Método
psicoanalítico se define por:
·
El
establecimiento de un vínculo dual.
·
Roles
prescriptos por la situación psicoanalítica.
·
Un
campo terapéutico transferencial y comunicacional con leyes especificas.
·
Asimetría
vincular.
En
un grupo, de en cambio, el establecimiento de una red vincular multipersonal
crea un campo terapéutico de transferencias múltiples con sus leyes de
comunicación características insertas en un microcontexto sociocultural.
El encuadre
El
ritmo y la frecuencia de los encuentros establecidos contractualmente
configuran una continuidad espaciotemporal institucionalizada que adquiere una
significación estratégica y técnica.
La
organización espaciotemporal y económica de los encuentros constituye el
aspecto explicito del encuadre.
La hora: En los grupos la duración de la
sesión es de 60 minutos como mínimo y 90 minutos como máximo, con una
frecuencia de una o dos veces por semana, a lo sumo tres. En un tratamiento
psicoanalítico se asigna a cada sesión 50 minutos, con una frecuencia de tres,
cuatro o cinco veces por semana.
Esta
unidad de tiempo (la hora), es necesaria
para la instalación de un proceso psicológico e interaccional en el que se
pueden describir fases:
1.
comienzo
2.
momento
elaborativo
3.
final
El
peculiar manejo del tiempo y de la regresión permite efectuar una distinción
cualitativa, Grotjahm distingue:
a.
Regresión
terapéutica benigna: especifica de los grupos
b.
Regresión
competitiva automática: facilita el contacto con el inconciente de cada una de
las personas del grupo.
La
mayor duración de las sesiones de grupo, corresponde al reconocimiento de un
proceso multipersonal requiere un tempo para que se instale y pueda ser
detectado, comprendido y analizado. La menor frecuencia de las sesiones está
relacionada con el efecto desesructurante de una convivencia grupal (en
relación con las modalidades individuales narcisísticas) que produce una
movilización de ansiedades subyacentes, las cuales no podrían controlarse con
nuestra técnica.
Los intervalos
entre sesión y sesión sólo en pocos momentos de la vida de un grupo adquieren
significación, es importante mantener un ritmo de sesiones que no facilite más
que una organización temporal significativa y asegura una continuidad, al
tiempo que posibilite el mantenimiento de la abstinencia necesaria para la
instalación de procesos simbólicos.
El terapeuta suele
ocupar siempre el mismo sillón. Los pacientes cambian sus lugares e incluso
cambian las sillas de lugar, usan este elemento como un lenguaje de acción que
adquiere significación en la comunicación habitual. Es habitual que las sillas
queden adscriptas a un rol.
La noción de
respeto por los secretos ajenos es una regla.
La terapia de grupo
nos ubica en un rol gestual activo en la dinámica de la comunicación. La
asimetría se logra en un grupo por nuestra función normativa y nuestra actitud
interpretativa; el hecho de estar frente a frente modifica el acto de escuchar
y el de pensar, ya que inhibe y estimula a la vez. La recepción simultánea de
varios estímulos obliga a realizar un trabajo intelectual y afectivo de
selección y organización inmediata sin que haya tiempo para procesarla. El
pensar reflexivo puede ser vivido como distracción. La atención flotante que
utilizamos para escuchar a un solo paciente es reemplazada por una
atención….condicionadora ¿???? de estímulos que posibilita un pensamiento
reflexivo.
El terapeuta del
grupo recupera un momento para pensar, es un observador, por lo tanto no es
solo una pantalla de proyecciones sino también un participante activo del
proceso comunicacional.
En una relación
bipersonal los estímulos provienen del emisor y el paciente y del campo
invariable el consultorio interno y externo; en cambio, en un grupo los ruidos
propios del consultorio no alcanzan a ser significativos y son
reemplazados por el ruido invariante de la interacción (movimientos de sillas,
llegadas, voces simultáneas).
La intervención
sincrónica de varios niveles de comunicación requiere un adecuado balanceo
entre síntesis y análisis.
El conflicto
En un grupo, el
conflicto se expresa simultáneamente en dos niveles:
el primero esta
relacionado con la confrontación de la estructura sociocultural
grupal de cada miembro del grupo, con la ofrecida por el grupo terapéutico.
El segundo, con la
identidad de cada miembro como individuos desde los modelos primarios y
familiares.
Los conflictos
intrasistema e intersistémicos son los que dan su matiz especifico a
este campo de trabajo. Entre cada sistema se produce una realimentación
permanente.
