Cimientos del
edificio teórico psicoanalítico
La influencia de Jean Martín Charcot –
1.825/1.893-
En la
década de 1.880 Jean Martín Charcot, un eminente médico y profesor de
Neuropatología en Paris, estaba dedicado al estudio de la nosografía y
desempeñaba su labor en uno de los departamentos de la “Salpêtriere”, donde
funcionaban institutos científicos anexos. Se trataba de un edificio construido en el siglo XVII -en principio había sido una salitrería y posteriormente
un asilo para mujeres ancianas -ahora albergaba a pacientes con enfermedades
nerviosas, conservando la edificación el nombre de su origen.
Aplicado
al trabajo clínico, se manifestó en
contra de los excesos de la medicina teórica señalando en cierta oportunidad en
que recibiera objeciones a sus planteos: “la teoría es buena pero eso no impide
que las cosas sean como son” (1). Esta reflexión mostraba que el contexto teórico de la época no podía dar explicación
a ciertos fenómenos patológicos que en la clínica se ponían en evidencia.
Se
consagró al estudio de la histeria y enseñó a reconocer sus síntomas,
consiguiendo demostrar una regularidad allí donde los observadores menos
atentos sólo hallaban simulación y
episodios absurdos.
Consideró
preponderantemente los factores genéticos como causa de esta patología, en cuyo
caso la denominó histeria heredada, diferenciándola de la histeria adquirida
cuya causa adjudicaba a factores traumáticos.
Patología Etiología
Histeria heredada factores genéticos
Histeria adquirida
factores traumáticos
Respecto
a la histeria adquirida señaló que un trauma físico grave en una parte del
cuerpo – como un golpe en la espalda que afectó un brazo- contingentemente
podía quedar enlazado con la representación de temor a la pérdida de la vida,
de la cual el afectado nada sabía ni tenía manifestaciones inmediatas.
Luego
de un tiempo podía aparecer, en esa parte del cuerpo que fue afectada por el
golpe, una parálisis en medio de mucha
agitación y conmoción anímica, lo que permitía vislumbrar que internamente se
reproducía la escena del incidente.
Charcot
demostró que si se repetía bajo estado
hipnótico la misma representación, se alcanzaba idéntico efecto. El
procedimiento consistía en sustituir el trauma por cierta sugestión verbal –por
ejemplo “tu brazo está inmóvil”- siendo equiparable el estado hipnótico, al
estado mental particular en el que se encontraba durante el trauma. Determinado
recuerdo podía manifestarse mediante fenómenos corporales sin que el sujeto
sepa la razón ni pueda hacer nada para evitarlo.
Con
estas comprobaciones consiguió otorgar a la histeria el crédito que no tenía al
considerarse sus exteriorizaciones durante el medioevo, obra del demonio y
posteriormente, como producto de la
simulación.
En
síntesis, después de distinguir las parálisis orgánicas de las parálisis
histéricas, y de conseguir reproducir a éstas artificialmente a través de la
hipnosis, demostró que se producían por efecto de ciertas representaciones que
habían comandado al paciente: el demonio había sido sustituido por la
representación psicológica. No se circunscribió a las parálisis sino que
también trató padecimientos musculares y dolores que surgen en la histeria
traumática, aunque no investigó otros síntomas ni tampoco aquellos que aparecen
en histerias no traumáticas.
Charcot
tuvo una fuerte gravitación en las ideas de Freud, quien a través de una beca
que obtuvo en 1.885, viajó a Paris para ponerse en contacto con este maestro.
Lo más
llamativo que recoge de Charcot recorre tres ejes:
1-
La demostración del carácter genuino de los fenómenos histéricos –
Existencia de histerias funcionales, sin sustrato anatómico-.
2-
La constatación de la histeria en varones- Existencia de histeria
masculina-.
3-
La provocación de parálisis histéricas por hipnosis, es decir que no
sólo se podían cancelar las parálisis sino también crear el fenómeno por
hipnosis. Estos exponentes artificiales ostentan las mismas características que
los espontáneos originados por un trauma.
