Voloshinov, V. - Lengua, Habla y enunciado


Los representantes del objetivismo abstracto ponen de relieve que el sistema de la lengua es un hecho subjetivo exterior e independiente de cualquier conciencia individual. Solo puede ser percibido así por la conciencia individual.
La lengua aparece como una corriente incesante de transformación. No descubre momentos en que pueda construirse un sistema sincrónico.
Para el historiador de la lengua que tiene punto de vista diacrónico, un sist. sincrónico no es una entidad real, sirve como escala convencional.
Un sistema sincrónico existe solo desde el punto de vista de la conciencia subjetiva de un hablante individual que pertenece a un grupo lingüístico particular de un momento histórico particular. Desde el punto de vista objetivo no existe en ningún momento real de la historia.
Cualquier sistema de normas sociales existe solamente con respecto a la conciencia subjetiva de los individuos que pertenecen a una comunidad particular gobernada por normas. (morales, judiciales)
Si afirmamos que la lengua como sistema de normas indiscutibles e inmutables tiene existencia objetiva se comete un error  Pero si afirmamos que la lengua, con respecto a la conciencia individual es un sistema de normas inmutables, se expresa una relación objetiva.
La mayoría de los representantes del O A afirman la realidad no mediada, la objetividad no mediada de la lengua como sistema de formas normativamente idénticas. En la segunda corriente, el O. A. se convierte en una hipostatizacion del objetivismo abstracto. Ni un solo representante ha llegado a un concepto claro y distinto de la clase de realidad que posee la lengua como sistema objetivo.
El sist.de la lengua es producto de la reflexión sobre la lengua, no realiza la conciencia del hablante y no se produce con el propósito de hablar.
La atención del hablante se concentra en relación con el enunciado concreto en particular que produce. Lo que importa es aplicar una forma normativamente idéntica en un texto concreto y particular. El hablante no valora aquel aspecto de la forma que es invariablemente idéntico en todas las circunstancias en que se usa, sino el aspecto de la forma lingüística que le permite figurar en el contexto concreto y determinado, que le permite convertirse en un signo adecuado a las condiciones de la situación concreta y determinada.
Lo que al hablante le importa de la forma lingüística no es su carácter de signo estable y autoequivalente, sino su carácter de signo adaptable y cambiante. Es el punto de vista del hablante.
La tarea de la comprensión no consiste sino en comprender la forma en un contexto concreto particular, en entender su significado en un enunciado particular. Consiste en comprender su novedad y no reconocer su identidad. El receptor también acepta esa forma lingüística.
El proceso de comprensión no debe confundirse con el del reconocimiento. Solamente pueden comprenderse un signo, se reconoce una señal. Es un medio técnico para fijar un objeto definido. No se relaciona con el dominio ideológico.
Si la forma lingüística no fuera mas que una señal, reconocida como tal para el receptor, no existiría para el como forma lingüística.
El factor constituyente de la forma lingüística y del signo es su variabilidad específica; y el factor constituyente de la comprensión de la forma lingüística es la orientación en el contexto y en la situación particular y determinado (orientación en el proceso dinámico de la transformación)
A la conciencia lingüística del hablante y del oyente que comprende, no le interesa el sistema abstracto de las formas idénticas de la lengua, sino la lengua como un conjunto de posibles contextos de uso para una forma lingüística. Una forma lingüística sacara a la luz su valor normativo en casos raros de conflicto que no son típicos de la actividad del lenguaje (asociados con la escritura)
Existe para el hablante solo en el contexto de enunciados específicos, en un contexto ideológico especifico. Nunca decimos u oímos palabras, sino lo que es verdadero o falso, importante o intrascendente. Están llenas de contenido y significado tomados de la conducta o ideología.
En el proceso de su instrumentación practica, la lengua es inseparable de su contenido ideológico y conductal. Para separar esa abstracción  se termina tratando con una señal y no con un signo lingüístico (segunda tendencia). El divorcio de la lengua de su contenido ideológico es uno de los errores más serios del objetivismo abstracto.
Desde el punto de vista de la conciencia del hablante no hay acceso directo al sistema de la lengua.El principio de este sistema se obtiene por elementos extraídos por abstracción. Debe justificarse por algún objeto específico práctico o teórico. Puede ser o no productiva.
Objetivos que sustentan la abstracción lingüística que conduce al sistema sincrónico de la lengua.
En la base del pensamiento lingüístico que conduce a la postulación de lengua como sistema de normas idénticas se encuentra una focalización teórica y practica de la atención sobre el estudio de las lenguas muertas extranjeras preservadas en monumentos escritos. Esta orientación filológica determino el curso del pensamiento. Determinada por acontecimientos históricos de su nacimiento y desarrollo.
La lingüística hace su aparición allí donde y cada vez que aparece la necesidad filológica. Sus métodos y categorías se elaboraron en este trabajo sobre el habla monologal que es una abstracción natural. Elemento inseparable de la comunicación verbal. Un eslabón en una cadena continúa de actuaciones lingüísticas.
El lingüística-filólogo separa el monumento de su dominio real y lo observa como si fuera una entidad aislada. Todos los métodos y categorías lingüísticas se originaron en procesos de comparación y correlación de enunciados monologales aislados en el plano de la lengua. La lengua muerta que estudia es extraña por lo que el sistema no puede ser producto de una reflexión cognitiva de la conciencia lingüística del hablante.
Las opiniones sobre el significado y el tema de las palabras están impregnadas de la falsa noción de comprensión pasiva que excluye por principio la activa. El rasgo pasivo es un sentido del factor de identidad en un signo lingüístico, la percepción de este como una señal artefacto y el predominio del factor del reconocimiento.
Lengua extraña, muerta., escrita, es la descripción de la lengua de la que ha ocupado al pensamiento lingüístico. El enunciado monologal, terminado, aislado, separado de su contexto real y verbal es de comprensión pasiva para el filólogo. El pensamiento lingüístico sirvio para enseñar una lengua ya descifrada para codificarla. Marca sustancial del pensamiento lingüístico (fonética, gramática, léxico)
Filólogo: Descifrador de manuscritos y palabras extrañas, secretas y divulgador de lo que ha descifrado y trasmitido por tradición. La orientación de la lingüística y la filosofía del lenguaje hacia la palabra ajena, extraña ha desempeñado la palabra extranjera en la formación de las culturas históricas y fue portadora de civilización, cultura, religión y organización política.
Siempre entro en escena por las armas o hallada por la nación conquistadora de una antigua cultura y acepto a la nación recien llegada, hizo que se uniera con la idea de autoridad, de poder, santidad, verdad y provoco que las preocupaciones se orientaren hacia la palabra extranjera. La filología del lenguaje y la lingüística nunca comprendieron objetivamente el papel de la palabra extranjera. La lingüística aun es su esclava.
La idea de cruzamiento lingüístico como factor fundamental en la evolución de las lenguas, se considera como factor principal para la solución del problema del origen del lenguaje. La importancia de la palabra extranjera es debido al factor determinante del pensamiento lingüístico filosófico y de las categorías y criterios que emanan de ese pensamiento.


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