Durante el período germinal del psicoanálisis Freud utiliza como métodos terapéuticos la hipnosis y luego la hipnosis al servicio de la catarsis, siguiendo las enseñanzas de sus maestros Charcot y Breüer, con la idea de llevar a la conciencia todo el contenido inconsciente productor de síntomas, disponiendo del uso descriptivo del término inconsciente.
Ya con el descubrimiento de las represiones se revelan para él la etiología sexual de las neurosis y el carácter infantil de las mismas. En este momento comienza a ser presentado un nuevo método de trabajo que denominó asociación libre a partir de la regla fundamental, marcando el nacimiento del psicoanálisis. En este momento el término inconsciente es usado desde el punto de vista dinámico, apareciendo la noción de conflicto como un juego de fuerzas en oposición e igualmente intensas.
Algo bien penoso para la conciencia es rechazado desde la misma y es a la vez atraído desde el inconsciente, como el turista en las pirámides, según ejemplifica Freud, que es atraído por las manos por un guía que lo impulsa desde arriba en la empinada subida en tanto otro guía lo empuja desde atrás. Esta sumatoria de fuerzas facilita el ascenso y en nuestros términos, la repulsa y la atracción favorecen la represión propiamente dicha.
Este símil hace alusión a un material reprimido que es condición para posteriores represiones en tanto actúa como polo de atracción. Lo que nos ubica en la conformación del aparato psíquico con sistemas diferenciados, siendo necesaria esta separación en instancias para el ejercicio de la represión: "(...) La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no puede engendrarse antes que se haya establecido una separación nítida entre actividad consciente y actividad inconsciente del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de la consciencia y mantenerlo alejado de ella."
Represión y Resistencia
En 1914, en el texto 'Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico' expresa su autor: "En cuanto a la doctrina de la represión, (...) es ahora el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis, su pieza más esencial. Sin embargo, no es más que la expresión teórica de una experiencia que puede repetirse a voluntad toda vez que se emprenda el análisis de un neurótico sin auxilio de la hipnosis. Es que entonces se llega a palpar una resistencia que se opone al trabajo analítico y pretexta una falta de memoria para hacerlo fracasar. El empleo de la hipnosis ocultaba, por fuerza, esa resistencia; de ahí que la historia del psicoanálisis propiamente dicho sólo empiece con la innovación técnica de la renuncia a la hipnosis".
Este parágrafo presenta la doctrina de la represión como sostén del edificio teórico y como manifestación, en la experiencia de un análisis, de una resistencia que la hipnosis echaba a un lado.
Aparecen los términos represión y resistencia de cuya diferenciación nos ocuparemos evocando un texto de Freud que nos presenta desde un punto de vista tópico la distinción buscada, recurriendo a un símil: "Equiparamos entonces el sistema del inconsciente a un gran vestíbulo donde las mociones anímicas pululan como individuos".
Ubica los contenidos de este sistema aclarando previamente que todos los procesos psíquicos son inconscientes y que sólo algunos devienen conscientes.
"En este vestíbulo se incluye otro más estrecho (...) en el que está presente también la consciencia. Pero en el umbral entre ambos espacios está en funciones un guardián que examina las mociones anímicas singulares, las censura y no las deja entrar en el salón si excitan su desagrado"
Cuando estos contenidos inconscientes son atajados por esta instancia censuradora, no acceden a la consciencia y permanecen reprimidos. "(...) las mociones a las que el guardián dejó pasar el umbral no por eso han devenido necesariamente conscientes, meramente pueden llegar a serlo si logran atraer sobre ellas la mirada de la consciencia. Por eso con buen derecho llamamos a este segundo espacio el sistema del preconsciente".
Cuando estos contenidos inconscientes son atajados por esta instancia censuradora, no acceden a la consciencia y permanecen reprimidos. "(...) las mociones a las que el guardián dejó pasar el umbral no por eso han devenido necesariamente conscientes, meramente pueden llegar a serlo si logran atraer sobre ellas la mirada de la consciencia. Por eso con buen derecho llamamos a este segundo espacio el sistema del preconsciente".
