que su pregunta ya tenía respuesta. Acaloradamente adhería a la idea que la Biología “no tiene nada que decir” sobre la vida. Pude entender que aludía a vida como “vida humana”.

Sabemos, por definición, que la Biología es el “estudio de la vida, de lo viviente”; entonces estábamos frente a un segundo problema, que es el de las paradojas. Su extraña idea, nos puso frente a frente, en oposición. Es posible que esta situación se reproduzca aún hoy, cuando nuestra primera clase del año.

Me gustó la pregunta. Casi mejor, diría la intervención de aquel joven. Corrijo lo de pregunta, pues no era claramente una pregunta. Era casi una afirmación. Pero nos dejaba un gran campo para pensar. Los Docentes de esta Facultad tenemos pocos momentos de encuentro realmente académico. Diría que casi ninguno. Los que tenemos no los tenemos por la institución en si misma. Los tenemos por otras razones, o bien por cuestiones profesionales, o bien por un cierto grado de amistad, lograda en otros momentos y lugares.  Son los Estudiantes, como les pasa a los hijos de matrimonios disfuncionales, los que traen y  llevan cosas. Ser Estudiante, en cierta medida, es un acto heroico: tienen que resistir a los “Docentes – Padres”. Algunos lo logran admirablemente.

Yo estaba por leerles lo siguiente:

 “El hombre piensa de dos modos: uno, el modo natural que compartimos con las bestias, el otro, el modo convencional (la lógica) del que sólo dispone el hombre”, Guillermo de Occam  (1289-1349)

“Los políticos ignoran que en la base de  sus problemas está lo biológico”, Bateson

“Pero lo psicológico asienta en lo biológico” , Bion (1992)

“Primacía de lo biológico, supremacía de lo psicológico”, Sabelli (1989)

“ En ciencia es malo, muy malo aceptar que hay umbrales que nunca podremos cruzar”, R. Thom

Posiblemente una manera un tanto extraña para iniciar  una exposición. Con varios personajes. Tal vez conocidos por Ustedes. Guillermo de Occam vivió entre 1298 y 1349; era de la Orden de los Franciscanos, un importante filósofo, muy conocido por la famosa idea de la “navaja de Occam”. Bateson, un antropólogo y epistemólogo del que seguramente nos escucharán bastante; Bion, un célebre nombre del Psicoanálisis británico; Thom, un matemático, el de la Teoría de las Catástrofes, muy asociada a la del Caos. Y Sabelli, un argentino, poco conocido tal vez, médico, un pensador interesante y complejo que alguna vez nos visitó, vive en Estados Unidos. Por ahora las dejo aquí.

Quiero empezar hablándoles  acerca de los Seres Vivos. Resulta interesante ver las respuestas que dan los Estudiantes cuando se les pregunta sobre lo viviente, sobre los Seres Vivos. Creo que la gente de la Biológica I ha tomado este tema, a modo de investigación. Aparecen muchas palabras sueltas, como “movimiento”, “algo que reacciona”, “equilibrio”.  A este respecto, J. Monod, un Nobel vinculado a la Genética, en “El Azar y la Necesidad” nos da tres categorías de análisis:

Morfogénesis Autónoma / Invariancia Reproductiva / Teleonomía

Tres cuestiones que nos caen de entrada muy pesadas. Pero… “no os desaniméis”, como dice D´Artagnan, el famoso espadachín. Veamos un poco. Morfogénesis Autónoma supone que nuestras formas provienen de un dictado que parte de nosotros mismos, que somos organizaciones que nos producimos a nosotros mismos, dictándonos nuestras propias leyes. Lo de Invariancia Reproductiva establece que los linajes que se van dando en la deriva del tiempo producen semejantes, un hombre produce otro hombre, no algo distinto de si mismo.  Teleonomía tiene que ver con el thelos de los griegos, con los fines, con el “para qué ?” . Una respuesta a esto, vinculada a la existencia de una causa que tenga que ver con el final, , nos diría que estamos donde estamos para cumplir con un cierto objetivo, para llegar a cierto punto,  llevados por una flecha hacia un blanco preciso. Llamamos a esto Finalismo. Responderíamos a ciertas determinaciones que inexorablemente llevan a un Fin. Una idea muy interesante para las Religiones. Nuestro pasaje por la vida, justificado por intereses celestiales. A veces como una prueba, un pasaje para alcanzar cierto objetivo. Esta idea es propia de la Teleología, que tiene que ver con el Finalismo, con las Causas Finales. Hay algo que resulta trascendental, que está más allá de lo inmediato, de lo corriente.