Al constatar
que el factor traumático presente en la histeria adquirida, hacía surgir la representación vinculada al
dolor anímico, infirió Freud que la génesis de los síntomas histéricos se hallaba en la vida psíquica.
Había
llegado a Paris con un marcado interés en la anatomía del sistema nervioso y
regresó a Viena compenetrado con los problemas de la histeria y el hipnotismo,
es decir que su atención se desplazó desde la
neuropatología a la psicopatología por lo que renuncia a las enfermedades
nerviosas orgánicas. Esto lo lleva a intentar especializarse en el método
hipnótico a través de las presentaciones de Bernheim en Nancy- Francia- en
1.889.
Investigar
acerca de este método le permite descubrir que existen potentes procesos
anímicos que están velados a la conciencia. Aunque esto no era totalmente
novedoso para él, sino sólo una significativa confirmación de algo que había
vislumbrado por una comunicación que recibió de Joseph Breüer, antes de su
viaje a Paris.
La influencia de Josef Breüer – 1.842/1925-
Freud
conoció a Breüer en el laboratorio de Brücke - director del Instituto de Fisiología
de Viena- al cual había concurrido desde 1.876 a 1.882-. Aquel le
informó sobre un caso de histeria de etiología no traumática, que trató durante
1.880-82. Se trataba de una joven cuyos graves síntomas se originaron a partir de intensas vivencias que debió sofocar
mientras cuidaba a su padre enfermo. Mostraba un cuadro de parálisis con
contracturas, perturbaciones del lenguaje y de la visión, estados de confusión
psíquica e inhibiciones y otras alteraciones motoras y sensitivas.
El
procedimiento que empleaba Breüer consistía en llevar a la paciente a un estado
de hipnosis profunda para pedirle que expresara en esos momentos los
pensamientos y fantasías que la desazonaban y perturbaban.
Cuando
Freud vuelve a ponerse en contacto con Breüer inicia una serie de observaciones sobre datos de sus pacientes, en
base a los antecedentes que recibiera de su colega, orientados a la exploración
del surgimiento de la enfermedad. En estado hipnótico se lograba despertar el
recuerdo de ese momento en que el síntoma apareció por primera vez, por lo que
halló una conexión entre la vivencia ocasionadora y el síntoma, que con
frecuencia era bien nítida y otras, estaba desfigurada y se reducía a un
vínculo simbólico como puede ser un puente verbal.
Cada
uno de los síntomas así tratados, desaparecían sin regresar cuando se lograba
la evocación de aquel suceso y el afecto
que le acompañaba, todo lo cual era expresado en palabras- “talking cure”-
según la propia expresión de la paciente de Breüer -Anna O- .
En su
momento el síntoma histérico se había originado porque el afecto- noción
cualitativa del monto de energía psíquica- correspondiente a una vivencia traumática, había sido desviado
de su elaboración normal, consistente en la descarga, y conducido por un camino incorrecto, resolviéndose en
inervaciones somáticas: el afecto no liberado era depositado en un órgano
doliente.
Respecto
de la vivencia que provocó el trauma psíquico, en su publicación conjunta
“Estudios sobre la histeria”, Freud y Breüer señalan:
“En calidad de tal obrará toda vivencia que suscite los afectos penosos del
horror (…); y, desde luego, de la sensibilidad de la persona afectada (…)
dependerá que la vivencia se haga valer como trauma”.
En el
trayecto de estas investigaciones surgió la pregunta sobre el motivo por el cual ese
recuerdo no terminaba desgastado y en cambio producía efectos tan vivos. Se
inquirió que frente a ese suceso que
tanto conmocionó al sujeto, éste no reaccionó, no hubo un drenaje del afecto turbador.
Siempre
es posible la descarga a través de una acción, porque el aumento de excitación
se produce por vías sensoriales y la disminución por vías motoras. Aunque hay
un sustituto de la acción que es la palabra, pudiendo mediante ésta
abreaccionar o aligerar tal afecto.