Los contenidos inconscientes reprimidos buscan permanentemente alcanzar la consciencia accediendo previamente al preconsciente. El represor puja para que lo reprimido se mantenga como tal y cuando parcialmente fracasa esta fuerza de oposición aparecen en la consciencia fenómenos tales como los actos fallidos, el síntoma, el sueño y otras exteriorizaciones que son formaciones del inconsciente que surgen en el lugar de algo que se interceptó: son satisfacciones sustitutivas de deseos sexuales reprimidos.
Las aspiraciones de lo reprimido y lo represor participan en la formación de estos fenómenos; entran en conflicto las apetencias inconscientes con las preconscientes y lo que debía dispensar placer se torna displacentero.
En 'La Interpretación de los sueños' señala que la demora en el establecimiento del proceso secundario respecto del primario es la responsable de esta mudanza de placer en displacer y se constituye en la esencia de la represión. Por ejemplo mociones pulsionales exhibicionistas que lograban despertar placer en el niño, cuando se erigen los diques anímicos contra los excesos sexuales, aparece en su lugar el pudor, que como formación reactiva funciona en sentido opuesto al deseo reprimido.
Luego agrega: "(...) la doctrina de la represión es una conquista del trabajo psicoanalítico, ganada de manera legítima como decantación teórica de innumerables experiencias"
Si nos remitimos al título artículo 'La represión' de 1915 nos encontramos con la nota introductoria de J. Strachey en donde reseña la evolución del concepto de represión.
Señala que la primer publicación en la que el término se menciona con el sentido que luego conservará en psicoanálisis es 'Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar' de 1893, en donde describe traumas psíquicos en los que no se había dado una descarga porque no hubo reacción ante el suceso "(...) o porque circunstancias sociales la imposibilitaron, o porque se trataba de cosas que el enfermo quería olvidar y por eso adrede las reprimió (...) de su pensamiento consciente, las inhibió y sofocó".
En 'Estudios sobre la histeria' de 1895, como ya anticipamos precedentemente, describe la forma en que surge el descubrimiento de las represiones a raíz del fenómeno de la resistencia, que quedó al descubierto por el abandono de la hipnosis al servicio de la catarsis. Hace referencia a las representaciones patógenas: "(...) todas ellas eran de naturaleza penosa (...) Ante el yo del enfermo se había propuesto una representación que demostró ser inconciliable (...) que convocó una fuerza de repulsión (...) la representación se había vuelto patógena justamente a consecuencia de la expulsión (...) y represión (...)"
En esta época utiliza indistintamente los términos defensa y represión pero en 1906 en el artículo 'Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis' comienza a sustituir defensa por represión cuando se refiere al mecanismo particular de ésta. Leemos: "(...) los influjos accidentales retrocedieron todavía más frente a los de la "represión"(como empecé a decir en lugar de "defensa"). Por tanto no importaban las excitaciones sexuales que un individuo hubiera experimentado en su infancia, sino, sobre todo, su reacción frente a estas vivencias: si había respondido o no con la "represión" a esas impresiones."
En este artículo de 1915 Strachey continua señalando que a partir de 1926 en 'Inhibición, síntoma y angustia', delimita el uso del término para referirse estrictamente a la represión y designa como defensa en forma general a los mecanismos de que dispone el yo para interponer ante conflictos: "(...) Me refiero al término "proceso defensivo"(...). Después lo sustituí por el de "represión" (esfuerzo de desalojo), pero el nexo entre ambos permaneció indeterminado. Ahora opino que significará una segura ventaja recurrir al viejo concepto de la "defensa" estipulando que se lo debe utilizar como la designación general de todas las técnicas de que el yo se vale en sus conflictos que eventualmente llevan a la neurosis, mientras que "represión" sigue siendo el nombre de uno de esos métodos de defensa en particular, con el cual nos familiarizamos más al comienzo, a consecuencia de la orientación de nuestras indagaciones." Asimismo destaca que en este artículo hace una modificación a la postulación inicial según la cual la represión lleva al surgimiento de angustia, para establecer que es la angustia la que genera la represión.