Teleonomía, en cambio, supone que los Seres Vivos representan en si mismos un Proyecto, que les es inmanente. Ese Proyecto que somos, en este caso,  no nos trasciende. No hay otro Propósito. El Propósito de la Vida, en todo caso, es la Vida misma. No otra cosa. Purposelessness, dicen los ingleses, con esa particular elegancia y economía de su idioma.

Todo esto, por favor, entendámoslo como algo muy sucintamente dicho. Cada uno de estos términos tiene pesadas intelecciones. Pero bueno, adelante !!!. 

Por de pronto nos hemos topado con una hermosa palabra: Autonomía, que quiere decir “dictarse leyes a si mismo”. Esto es un concepto bien de la Biología. Tanto de la Botánica, como de la Zoología, como de la Biología Humana.

Hace poco leía de un importante filósofo acerca de sus recuerdos cuando observó, en su primeros años de escuela, las formas de unos pólenes, al microscopio; de cómo había experimentado la maravillosa sensación del palpitar de la vida en ese mundo invisible. Bellas formas, que replican las del mundo visible, portando material genético merced a unos pelitos que recubren el precioso material central, responsable de la información. Esos pelitos, vibrisas en lenguaje más pulido, son como pequeñas alitas que producen un movimiento de rotación, un “spin”, al ser tomadas por el viento. Para llegar a fecundar a otra flor, pudiendo adherirse mejor. Y así, de ese modo, generar una semilla. Y esta otra planta. Y otra flor. El circuito eterno de lo viviente.

Donde hay una indistinción Productor – Producto.

Somos Estructura, es decir elementos y relaciones. Somos organización, como modo particular de relación que fija la dinámica de las transformaciones posibles. Somos Máquinas, no en el sentido “maquínico”, mecanicista, simplificador, cual una polea o una palanca. Lo somos como Unidades Complejas; dotadas de una Unidad, de un Sentido. Toda  Forma representan algo, toda Forma es una  Idea. El Sentido de la Vida, adelantándonos un poco, es la Vida misma. Un maravilloso intercambio de mensajes. Hablamos de Máquinas Humanas, en el sentido de una verdadera “ingeniería” de capaz de sutiles transformaciones. “Ingeniería” como ingenio, como creación, invención.

La palabra máquina suena duro. Tal vez esto tenga que ver con la vieja idea de una Biología ligada a los preceptos de la Física. No como una Ciencia independiente. Si pensamos que una máquina es un Sistema de transformaciones, no solo de fuerzas, estamos en otro terreno. Ha sido precisamente Heinz von Foerster, con su concepto de Máquinas No Triviales, quien nos ha ayudado a pensar un poco mejor esto. Sin los prejuicios fisicalistas, mecanicistas, de las máquinas como meros sistemas transformadores de fuerzas.

 De acuerdo a este genial autor, de quien pueden leer un artículo sin desperdicio, llamado “Objeto, Lenguaje y Realidad”, han sido precisamente las Sinapsis las responsables de la No Trivialidad de la Máquina Humana. Una Máquina Trivial, por ejemplo, resulta cualquiera de las “máquinas” de las que disponemos muy orondamente en todo momento. Por ejemplo, la misma computadora sobre la que estoy escribiendo ahora. Cada vez que oprimo la tecla “t”, esta se dibuja en la pantalla, posteriormente en una impresión. Siempre dentro de una lógica férrea, la Máquina Trivial responde inquebrantablemente de la misma manera. Podemos desarmarla, conocer todos sus componentes, decimos que resulta Sintéticamente Determinable. Con gran paciencia podemos llegar a conocer todos sus recursos, absolutamente todos: decimos que esta PC es Analíticamente Determinable. Y finalmente, para seguir con sus características triviales, diremos que no depende de una Historia. Ha salido de una fábrica, tal vez remota, ubicada vaya uno a saber si en Taiwán o Indonesia; carece absolutamente de alguna clase de emparentamiento con quien la ha producido, tampoco tiene ningún emparentamiento con sus productos, como serían mis escritos. Hay un divorcio total entre Productor y Producto.

