Psiconeuroendocrinología - Consideraciones generales sobre estrés

La palabra Stress en Inglés tiene varias acepciones, la que más interesa es la tensión, La fuerza o la demanda de energía, que se ejerce sobre alguien o sobre alguna cosa. Esta definición general fue delimitada por Selye, estableciendo que es la reacción no específica del organismo ante cualquier exigencia que sufre, con prescindencia de todas las reacciones específicas.
Lo de reacción no específica es lo sustancial de la definición
En la definición de estrés se recalca en la exclusión de las reacciones específicas, reacciones específicas son por ejemplo las necrosis ocasionadas por quemaduras o congelamiento, o la anemia consecutiva a una hemorragia, o el estado de ánimo que caracteriza a la angustia.
Stress son los cambios que ocurren en la intimidad de ciertos órganos, tejidos y en el medio interno, y que acompañan a cada una de estas reacciones lo mismo que todos los agentes nocivos determinantes de cualquier estado patológico, lo que equivale a decir que hay estrés en todas las enfermedades.
Una de las principales fuentes de error consiste en confundir al stress con el agente provocador, y así, ni la quemadura ni el congelamiento son stress, tampoco los estados de ánimo, la tensión nerviosa o la angustia, sino los cambios que ellos ocasionan, que son similares a los de cualquier agente provocador. Tampoco es stress el conjunto global de trastornos sufridos por el organismo sometido a estos agentes, pues ellos se incluyen en los cambios específicos.
El mismo “funcionamiento normal del organismo”, de los órganos y de las células, también son causa de stress, aunque en este caso se trata no solo de un stress inevitable, sino también benéfico, inseparable de la condición de vivir.
La obra de Selye está destinada a comprobar eficazmente todos los aspectos del stress, tal como el lo definió, involucró tres premisas:
1) Cualquier stress provoca un síndrome con manifestaciones generales, esencialmente similares, cualquiera sea su causa.
2) Este síndrome ayuda a la adaptación.
3) La adaptación puede causar enfermedad.
Tenemos un stress fisiológico, llamado así porque no significa daño, el cual es en realidad un proceso reversible, similar a la respiración, los latidos cardíacos y la digestión., y es, como estas funciones, inherente e inseparable de la vida, que cesa si ellos se suprimen.
Tenemos así, en la obra de Selye, primero, un fundamento experimental de extraordinaria coherencia en todos sus componentes, que se concreta en el síndrome general de adaptación (SGA) y las enfermedades de adaptación y, segundo la derivación de sus comprobaciones para sustanciar el concepto de stress fisiológico y que por serlo es benéfico.
El Síndrome General de Adaptación es el conjunto de las manifestaciones concretas y objetivas del stress. O sea, es lo que se ve y hasta se puede medir del stress. Es un “síndrome” por que las reacciones que lo integran, aunque parcialmente independientes, son coordinadas, es ‘general’ pues afecta a la totalidad del organismo, y es de ‘adaptación” pues permite adaptarse y adquirir resistencia para soportar el stress. Se desarrolla en tres fases:
1) La reacción de “Alarma”;
2) La fase de “Resistencia” y
3) La etapa de “Agotamiento”.
La dilucidación de campos orgánicos, bioquímicos y funcionales que ocurren en cada una de estas fases, son el resultado más trascendente de las investigaciones de Selye.
En el curso del Síndrome General de Adaptación, la resistencia general inespecífica recorre también tres fases: desciende en reacción de alarma; aumenta en la fase de resistencia y cae definitivamente en la de agotamiento. Las causas determinantes del Síndrome General de Adaptación (SGA) son infinitas y son las mismas del stress.
La reacción de alarma es la respuesta inicial, con cambios que afectan a la totalidad del organismo y que las formas más intensas configuran es stress con sus manifestaciones típicas tan bien conocidas y que pueden llevar a la muerte. Las modificaciones estructurales de mayor significado se compendian en la tríada de aumento de volumen de las suprarrenales, hiperemias y con pérdida de lípidos, atrofia del timo y otras estructuras linfáticas y evisceración de la mucosa gástrica y duodenal. Pronto la reacción de alarma es seguida por una reacción de defensa que permite superar esta etapa crítica y siempre aguda que es la fase de resistencia, cuyo proceso más llamativo ocurre en la corteza suprarrenal, con todos los signos de la actividad secretora y la consecuente descarga hormonal (cortisol). Finalmente, si el agente nocivo sigue activando con la suficiente intensidad, se llega a la etapa de agotamiento, con cambios similares a los de reacción de alarma inicial, pero más acentuados e irreversibles.
Todas estas modificaciones son regidas por el sistema hipotálamo-hipofiso-suprarrenal, cuya verdadera finalidad es la regulación de la producción y descarga de las hormonas de la corteza suprarrenal (corticoides).