En 1930 afirmará en 'El malestar en la cultura' que "(...) no puede soslayarse la medida en que la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional, el alto grado en se basa, precisamente, en la no satisfacción (mediante sofocación, represión, ¿o qué otra cosa?) de poderosas pulsiones. (...) No es fácil comprender cómo se vuelve posible sustraer la satisfacción a una pulsión."
Si nos volvemos hacia la distinción que establece entre represión, como operación particular por la cual se desaloja de la consciencia o se impide el devenir consciente de representaciones inconciliables, y defensacomo término genérico que incluye a la represión y a otras operaciones, debemos hacer una intercalación.
En sus primeras publicaciones Freud establece que las defensas pueden ser patológicas pero también existen defensas normales o no patológicas consistiendo en desatender o no prestar atención a un hecho perturbador. Es posible la descarga por medio de una acción, en tanto el aumento de excitación se efectúa por vías sensoriales y la reducción por vías motoras. Se puede sustituir la acción por la palabra y mediante ésta, aligerar el afecto. Cuanto más vivo es el afecto que corresponde a la vivencia, mayor es la urgencia de descarga motriz. Suele suceder también que la evocación de una experiencia penosa quede conectada a otra que la compensa, como en el caso de un accidente que queda asociado a la situación del rescate. Habiendo otras representaciones contrastadas que cancelan la excitación que hubiese podido producir una situación ingrata, como ser el miramiento sobre la propia estimación del afectado y la nula valoración del ofensor.
Va a establecer que la defensa se pone en acción ligada al principio de constancia que determina que el aparato busca mantenerse exento de estímulos o al menos mantener al mínimo la cantidad de excitación presente en él, porque todo aumento se traduce en displacer y una disminución en placer.
En cuanto a las defensas patológicas, como la represión, conforman mecanismos más complejos en los cuales la representación y el afecto que la acompaña, tienen destinos distintos. Nunca recae sobre la pulsión ya que ésta no podría ser consciente o inconsciente y sólo pueden serlo sus representantes que son enviados desde el soma a la vida anímica.
La represión recae sobre los representantes representativos de la pulsión que están asociados o tienen nexo con lo reprimido originario, o provienen de él, o entraron en contacto con esto.
El destino del afecto es distinto porque puede sufrir mudanzas pero nunca podría volverse inconsciente en sentido propio.
Retomamos el texto de 1915 para hacer un relevamiento de la noción de represión que allí presenta cuando afirma que consiste únicamente en el hecho de separar un material y mantenerlo a distancia de lo consciente.
Con anterioridad a la conformación del aparato psíquico en sistemas diferenciados, la defensa estaba a cargo solamente de los otros destinos de la pulsión como la mudanza hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia. Los destinos pulsionales de la represión y la sublimación operarán después de la constitución del aparato.
Con lo cual considera a la represión no solamente como un mecanismo de defensa entre otros, sino también como un destino pulsional.
Los tiempos de la represión
La represión a la que vinimos haciendo referencia aparece como uno de los tres "tempos"de la defensa:
- 1er tiempo: es el de la represión originaria que recae sobre los representantes a los que queda fijada la pulsión, formándose un nódulo inconsciente que funciona como un imán que atrae represiones ulteriores y se constituye como condición de las mismas. Se trata de un momento hipotético que se infiere por retroacción.
- 2do tiempo: es el de la represión propiamente dicha que como proceso consiste en una suma de fuerzas: de atracción desde lo inconsciente y de repulsa desde la instancia dominante. Es posibilitada por aquello que se infiere como 1er tempo.