Las Sinapsis han hecho posible que nuestro Sistema Nervioso opere estableciendo redes, “caminos neuronales” diversos, singulares.

Nosotros no somos un sistema de entradas y salidas como el monótono aparatito del señor que nos cobra en un estacionamiento.

O como un sistema cloacal, donde no hay otra cosa que una Entrada y una Salida, sin obstáculos.

En  cambio, en nuestro nivel, cada perturbación ambiental lleva un tratamiento diverso. Las Máquinas Humanas son divertidas. Eso quiere decir “divertido”, que es distinto, que es novedoso. Esta clase será diversa, tan diversa como el número de personas que la lean. No hablo de “divertida” al estilo de un intrascendente “happening”, o mejor como se estila ahora, de un “happy hour”. Las Máquinas No Triviales son Sintéticamente Determinables; es posible reconocer hasta el último de los átomos que componen nuestro cuerpo. Pero nunca lograremos saber todas las posibilidades, las variaciones de un Ser Humano: somos Analíticamente Indeterminables. Por eso Freud supuso con razón que un tratamiento psicoanalítico era “terminable”, pero que el análisis es “interminable”. Por último, lo damos por supuesto, somos Históricamente Dependientes. Respondemos a un linaje, venimos de un semejante, generamos semejantes. Si mis padres o mis hijos están en Taiwán o en Indonesia,  no nos resultará nunca un hecho indiferente.

Julio Moreno, en un libro muy recomendable, “Ser Humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza”[7], dice que somos lo que somos por error en nuestra animalidad. Los animales, como escuchamos todos los días, no se equivocan. Yo no creo que todos los animales sean iguales. Es posible que un insecto repita bien al estilo de una Máquina Trivial, con una lógica imperturbable. Pero tal vez un gatito ya no. Acaban de contarme algo escuchado en una Veterinaria. Una compungida niña había llevado su gatito que se había arrojado desde un octavo piso.  Debemos suponer un error de cálculo ?, tal vez impericia en las aptitudes gatunas ?. No lo sabemos. Pero cualquiera que haya observado a su gatito, a su perro, sabe que ellos se desesperan ante la partida del amado amo. Nunca han visto a un perro desesperado por subir a un auto ?,  por correr por el campo ?. Si no lo han visto…, les recomiendo hacerlo. Tener una planta, no digamos un animal en casa, es una brillante ocasión para estudiar Psicología. Durante un tiempo observé dos perros en mi barrio: estaban todo el tiempo solitos, en una terraza. Cada tanto encontrábamos a cualquiera de ellos, medio maltrechos, vagando por la calle,  ladrando inútilmente en la puerta de su casa. No me parece descaminado pensar que estos perros se tiraban al vacío, desesperados ante la soledad, deseosos de reunirse con “el otro”.  No parece tan cierto aquello de la “rigidez” del instinto en estos animales.

Vuelvo a Moreno, el hace una ecuación: H = A + U; donde H es humano, A es animalidad, U es lo humano de lo humano. Algo así como una versión simplificada del famoso aserto: “el hombre tiene todo lo del animal, más algo que le es propio, distintivo”. Claro que A + U no es una simple sumita; es una compleja interacción, un muy complejo ensamble. Moreno dice que por  ese “error de nuestra animalidad” es que tomamos contacto con inconsistencias. Inconsistencias, una bella palabra. Por lo sugerente que resulta. Inconsistencia tiene que ver con contradicción, con  paradoja. Con lo incompleto, con lo enigmático, lo misterioso.  De hecho que todos nosotros, todos los días, en todo momento, tratamos de borrar la percepción – conciencia de lo inconsistente. Tratamos de volver a la lógica binaria, irreductible, del “negro es negro”, “blanco es blanco”. Pero bueno, también estamos abiertos al cambio, a retranscripciones de nuestros sistemas representacionales.

