Texto extraído de "Interpretación de los sueños", (Cap. IV) .
Existen sueños de contenido
penoso que no muestran indicio de una realización de deseos.
Continúan durante el reposo
los sentimientos penosos de la vida despierta, existen sueños de angustia, en
los que esta sensación displacentera se apodera de nosotros hasta que su misma
intensidad nos hace despertar.
A)-
Información preliminar
* Dos profesores me habían
propuesto para el cargo de profesor extraordinario, a más de sorprenderme me
causó alegría.
* Me dije que no debía fundar
esperanzas, pues el ministerio había hecho caso omiso de todas las propuestas
que le habían sido dirigidas.
* Recibí la visita de un
colega y amigo, quien se contaba entre aquellos cuya suerte me había servido de
advertencia.
* Él estaba menos resignado
que yo, y, esa misma tarde venía de una visita al ministerio.
Tuve un sueño de contenido y
formas singulares. Dos ideas y dos imágenes:
a)- Mi amigo R. es
mi tío. Siento un gran cariño por él.
b)- Veo ante mí su
rostro, pero como algo cambiado y como alargado, resaltando la rubia barba.
Prescindo de la segunda
mitad del sueño.
Interpretación
de este sueño:
Pienso: "Qué
disparate". Pero no pude apartar de él mi pensamiento.
Me dije: "Tu opinión de
que este sueño es un desatino significa una resistencia interior contra la
interpretación y no debes dejarte vencer por ella".
"R. es mi tío". No
he tenido más que un tío, mi tío José, protagonista de una triste historia.
Llevado por el ansia de dinero se dejó inducir a cometer un acto que las leyes
castigan severamente y cayó bajo el peso de las mismas. Mi padre se disgustó
mucho y solía decir que mi tío era un imbécil.
Quiero decir que R. es un
imbécil. Esto me parece desagradable e inverosímil.
Mi tío José es un
delincuente y R. tiene una conducta intachable. Sin embargo, también ha sufrido
los rigores de la Ley por haber atropellado a un muchacho.
Recuerdo una conversación
con N., otro de mis colegas, sobre el mismo tema. El también ha sido propuesto
para el cargo de profesor, y me felicitó por haber sido objeto de igual honor;
felicitación que yo rechacé conociendo el valor de tales propuestas. N. tiene
en contra suya una denuncia, un vulgar chantaje. Dice: "A usted no tienen
'pero' que imponerle".
Con el recuerdo de esta
conversación se me revela el delincuente de que precisaba para completar la
comprensión. Mi tío José (imbécil y delincuente) representa a mis dos colegas,
que no han alcanzado aún el nombramiento de profesor, uno por imbécil y el otro
por delincuente.
No tendré que perder las
esperanzas de ser nombrado, yo estoy libre de ambos reproches.
Respeto y estimo a mis
colegas, pero el sueños expresa el deseo
de que así fuese.
Después de ocurrírseme que
R. es mi tío, experimento en el sueño un tierno cariño hacia él. Mi tío no me
inspiró nunca cariño ninguno. Me parece falso y exagerado. El cariño no
pertenece al contenido latente, se halla en oposición a dicho contenido, y es
apropiado para encubrirme su sentido. La deformación demuestra aquí ser
intencionada, constituyendo un medio de disimulación. Mis ideas latentes
contienen un insulto contra R., y para evitar que yo me dé cuenta de ello llega
al contenido manifiesto todo lo contrario, un cariñoso sentimiento hacia él.
La coincidencia de los
fenómenos de la censura con los de
la deformación onírica nos autoriza a atribuir a ambos procesos condiciones
análogas de la formación de los sueños, dos poderes psíquicos del individuo
(corrientes, sistemas), uno de lo0s cuales forma el deseo expresado por el
sueño, mientras que el otro ejerce una censura sobre dicho deseo, y le obliga
de este modo a deformar su exteriorización. El privilegio de que dicha segunda instancia goza es el del acceso
a la conciencia. Nada del primer sistema puede llegar a la conciencia sin antes
pasar por la segunda instancia, y ésta no deja pasar nada sin ejercer sobre
ello sus derechos e imponer a los elementos que aspiran a llegar a la
conciencia aquellas transformaciones que le parecen convenientes.
