El autismo se trata de conductas de desconexión que pueden interferir profundamente en la maduración neuropsíquica, produciendo un deterioro, como reacción a la imposibilidad de tolerar ciertos estímulos o situaciones en el medio externo.
En este trastorno se observa una relación madre-hijo que no puede desarrollarse adecuadamente, por perturbaciones emocionales de quien cumple la función maternal, produciéndose lo que el autor llama “fractura de la función materna”. El niño no puede concertar un vínculo especial con su madre.
La desconexión puede tanto ser consecuencia de trastornos neurológicos que impiden la estimulación materna correctamente, o bien deberse a la falta de estimulación externa que impide el correcto desarrollo de las funciones neurológicas. Si la relación con la figura materna no se establece adecuadamente, el niño puede desarrollarse en forma inadecuada, disarmónica, emocional como así también neurológicamente.
Primeros signos: En general, estas conductas de desconexión son claramente evidentes a los 8-9 meses, aunque pueden evidenciarse desde los primeros días. Se observan en estos casos, ausencia del reflejo de búsqueda o de los cuatro puntos cardinales, del reflejo de succión o de los reflejos de fijación y seguimiento ocular; más tarde, de la sonrisa social. No está determinado si las distonías (hipo e hipertonía) son causas o efectos en el autismo.
Aparecen trastornos de la alimentación, con compromiso de los reflejos orales, rechazo del pecho, chupete o mamadera; dificultades en la aceptación de alimentos como sólidos o salados, rituales alimentarios, geofagia o coprofagia.
Hay trastornos de los ritmos circadianos de sueño-vigilia, hambre-plenitud y los de evacuación.
Los niños autistas presentan conductas evitativas de la comunicación con el otro, hay un rechazo del contacto humano en general. No miran a los ojos, rehúyen la mirada, miran “a través”, de costado. No prestan atención cuando se les habla, ni a los ruidos, y no habla.
Se presenta insensibilidad ante ciertos estímulos:
- Sensoriales: no ver, no oír, no oler, no gustar, con insensibilidad a gustos y olores desagradables
- Emocionales: negarse a recibir caricias y afecto
- Sensitivos: insensibilidad a las temperaturas extremas y al dolor.
También hipersensibilidad ante otros estímulos como ser:
- Auditivos
- Visuales (juegos con las luces y las sombras por ejemplo)
- Olfativos (Oler todo)
- Gustativos (ponerse todo en la boca)
- Vestibulares, como el dar vueltas o ensimismarse con cosas que dan vuelta
- Moverse constantemente, como en la hiperkinesia.
El lenguaje puede estar ausente, ser tardío, escaso, privado con neologismos, no dirigido al interlocutor, fuera de contexto, con evitación de palabras y/o del yo, hablando en tercera persona, ecolalia, coprolalia, verborragia sin sentido.
También se observan trastornos del afecto, trata a todos los adultos con el mismo afecto, no presenta angustia de los 8 meses, su llanto es inespecícifo, sin afecto, etc. No hay juego exploratorio, no busca juguetes.
Signos más clásicos: ritmias, hamacado; estereotipias, mirarse jugar con manos y pies, apretarse y refregarse los ojos y oídos; girar o quedarse absorto ante objetos giratorios; chupar todo; oler todas las cosas; automutilación, etc.
El tratamiento neurológico debe tender a la prevención y a la detección precoz de este trastorno, pues así puede evitarse o disminuirse el deterioro neuropsíquico e impedir la estabilización del cuadro autista, que hace más difícil toda intervención terapéutica.
Resumen Facultad de Psicología UNR
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