Me resulta difícil pensar que somos “un error de la animalidad”. Lo entiendo en tanto la Evolución “juega a los dados”, en tanto el Azar tiene mucho que ver con lo que ha resultado nuestro Sistema Nervioso. En todo caso me parece un “error genial”. Ese “error genial” es nuestro Telencéfalo, nuestro Tercer Cerebro, el responsable de la Imaginación abstracta, de la Creación.  Y del Lenguaje. 

La Repetición puede verse también desde lo lleno del vaso: puede ser un intento de modificar algo. Todo depende del grado de tozudez. En nombre de que pomposamente llamamos “experiencia”, tropezamos dos veces, muchas más también, con la misma piedra. La Repetición, si es que podemos hablar de ella, nos pone de cara a una cierta imposibilidad de resolver de un modo más adecuado la contradicción. Predomina el “es cómo yo digo”, no se tolera la co presencia de “no es cómo yo digo”.

Y aquí es cuando debo decirles que Julio Moreno, tal vez sin ninguna mala intención de su parte, deba reconocer una enorme deuda intelectual con Gregory Bateson. Ha sido Bateson quien introdujo,  hace muchos años ya,  el problema de la paradoja en sus estudios sobre los delfines, también – por supuesto – en el hombre. Y en tren de recomendar una lecturas, no dudo: “Una teoría del juego y la fantasía”, en su “Pasos hacia una Ecología de la Mente.

En “Espíritu y Naturaleza”, nos dice que en Biología no hay valores monótonos.  Esto quiere decir que la deriva  de un número no es lineal: uno, dos, tres, cinco, siete y así…; en Biología los valores son cambiantes, por arriba y por  debajo de la línea del cero…, al estilo de dos, tres, menos uno,  cuatro, menos dos… Jocosamente dice que los políticos están muy acostumbrados a aumentar en forma lineal, que eso es antibiológico, en otras palabras “antivida”. La vida es un constante cambio, una constante oscilación. Donde la certeza cede lugar a la incerteza. No es bueno eso de las “re-re-elecciones” Alguna vez “hay que largar”. Ignorar la base biológica de las cosas, tarde o temprano, lleva a grandes catástrofes. Seguir sumando dinero, por parte del capital internacional, terminará con todo, incluyendo el propio capital. Eso es la inconsistencia.

Una lamentable operación es aquella que lleva tirar dardos contra la Ciencia. Como si ella fuera la culpable de la polución de los ríos y los mares, del agujero de ozono, de la pedrada de hace unos meses atrás. La Ciencia es un relato propio de las características humanas.  Está claro que podemos hacer explotar el planeta en cualquier momento. Pero esto no es culpa de la Ciencia y de los Científicos. Esto es, en todo caso, aquello del “error de nuestra animalidad”. El haber salido del molde de lo Trivial. Ese es el precio de haber desafiado a los dioses. Y bien, aquí estamos. Veremos que pasa, como dicen Lorenz y Popper, en un libro que han escrito juntos: “El porvenir está abierto”. Veremos hacia donde. Pero es muy malo, “no cruzar umbrales”. Nuestro medio académico parece estar caminando raudamente hacia el terreno de la “anti ciencia”. Una fraseología interminable se sacude. La famosa expresión “no hay progreso” confunde. Se entiende que todo rigor, toda minuciosidad en el tratamiento de un tema es algo fútil. Me hace acordar a los setenta, cuando algunos compañeros de izquierda, hoy grandes empresarios de la Medicina, hablaban de la “reacción”, de los “reaccionarios cientificistas”.  Ciertos lugares de trabajo, ciertas personas, eran verdaderos anatemas. Hoy, en nuestro medio, tomar a la Psicología como Ciencia, al Psicoanálisis como Ciencia, es anatema. Creo ver allí la misma postura fanática de aquellos años. La Biología, en una rápida reducción, ha caído del lado de la “reacción”.  Ya no “cientificista”,  es simplemente la “reaccionaria Biología”. Pero en los setenta la gente era un poco más “léida”. Diría que un “poco mucho” más.

Sabelli habla de “La Unión de los Opuestos”.  Muy a lo Heráclito, juega con las oposiciones. Entiende a lo Biológico como anterior evolutivamente hablando, como algo más extenso y menos complejo; lo Psicológico, que coloca en orden de complejidad por encima de lo Sociológico, como más moderno, menos extenso y complicado. Y en mutua interacción. E instala estos términos: Primacía, Supremacía. Habla de la “unión de los opuestos”, donde hay lucha y armonía; se establece un Proceso, con un flujo irreversible, sometido a bifurcaciones, con cambios y creación de estructuras.