Lo que el Síndrome General de Adaptación (SGA) persigue es el ascenso de la producción de cortisol y consecutivamente de su concentración plasmática, y del que llega a todos los tejidos, pero guardando una adecuada relación con los mineral corticoides. En estas condiciones, el ascenso es masivo, en otras es atenuado, efímero, fugaz y hasta difícil de comprobar. Sin embargo se ha comprobado que el stress de diverso origen se acompaña de ascenso de la actividad bioeléctrica del hipotálamo, lo cual debe vincularse al ascenso de secreción de hormona liberadora de corticotrofina, cuyo contenido en la eminencia mediana esta aumentado en diversas condiciones de stress.
En la Fase Inicial de la Reacción de Alarma el sistema hipotálamo-hipofiso-suprarrenal no alcanza a actuar sostenidamente y en consecuencia el nivel de cortizol no asciende en la medida y por el tiempo necesario, y pronto se agotan las disponibilidades. La fase de resistencia, en cambio, representa la recuperación adreno-cortical y el ascenso sostenido de la producción hasta niveles adecuados para asegurar la adaptación.
Uno de los signos mejor definidos de la reacción de alarma asienta en el timo que bajo la acción del estrés intenso sufre un proceso de atrofia aguda, lo mismo que los ganglios linfáticos, reacción que se produce también por medio de la administración de dosis elevadas de glucocorticoides.
Para Selye el cortisol actúa sobre la resistencia en forma sintóxica “Como tranquilizante de los tejidos, creando un estado de tolerancia pasiva que permite una coexistencia pacífica con los agresores”, en oposiciones cata tóxicas que “Son las que atacan a los agentes nocivos, por ejemplo, produciendo enzimas que destruyen los compuestos tóxicos”; a estas el organismo no las produce en forma material.
 
La homeostasis
El concepto de estabilidad del organismo y sus componentes está vinculado a la constancia del medio interno que baña a todas las células (Claud Bernard). Otros fisiólogos lo extendieron y concretaron hasta que Walter B. Cannon lo sistematizó en múltiples aspectos originales y creó el término homeostasis, que significa la capacidad del organismo para mantener su estabilidad o equilibrio, no obstante las acciones exteriores que se ejercen sobre el. Selye puso en evidencia la intervención de un complejo sistema que coordina la acción de diversas hormonas junto a la principal del cortisol y junto a nuevos descubrimientos y enfoques configura la homeostasis de adaptación y resistencia.
La homeostasis de adaptación, lo mismo que cualquier otra homeostasis no significa una condición fija sino que dentro de su constancia sufre variaciones dentro de límites más o menos estrechos, para tornar prontamente la situación de equilibrio. Ante la multiplicidad de las agresiones, los mecanismos de la homeostasis adaptativa se hallan en constante actividad y si no se exteriorizan es porque la adaptación tiene éxito. Dichos mecanismos funcionan en base al “sistema de retroacción hipotálamo-hipofiso-superarenal” que comprende en primer escalón al hipotálamo, con sus células neurosecretoras productoras de la hormona liberadora de corticotrofina o ACTH y también posiblemente inhibidoras. Dichas células reciben múltiples influencias del sistema nervioso central por medio de neurotransmisores estimulantes e inhibidores, al mismo tiempo que son moduladas en circadiano originado en el hipocampo y la amígdala o, alternativamente en los núcleos supraquiasmaticos; o sea:
- El hipotálamo no es el iniciador del stress sino aquellas situaciones o factores que lo estimulan y lo ponen en marcha.
- El hipotálamo está influenciado por diferentes factores, como por ejemplo el ritmo circadiano o situaciones de la vida cotidiana.
Por el sistema porta diencéfalo-hipofisario, las hormonas hipotalámicas llegan a la eminencia mediana y desde esta siempre por vía vascular alcanzan las células corticotrofas de la adenohipófisis. Estas producen la corticotrofina que pasa a la circulación general con destino a la corteza suprarrenal cuya actividad estimula con la consiguiente producción de cortisol, el cual en un circuito de retroacción vuelve al hipotálamo y quizá también a la adenohipófisis, inhibiendo en esta la secreción de corticotrofina.
El objeto de este mecanismo es el mantenimiento de una tasa de producción de cortisol adecuado para asegurar la adaptación y por ende, la salud, ejerciendo una vigilancia permanente sobre la resistencia, no solamente cuando se producen desvíos, sino también en condiciones aparentemente estables con el fin de corregir aún las oscilaciones mínimas. O sea que el sistema hipotálamo-hipofiso-suprarrenal no descansa nunca, hallándose en constante actividad.
La homeostasis del cortisol está supeditada a un servomecanismo abierto a la influencia de diferentes factores.
 
Las enfermedades de adaptación
La salud es la expresión del buen mantenimiento de la homeostasis, con adecuada adaptación frente a la multitud de agentes nocivos que atacan al organismo. Para que la salud se mantenga, es necesario un correcto un correcto y permanente Síndrome General de Adaptación (SGA) con equilibradas reacciones del sistema hipotálamo-hipofiso-suprarrenal en sus diferentes escalones.