Cuanto
más intenso es el afecto que tiñe la vivencia, mayor es la necesidad de drenaje motor. Aunque también
puede ser que el recuerdo de una vivencia penosa quede asociado a otra que la
compensa, como es el caso de un accidente que queda enlazado a la idea del rescate
con el alivio que comporta. Otras representaciones contrapuestas que disminuyen
la excitación provocada por el suceso, podría ser la consideración sobre la
propia valoración del afectado y la ínfima tasación del ofensor.
Si se
tramita de algún modo, el afecto pierde intensidad y el recuerdo se diluye,
pero cuando nada de esto sucede, o la
reacción fue insuficiente se hace necesario, según la descripción de Breüer,
que el afectado vuelva a vivenciar por segunda vez esa experiencia por medio de
la hipnosis para completar la reacción. “(…) se aligera del afecto de la
representación, que antes estaba por así decir estrangulado, y con ello se
cancela el efecto de esa representación.”
Con
este método, designado catártico por Breüer, - del griego
catarsis es purga, purificación- , se podía indagar sobre la historia y el
origen del síntoma a cancelar, porque en estado despierto el sujeto no lo
recordaba o sólo lo hacía en forma muy incompleta.
Tales
sintomas habían aparecido como sustitutos de pensamientos, impulsos o afectos
sofocados y al recordarlos alucinatoriamente – fenómeno por el cual se cree
vivenciar el suceso- se hacía llevar a cabo el acto sofocado antaño, logrando
la remisión de los síntomas.
Durante
mucho tiempo Freud aplicó este método y recogió gran cantidad de material de
observaciones que posteriormente fueron publicadas.
Sin
embargo Freud descubrió, en relación a su experiencia en la clínica, que en la
producción de los síntomas no ejercían igual eficacia las excitaciones
afectivas de cualquier naturaleza, sino aquellas que son de naturaleza
sexual.
Más
allá de la histeria examinó casos que especificó bajo la denominación de
Neurastenia y de Neurosis de Angustia, reuniendo ambas con la designación de Neurosis
Actuales.
Hallando
que en todos los casos había perturbaciones en la vida sexual y que una vez
restablecida la función sexual normal, se obtenía una llamativa mejoría en los
afectados. Luego discierne que en las Psiconeurosis en general – clasificación
que establece en 1.894- y en otras patologías, se observa esta constante en
cuanto a la función sexual perturbada.
La etiología sexual fue rechazada por Breüer
y también por la Sociedad
de Medicina. Breüer sostenía una etiología
fisiológica para la histeria,
afirmando que se producía una escisión de la conciencia con la consiguiente
inclinación a disociar. Consistiendo en estados transitorios de alteración de
la conciencia, llamados estados hipnoides en los que las representaciones eran
intensas y el afecto pleno, pero se
mantenía cerrado el intercambio asociativo con el resto del contenido de la
conciencia.
Si los
estados hipnoides preexistían a la contracción de la enfermedad con sus
manifestaciones, se trataba de una histeria de predisposición. En cambio si ese
fenómeno no preexistía e irrumpía un trauma y una posterior sofocación del
afecto, se producía eventualmente, una escisión de un grupo de
representaciones, tratándose de una histeria adquirida.
Histeria de predisposición: Estados hipnoides preexistentes a los
síntomas
Histeria adquirida: Estados
hipnoides no preexistentes
Breüer
estableció que lo sexual tenía una importancia pareja con las demás
excitaciones afectivas, estando en un mismo nivel. Los estados hipnoides
impedían la descarga de las excitaciones, es decir la elaboración normal de los
procesos psíquicos.
Freud sostuvo una etiología sexual de las neurosis,
afirmando que la escisión anímica era producida por un juego de fuerzas opuestas- deseos y
defensas contra esos deseos- que impedían la descarga del afecto acumulado. En
el caso de una histeria de conversión la energía no liberada se asentaría en un
órgano, lo tornaría erógeno.