- 3er tiempo: retorno de lo reprimido en forma de síntomas, sueños, chiste, actos fallidos, que se produce por un fracaso parcial de la represión.
La presente doctrina sobre la cual se asienta toda la teoría, como hecho clínico aparece en los primeros tratamientos de histeria que practicara Freud de los que fue conjeturando que los pacientes no disponen de ciertos recuerdos aunque se mantienen con vivacidad por fuera de la consciencia por haber sido expulsados o por haberles impedido el acceso.
Aquello desalojado queda bajo el gobierno de leyes particulares que conocemos como modo de trabajo del proceso primario. Para mantener esos contenidos reprimidos, por fuera de la consciencia se interpone unacontrainvestidura.
La contrainvestidura consiste en una operación del yo por la cual carga con intensidad a una representación que actuará como impedimento al devenir consciente de la misma. La contrainvestidura a veces fracasa en su cometido y se produce un retorno de lo reprimido.
El mecanismo de la represión originaria no se explica por una investidura inconsciente ni se deriva de un retiro de investidura preconsciente, sino sólo en función de una contrainvestidura.
Ésta comporta el gasto permanente de la represión primordial y su mantenimiento. Es el dispositivo único en este 1er tempo porque si nos referimos a la represión 2ria o propiamente dicha, se le agrega el retiro de la investidura preconsciente. Esbozará que quizá el origen de las represiones originarias sea la perforación de la barrera anti estímulo (factor traumático) del aparato ante las excitaciones potentes.
Características generales
1- Desde la experiencia de análisis se observa que la moción pulsional que ha sido reprimida, germina con mayor vigor y logra una mayor expresión que si hubiese permanecido consciente. Y si éstas se presentaran al paciente le parecerán ajenas y demasiado intensas por el quantum que cobró en las fantasías al haberse sofocado su satisfacción.
2- La represión no mantiene alejados de la consciencia a todos los retoños de lo reprimido primordial. Si el material reprimido ha cobrado distancia por desfiguraciones y/o por haber introducido enlaces intercalados, tiene abierto el camino a la consciencia.
3- La represión actúa sobre cada retoño de lo reprimido en singular pudiendo imprimir mayor o menor desfiguración, o una mayor o menor distancia con lo reprimido primordial.
4- La represión puede suprimirse en forma temporal con ciertas técnicas como el chiste, para volver a restablecerse posteriormente y algo que procuraría displacer es fuente de una ganancia de placer.
5- La represión es individual respecto de cada representación y es, en gran medida móvil. No se consuma de una sola vez y con un resultado permanente, sino que hay que mantenerla con un gasto de fuerza que es constante, por lo que su cancelación comporta un ahorro.
La movilidad de la represión la vemos en los sueños que se posibilitan por el estado del dormir que ha disminuido la censura inter sistemas y permite la formación del fenómeno onírico. Con el despertar se restablece el vigor de la censura.
6- Cuando una representación inconciliable se refuerza superando cierto nivel de intensidad, se activa el mecanismo de la represión porque el factor cuantitativo es decisivo. Así, un aumento de investidura se comporta de igual modo que un acercamiento a lo inconsciente y una disminución funciona como un alejamiento o como una desfiguración.
7- Ya habíamos considerado el hecho de que la agencia representante de la pulsión – como representación o grupo de representaciones- y el monto de afecto acoplado a ésta, tienen diferentes destinos en el proceso de represión. A la representación reprimida se le deniega el acceso a la consciencia o queda desalojada de ésta, debiendo mantenerse en ambos casos, una fuerza constante que asegure que lo reprimido siga como tal.
En cambio el monto de afecto tendrá tres posibles caminos:
a- Se sofoca totalmente y no aparece.
b- Aparece modificada.
c- Se muda en angustia.
Este último ítem expuesto en el texto de 1915, se modificará en 1926 en Inhibición, síntoma y angustia, cuando Freud plantea que una señal de angustia será la que promueve la represión.