Selye exploró las consecuencias de la ruptura de ese equilibro, mediante diferentes procedimientos y así definió las enfermedades de adaptación como aquellas en las cuales por una falla del Síndrome General de Adaptación desempeña un papel importante reservando esta clasificación para las situaciones en las que “elfactor de adaptación es más importante que el factor etiológico mismo. Ninguna enfermedad puede ser considerada como enfermedad exclusiva del corazón o una enfermedad infecciosa, sin vinculación con otros vínculos gnoseológicos”.
Estas enfermedades son consideradas por Selye como “poli causales”, cada una puede ser ocasionada por diversos agentes etiológicos pero resulta aún más llamativo que, siendo tan distintas unas de otras su iniciación y desarrollo dependen de un trastorno. Otra característica distintiva consiste en que en las enfermedades específicas, la acción del agente causal va seguida necesariamente o por lo menos en una elevada proporción de casos, de la enfermedad y cuando ello no ocurre es por que al mismo tiempo actúa una reacción de defensa inmunitaria especifica o una exitosa “reacción inespecífica”, en cambio, en las enfermedades de adaptación, la enfermedad “se desarrolla en una proporción limitada”, de los indicadores sostenidos a la acción del alarmógeno, debido, justamente, a un adecuado Síndrome General De Adaptación.
En las reacciones integrante de todas las enfermedades, aún en las más específicas y en las aparentemente localizadas interviene un componente adaptativo, y en estas circunstancias, al hacerle perder a estas enfermedades parte de su individualidad se la aumenta, definiendo mucho mejor el origen y el mecanismo de cada reacción patológica que integra su cuadro clínico.
Para comprender mejor el problema, conviene analizarlo en tres aspectos:
1) El que concierne a los alarmógenos.
2) El desvío del Síndrome General de Adaptación que determina la consecuencia patológica, en lugar de lo que debiera ser una defensa exitosa.
3) El desarrollo de la enfermedad de adaptación propiamente dicha.
Los alarmógenos
Los alarmógenos son infinitos, y tampoco es fácil intentar una clasificación. Sin embargo, se los puede agrupar de acuerdo con la vía por medio de la cual alcanzan el hipotálamo.
A) Algunas influyen sobre el hipotálamo por vía nerviosa, cercada en sus distintos eslabones, destacándose la tensión nerviosa, los choques emotivos, originando en la corteza cerebral como consecuencia de acontecimientos exógenos o endógenos, con la consiguiente corriente emotiva y expresadas en las manifestaciones objetivas de ansiedad o angustia, alcanzan el hipotálamo, con etapas en el sistema límbico y el mesencéfalo, con reacciones estimulo inhibidoras.
B) El dolor, periférico o central, llega al hipotálamo por medio de los nervios correspondientes a su origen y de la médula espinal.
C) El calor y el frío podrían actuar sobre las neuronas hipotalámicas como lo hacen para promover la descarga de tirotrofina.
D) Muchos otros alarmógenos actúan por vías menos definidas, muchas de ellas hipotéticas y que involucran diferentes mecanismos por ejemplo: traumatismos, fracturas, quemaduras, congelamiento, y radiaciones (por medio de productos originados en la necrosis de los tejidos afectados), infecciones bacterianas (por medio de toxinas bacterianas), hemorragias y deshidratación (desequilibrio del medio interno), etc.
Los alarmógenos pueden actuar en forma aguda o crónica dentro de una amplía gradación de intensidad y son evidentes; pero también hay otros difíciles de individualizar.
Desvío patológico del Síndrome General de Adaptación (SGA)
El organismo del hombre está sometido a una cantidad de agresiones muy superior al número de enfermedades que llega a aparecer. Un número aún mayor de alarmógenos inespecíficos también lo ataca, pero debido a su eficaz Síndrome General de Adaptación (SGA), el organismo se adapta y el resultado es un aumento de la resistencia inclusive sin ningún cambio aparente y muchas de estas agresiones resultan benéficas. Sin embargo, los alarmógenos intensos y los que actúan reiteradamente sobre el organismo resultan siempre nocivos, exteriorizándose en forma de enfermedad de adaptación.
Modalidades del desvío patológico del Síndrome General de Adaptación
Una deficiencia o exceso de hormonas de adaptación (corticotrofina, glucocorticoides, mineral corticoides) producidos durante el stress.
Un exceso o deficiencia de la cantidad de hormonas fijadas por los órganos efectores durante el stress.
Una desproporción de la producción relativa o de la fijación relativa de hormonas antagonistas, principalmente el cortisol y la aldosterona.
Alteraciones metabólicas o subcelulares producidas por el stress que alteran la respuesta normal del órgano o tejido efector a las hormonas de adaptación.
Estos desvíos son de magnitud diversa; no son excluyentes y no existe relación entre el tipo de desvío y la enfermedad resultante.

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