Breüer Etiología fisiológica Estados hipnoides Histeria
Hipnoide
Freud Etiología sexual Juego de fuerzas opuestas Neurosis
de Defensa
Inicios del edificio
teórico Psicoanalítico
A
partir de lo anteriormente descripto, prosperaron grandes diferencias teóricas
con Breüer, lo que determinó una clara bifurcación en sus caminos. Freud abandonó el
método hipnótico al servicio de la catarsis porque aparecieron importantes
limitaciones en su empleo y eficacia e implementó durante un tiempo, el método
de presionar la frente del paciente –
práctica que tomó de Bernheim- al tiempo que lo inducía a recordar. De su
experiencia se desprendía que los pacientes sabían aquello que sólo la hipnosis
o la presión sobre la frente, les volvía accesible a la conciencia.
Ese
saber, por ser displacentero, había sido olvidado imponiéndose una resistencia
al recuerdo. Esta repulsa quedaba oculta con el empleo de la hipnosis, por así
decir, se desplazaba hacia un costado. “La hipnosis encubre a la resistencia;
vuelve expedito un cierto ámbito anímico, pero en cambio acumula la resistencia
en las fronteras de ese ámbito (…)
Las
representaciones displacenteras habían sido expulsadas o se les impedían el
acceso a la conciencia y esa fuerza de desalojo se oponía a la insistencia de
contenidos inconcientes que pujaban por acceder a la conciencia,
tratándose de un juego de fuerzas en oposición.
Para
ilustrar esa fuerza de desalojo tomaremos el símil que nos ofrece Freud en “Cinco
Conferencias sobre Psicoanálisis”, mostrándonos la relación entre la
resistencia y la represión.
Describe
una sala con un auditorio atento a las palabras del conferencista, pero surge
alguien desde el público que alborota repentinamente e interrumpe la tarea, por
lo que se levantan algunos colaboradores y lo retiran, llevándolo hacia la salida. Una vez desalojado el
bullicioso, el conferencista continúa con su exposición y los colaboradores
refuerzan la puerta para impedir que vuelva a ingresar, encargándole al portero
que lo controle para mantenerlo fuera del recinto.
El
desalojado es el paradigma de lo reprimido, siendo el portero el que opone una resistencia
dispuesta por el conferencista quien figura el yo como instancia, desde donde
parte la orden para que aquello displancentero para la conciencia sea expulsado
y no se admita nuevamente. Sólo que no se trata de lugares físicos, ni hay
personajes en pugna, sino de formas de trabajo que diferencian sistemas
psíquicos con leyes propias de funcionamiento.
Agrega
en este mismo texto, que puede suceder que el perturbador desalojado insista
con acceder a la sala y desde la puerta provoque un escándalo mayor que el que
causó cuando estaba adentro. Entonces aparece un mediador que habla con el
revoltoso y lo persuade de que debe calmarse y ser discreto para lograr el
permiso de ingreso, por lo que el conferencista cancela la orden de desalojo. Mostrando
calma y compostura, se torna irreconocible para lograr su meta de acceso. He
ahí el análogo del síntoma, que como efecto de compromiso entre sistemas
alcanza tras largo rodeo, la satisfacción buscada.
El yo
se defiende del esfuerzo de asalto de lo reprimido inconsciente, sin embargo
ese contenido reprimido puede obtener una satisfacción sustitutiva logrando
así, hacer fracasar parcialmente a la represión. Los síntomas constituyen esas
satisfacciones sustitutivas que se vuelven irreconocibles porque están
desfiguradas, estableciendo una transacción entre fuerzas opuestas: moción de deseo
inconsciente y resistencia del yo.
Sinopsis
A modo
de revisión dispondremos de un esquema comparativo de metodología de trabajo
entre Freud y los antecesores que hemos destacado en el presente escrito.