El devenir conciente es para nosotros un especial acto psíquico,
distinto e independiente de los procesos de inteligir o representar, y la conciencia se nos muestra como un
órgano sensorial, que percibe un contenido dado en otra parte.
Mi segunda instancia, que
domina el acceso a la conciencia, distingue a mi amigo R. con una exagerada
efusión de ternura, es porque las tendencias optativas del primer sistema
quisieran designarle, calificándole de imbécil, en persecución de un interés
particular, del que dependen.
Los sueños de contenido penoso pueden ser interpretados como
realizaciones de deseos porque ha tenido efecto una deformación onírica, el
contenido penoso sirve de disfraz de otro deseado. Contienen algo penoso para
la segunda instancia, pero cumplen un deseo de la primera. La segunda instancia
actúa, con respecto al sueño, definitivamente, y no con carácter creador.
B)-
Análisis
Dos interpretaciones no se
contradicen, sino que se superponen. Existe un doble sentido habitualmente de
los sueños y, en general, de todos los demás productos psicopatológicos.
La no realización de un
deseo significa la realización de otro.
Los sueños negativos de deseos: su contenido manifiesto se halla
constituido por la negación de un deseo o por algo evidentemente indeseado.
El deseo de que me equivoque
es una de las fuerzas determinantes de estos sueños que aparecen siempre en el
curso del tratamiento, cuando el enfermo entra en estado de resistencia contra
mí, al ponerle al corriente de mi teoría de la realización de deseos.
El segundo de los factores
motivadores de estos sueños negativos de deseos: en la constitución sexual de
muchos hombres existe un componente masoquista, surgido por la transformación
en su contrario de los componentes agresivos sadistas. Son masoquistas
"ideales" cuando no buscan el placer en el dolor físico que se les
causa, sino en las humillaciones y torturas espirituales. Estas personas pueden
tener sueños negativos y displacientes, sin que los mismos sean en ellos otra
cosa que realizaciones de deseos y satisfacción de sus inclinaciones
masoquistas.
En la interpretación de
estos sueños llegamos siempre a temas de los que no hablamos sino a disgusto o
en los que nos es desagradable pensar. El penoso sentimiento que tales sueños
despiertan es idéntico a la repugnancia, que tiende a apartarnos (con éxito
casi siempre) de la reflexión o discusión sobre tales temas. Este sentimiento
de displacer, que retorna en el sueño, no excluye, sin embargo, la persistencia
de un deseo. Todo hombre abriga deseos que no quisiera comunicar a los demás, y
otros que ni aun quisiera confesarse a sí mismo.
Creemos justificado enlazar
el carácter displaciente de todos estos sueños al hecho de la deformación
onírica y deducir que si se muestran deformados y aparece en ellos disfrazada
la realización de deseos hasta resultar irreconocible, es precisamente porque
existe una repugnancia o una intensión represora orientadas contra el tema del
sueño o contra el deseo que de él emana.
El
sueño la realización (disfrazada) de un deseo reprimido.
Los sueños de angustia
constituyen un orden especial de los sueños de contenido penoso, cuya
interpretación, como realizadores de deseos, habrá de tropezar con la máxima
resistencia. No corresponden a una nueva faceta del problema onírico, sino al
problema general de la angustia neurótica. La angustia que en los sueños
sentimos sólo aparentemente queda explicada por el contenido de los mismos. Al
someter el contenido onírico a la interpretación, advertimos que la angustia
del sueño no queda justificada por el contenido del mismo. La angustia está
soldada a la representación que la acompaña, y procede de una fuente distinta.
Existe una íntima conexión
entre la angustia onírica y la neurótica. La angustia neurótica procede de la vida sexual, y corresponde a una
libido desviada de su fin, y que no ha llegado a su empleo. Los sueños de
angustia poseen un contenido sexual, cuya libido correspondiente ha
experimentado una transformación en angustia.
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