Yo creo que es harto difícil despegar “lo biológico” de “lo psicológico”, de “lo social”. Si lo entendemos como Proceso. Sí creo que son esquematizaciones necesarias para el estudio. Si se quiere, estas tres denominaciones, son  reducciones útiles.

Confieso que no tolero muy bien expresiones tales como “…y aquí estamos hablando ya no de lo biológico, hablamos de lo psicológico”. Entiendo que es una expresión prejuiciosa, epistemológicamente incorrecta. Entiendo que podemos hablar de diferentes maneras, fundamentalmente de diferentes métodos para abordar a los hechos. Pero los hechos son unitarios.  Ya hemos dicho que la “animalidad” está inextricablemente unida a la “humanidad”.  Es más, hemos visto las insuficiencias de la humanidad. Insuficiencia que tal vez sea su máximo honor, su  punto más elevado, a la vez que el más frágil.

Prefiero pensar a lo psicológico desde lo funcional, como una propiedad emergente de la materia organizada. Donde todo lo existente se remite a tres elementos fundamentales: la Energía, la Materia, la Información.

Opino que esas expresiones a las que me refiero un poco más arriba, tales como “…no estamos hablando de lo meramente Biológico…”, no sólo están cargadas de prejuicios, también tienen mucho de gastadas contraseñas semánticas, al servicio de “marcar territorio”, generalmente frente al temor de ser interpretado como un “positivista”. Hoy en día, en realidad casi siempre pasó – aunque con los lógicos cambios que impone el dictum de la moda y el poder - , si uno no dice “subjetividad” en las primeras diez o veinte palabras que pronuncia, está poco menos que muerto. 

Vuelvo al valiente Estudiante del que les hablaba al principio. No hay dudas que aquel joven repetía alguna de esas frases tan repetidas. Lamentablemente. Aquella no era una pregunta genuina de un Estudiante. Las verdaderas preguntas de estos son preguntas ingenuas, frescas, muestran desconocimiento pero de otra manera. Una manera que es humilde e inteligente a la vez. Es fácil darse cuenta.

Aquella pregunta, aunque útil para esta ocasión, era un “como sí”. “Como sí” fuera una pregunta. Posiblemente un exagerado mimetismo. Seguramente  producto de uno de los primeros pasos en la apropiación del conocer, que es la imitación. Con esto estoy dejándole paso a aquel joven, pues desde la imitación puede nacer lo verdadero, en el sentido de lo propio.

Vuelvo a aquello de la torsión del Instinto. Algo que es posible cuando éste, venido de las profundidades del Cuerpo, sus intersticios, desde las mismas “tripas”, atraviesa las capas superiores del Sistema Nervioso Central: el Sistema Límbico, la Corteza Cerebral. Es allí donde su objeto pasa a ser contingente.

Se habló del “suicidio de las ballenas”, según ciertos episodios que suelen llamarnos la atención en las noticias que nos llegan desde otros lares. Como el caso de Australia. No es tal suicidio, ni una supuesta demostración más de la hipótesis del “instinto de muerte”. Sabemos que la ballena madrina, la que guía el conjunto, pierde el sentido de la profundidad con los cambios de las mareas. Es un error del “sonar” que les indica la profundidad. En nuestro más modesto Parque de España, al parecer, también hay “perros que se suicidan”. Me inclino a pensar que se trata de un error de cálculo. Pero si hay perros, también gatos, que se mueren de tristeza, que se desesperan al máximo. Que mueren por Amor. Que es una cuestión bio – lógica.

 Nosotros diremos que es imposible entender el entorno sin entender lo entornado. Que sin una visión de conjunto vamos descaminados.  No es posible conocer lo exterior sin conocer lo interior. Para nosotros, hablar del Cerebro Humano, implica la posibilidad de entender la Cultura. De hecho al Sujeto.

No hay Sujeto sin Cerebro, no hay Sujeto sin Cultura.