Antes de 1926 --------- R A --->
Después de 1926 --------- A R --->
8- El motivo de la represión es la evitación del displacer, por lo tanto el destino del monto de afecto es más determinante que el destino de la representación. Si la represión no logra cancelar el displacer, decimos que fracasó aunque haya reprimido con éxito a la representación.
9- De la represión lograda nada sabemos, en cambio sí tenemos noticias de aquélla que fracasa parcialmente, y lo hacemos a través de las formaciones del inconsciente que llegan a la consciencia- sueños, actos fallidos, síntomas,....- Por ejemplo se sabe que hubo un lapsus, pero desde esta perspectiva freudiana un acto fallido para la consciencia es un acto logrado para el inconsciente.
10- Desde un punto de vista tópico la represión responde en su primera concepción del aparato psíquico, al modelo de la instancia represora localizada como una censura inter sistemas que mantiene alejados de la consciencia a los contenidos inconscientes censurados, ubicando así al inconsciente como instancia reprimida. Esta censura tiene los mismos criterios éticos y morales que el sistema preconsciente-consciente. Es decir que desde la perspectiva tópica lo reprimido consiste en aquellos contenidos inconscientes que han sido coartados de su devenir consciente, impidiendo su acceso o desalojándolos.
Desde un punto de vista dinámico las representaciones que son inconciliables para la consciencia porque constituyen una amenaza al respeto, la integridad y la organización del yo, son rechazadas y si bien pueden ser fuente de placer en sí mismas, depararían displacer en instancias superiores.
Desde un punto de vista económico la represión conlleva una movilización de las investiduras pudiendo provocar un retiro de investiduras, contrainvesturas y sobreinvestiduras.
Desde un punto de vista económico la represión conlleva una movilización de las investiduras pudiendo provocar un retiro de investiduras, contrainvesturas y sobreinvestiduras.
Consideraciones finales
La pulsión siempre se satisface y esta satisfacción se produce con una descarga destinada a producir placer, pero puede ser percibido como displacer y poner en actividad una defensa. Aquello que representa placer para un sistema puede ocasionar displacer para el otro porque determinadas exigencias pulsionales son inconciliables al yo. Este a través de la defensa disminuye los niveles de excitación que se presentan al aparato desde lo pulsional.
En la conferencia XIX Freud destaca la resistencia que interpone el paciente a la cura: "(...) Cuando emprendemos el restablecimiento de un enfermo para liberarlo de sus síntomas patológicos, él nos opone una fuerte, una tenaz resistencia, que se mantiene durante todo el tratamiento".
Posteriormente plantea una situación análoga o símil: "(...) todos los que han acudido al dentista llevados por un insoportable dolor de muelas le han querido detener el brazo cuando él aproximaba las tenazas al diente del enfermo". (íbidem).
A posteriori del establecimiento de la regla fundamental -Hable de aquello que se le ocurra en el momento que surge, deponiendo de toda autocrítica- es notorio que esto se convierte en el foco de atracción para los combates desde la resistencia. Así, el paciente "(...) ora asevera que no le ocurre nada, ora que es tanto lo que le acude que no puede apresar nada".
Esta resistencia del paciente que rechaza la cancelación de sus síntomas es explicada por Freud "(...) fuerzas poderosas que se oponen a un cambio de estado, tienen que ser las mismas que en su tiempo lo impusieron. (...) la existencia del síntoma tiene por premisa que algún proceso anímico no fue llevado hasta el final normalmente, vale decir, de manera que pudiera devenir consciente. El síntoma es un sustituto de lo que interceptó".
La repulsa desde la consciencia mantuvo alejado al material cuestionado, que desde lo inconsciente se constituyó en síntoma. "Esa misma renuencia se opone durante la cura analítica al esfuerzo por volver a trasportar lo inconsciente a lo consciente. Esto es lo que sentimos como resistencia. El proceso patógeno que la resistencia nos revela ha de recibir el nombre de represión."
Gracias
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