Método Meta
Charcot Hipnosis Dar una orden o prohibición sugestiva
para provocar o cancelar síntomas.
Breüer Hipnosis al servicio Abreacción del afecto atascado.
de
la catarsis.
Freud Asociación Libre Descubrir las represiones.
Construcción y articulación teórica
El concepto
de represión es central para el
nacimiento del psicoanálisis, cuyo
objeto de estudio es el inconsciente. A partir de dicho concepto, toman
su lugar los demás componentes de este cuerpo teórico. El descubrimiento de las
represiones, permitió junto a todo el andamiaje teórico forjado, el pasaje del
dispositivo catártico al psicoanálisis, al sustituir el método hipnótico o la
presión sobre la frente por la asociación
libre, con la observancia de la regla fundamental: “Usted observará que en
el curso de su relato le acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar
con ciertas objeciones críticas. Tendrá la tentación de decirse: esto o estotro
no viene al caso, o no tiene ninguna importancia, o es disparatado y por ende
no hace falta decirlo. Nunca ceda usted a esa crítica; dígalo a pesar de ella
(…)”
Para
que un contenido inconsciente se hiciera consciente, había que vencer resistencias que ya una vez habían
actuado sobre ese material reprimiéndolo, correspondiendo al analista detectar estas
resistencias debiendo operar a través de la interpretación.
Esto
permitiría el establecimiento de la transferencia
–actualización de vínculos infantiles con el analista- sin la cual el
tratamiento no sería posible, aunque puede funcionar como el principal
obstáculo cuando se torna hostil.
Sus
indagaciones lo condujeron a hallar en las asociaciones de los pacientes una
remisión sorprendentemente frecuente a escenas de la vida infantil con
contenido sexual, por lo que la transferencia misma tomaría ese tenor. Freud
reflexiona sobre este tema señalando que es llamativo que algo tan evidente
como la sexualidad infantil, se
halla soslayado hasta el presente de modo contundente y conjetura sobre los
posibles motivos de esta falta de atención de los autores.
Comprobó
que habitualmente los pacientes reanimaban vivencias infantiles cuyo contenido
era la seducción sexual por un adulto y que tales escenas en realidad, nunca
habían ocurrido existiendo sólo en el ámbito de sus fantasías. No obstante dichas
fantasías mantenían una urdimbre incuestionable con los síntomas, precisando
que para las neurosis cobran mayor valor la realidad psíquica que la realidad empírica.
Con la asociación libre y la interpretación Freud demostró que los
síntomas tienen un sentido, que es prohibido y de naturaleza sexual, y por tal
motivo, reprimido.
La captura del sentido perseguía que la represión quedara cancelada y
relevada por un juicio o apreciación que aceptara o no, aquello que fuera
expulsado anteriormente, pero en ambos casos se restablecería el contacto entre
el afecto y la representación para su tramitación normal. Puede ser que haya
sido reprimido un deseo, que al devenir consciente dentro de un análisis, sea
aceptado en parte o en su totalidad, o quede libre de objeción por ser elevado
a una meta superior, o de lo contrario se acepte que el rechazo es justo.
Esta
indagación sobre fenómenos tan enigmáticos, lo guiarán en el propósito del
análisis de los sueños considerados como productos no arbitrarios, es decir,
también provistos de un sentido. El procedimiento de la interpretación de los sueños se constituye por lo tanto, en uno de
los pilares fundamentales de la labor para revelar lo inconsciente: “La
interpretación de los sueños es en realidad la vía regia para el conocimiento
de lo inconsciente, el fundamento más seguro del psicoanálisis y el ámbito en
el cual todo trabajador debe obtener su convencimiento y su formación” (6)
En la misma
serie de los síntomas y los sueños, va a ubicar a los actos fallidos, el chiste, y el lapsus,
concluyendo que estas formaciones demuestran la existencia del inconsciente, el cual no se muestra en
forma directa sino a través de estos efectos sobre la consciencia que son
interpretables e ingresan en el campo discursivo.
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