Entendemos los opuestos Naturaleza y Cultura en un trabajo sinérgico, exactamente lo mismo que a otros pares clásicos como Mente y Cerebro, Genético y Ambiental o, si quieren una versión más simple, lo Interno y lo Externo. Pares antitéticos unidos en una operación recursiva, de indistinción.

Nuestra Subjetividad asienta en la trama íntima de las redes neurales, no puede ser de otra manera.

Nuestra Subjetividad, no es otra cosa que la trama diversa y cambiante, autoorganizada de complejas determinaciones y azar, con múltiples entradas y re entradas caleidoscópicas en incesante relación. Siempre decimos: la relación es la Categoría fundamental de lo Viviente. 

Afirmaremos que la Biología tiene mucho que decir sobre la Vida. Y sobre la Psicología.

La general oposición a la Biología, bien fundada en esa hermana del prejuicio que es la ignorancia, nos ha puesto en esta Facultad en un lugar de privilegio. Que es el lugar de luchar contra brutales intentos de cerrar cuestiones, propio de la intolerancia a las inconsistencias características de cualquier teoría.

“Serás como tu padre, pero no serás como tu padre”. Así reza la extraordinaria captación de Freud acerca del drama de nuestra existencia: el Complejo de Edipo.

El aferramiento a las figuras de crianza tiene que ver con nuestra Bio – Lógica condición. Y desde allí se desencadena todo nuestra dramática, tan claramente encerrada en este decir. Pues somos mamíferos nacidos prematuramente, con mucho tiempo de dependencia a las figuras de apego, con un Cerebro capaz de imaginar desde muy temprano.

Con nuestra capacidad para crear nuevos conjuntos, nuevas formas, nuevas insolubilias, siempre bajo la presión de la Cultura.  A partir de allí es que nos vemos ante la extraordinaria tarea de Ser Humanos. Aunque para mi suena mejor Devenir Humanos.  

Ese Cuerpo del que les hablo, que palpita anhelante por los otros, no es otro que el de la Bio – lógica. El de la Lógica de lo Viviente. Es el Cuerpo del chupeteo intrauterino, el del Reflejo de Moro, el del llanto, el de la onomatopeya. Es el cuerpo de la Pasión. El que irá engarzando en las Sinapsis nuestra Historia singular. El tan mentado “Cuerpo de la Anatomía”, el no menos mentado “Cuerpo del Psicoanálisis”, por citar algunas variantes, son descripciones. Nada más que descripciones. Hechas desde el polo de la Razón, desde un Lenguaje bien exterior, conciente. Mucho antes del Lenguaje Digital tenemos otro Lenguaje: el Analógico Icónico. Donde hay otra Anatomía, la del Análisis Situs, la del Cuerpo Topológico. Algo que el niño descubre, conoce palmariamente, mucho antes del Cuerpo de la Anatomía o del Psicoanálisis.

Ese cuerpo, el que nos conecta “mágicamente” con los otros, en prolongaciones extensas e indiferenciadas, es el Cuerpo de la Bio lógica. Nada más evidente, nada más adecuado ante la difícil tarea de comenzar la vida en tan desventajosas condiciones.

Para nosotros, y en esto creemos seguir fielmente a Freud, el Lenguaje brota desde nuestro interior. Desde esa desesperada búsqueda que se inicia con el llanto y la onomatopeya. La de M de “mamar”, de “madre” y “amor”. Para la Biología el Lenguaje no es un mero “jueguito de palabras”,  de meras similcadencias y, muchas veces, ya en un terreno más bien trágico, de falsas etimologías[14]. Es el que brota desde los complejos imagen emoción que nos constituyen desde los primeros momentos. Que siempre son momentos junto a los otros.

Por eso, digámoslo sin ambages: la Biología es siempre relacional vincular. En realidad, nada de lo existente deja de representar un conjunto de pautas interconectadas, en Proceso.

Como esta y todas las clases que puedan venir. Como aquella y todas las preguntas.


2 comentarios:

  1. No era más fácil y adecuado mandarlo a leer Darwin a ese alumno?

    Ahora, si quería enseñanzas sobre la vida, las esperaba de la psicología?

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  2. yo qeria un analisis del texto julio moreno ser humano la inconsistencia los vinculos, la crianza

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