En una psicoterapia
psicoanalítica de grupo, la presencia de personas reales externas, los demás
pacientes, el analista visto frente a frente y la posibilidad de percibirlos
como tales, imprimen su sello particular a la instalación de los procesos
fantaseados y transferenciales.
Ofrecemos a los
pacientes un espacio-tiempo compartido y compartible, en el que la expresión de
un conflicto depende de que los demás quieran o no asumir la
representatividad de parte del mismo.
El conflicto
individuo versus sociedad o indiscriminación versus discriminación está
planteado dramáticamente de entrada, o en otras palabras refleja la dificultad
de articular ambas identidades, antagonizarlas es una defensa.
En un grupo la
presencia de otras personas plantea de inmediato la aparición de conflictos
ligados con la asunción de roles y con reforzamientos defensivos. Es común que
en las primeras sesiones la preocupación central gire en torno a un aspecto
distributivo, a una presentación formal proveniente de otro contexto y a una
búsqueda de normas que den cuenta del proceso.
¿Cuál será el aspecto de la situación terapéutica
utilizado para los mismos fines?
Encontramos las
siguientes posibilidades:
El individuo hace
caso omiso de su individualidad y se confunde con los deseos y necesidades de
los demás.
Se refugia en su
individualidad, se aísla y los demás se transforman en un todo indiviso y
persecutorio que destruirá su yo-grupal interno, arcaico y rígido. Proyecta
fantasías y los demás le devuelven la realidad. Proyecta objetos arcaicos y
aceptan la proyección el mundo del otro.
Lo confronta con
otros grupos: el suyo, el de los demás pacientes y el grupo real o
grupo terapéutico, sin darle tiempo para instalar puentes y enlaces que
faciliten su comprensión y reconocimientote la situación en su totalidad. Los
celos, son la apoyatura de la socialización del individuo, irrumpen con gran
violencia en el comienzo de una terapia. Otro tanto ocurre con la
rivalidad y los sentimientos de exclusión e inclusión.
La regresión
Freud abarca tres
modalidades:
La regresión
temporal: en la que se representan constelaciones de relaciones objetales
infantiles
La regresión formal:
en la que se vuelve a modos de expresión más primitivos que incluye
representación de cosa y pensamiento mágico
La regresión tópica:
sería la regresión del aparato psíquico al polo alucinotario, a un mundo
narcisista. En un grupo se establece una regresión propia de la estructura
grupal que es, en cierto modo, equivalente a la regresión formal.
El hablar en
un grupo tiene más componentes de acción que en una terapia bipersonal. Las
conductas infantiles, este contexto, se dan por la interacción múltiple y
facilitan la creación de un clima grupal dentro del cual se construirá una
comunicación útil.
En un grupo, la
regresión se produce por la unión entre las personas que no se
conocen previamente y vienen a compartir sus intimidades. La necesaria
depositación de confianza con el terapeuta determina una exigencia que crea
dependencia. Se impone una convivencia sin los pasos previos para su
establecimiento natural. Luego la asimetría comunicacional entre el terapeuta y
los demás pacientes entre sí determina una vivencia de extrañeza, malestar y
frustración que pone en juego mecanismos regresivos.
En un grupo el
escenario está ocupado por procesos de comunicación interpersonales en los que
la realidad y fantasía está permanentemente contrastados por disociaciones
bruscas. La confrontación de normas, muchas veces contradictorias, es
sustituida defensivamente netamente por lo prohibido y lo permitido proyectado
en el encuadre. Se instala un código tácito acerca de lo que se debe hacer en
función de una referencia mítica a las costumbres de otros grupos terapéuticos
u otros grupos. Se trata de una generalización y una inferencia hechas a partir
de datos que son tomados parcialmente y fuera de contexto. Sin embargo,
reflejan que en un microcontexto social la pertenencia se establece
transfiriendo modelos grupales.
Los pacientes se
ven inmersos en procesos, temáticas o acciones que pueden serles ajenos, sin
disponer de un tiempo propio para hacerlos suyos, elaborar o pensar, lo cual
les produce una conmoción. Recurren entonces al establecimiento de vínculos
emocionales primarios.
Aspecto histórico
Los datos se
descubren dramáticamente a través de la interacción. Su recolección se realiza
minuciosamente en las entrevistas previas a la entrada en un grupo con
fines diagnósticos y de criterio de agrupabilidad.
En la situación
grupal aparecen con crudeza puntos de fijación especialmente significativos que
se han constituido en situaciones traumáticas así como modelos de
identificación. Se descubre rápidamente cómo fueron asumidos y distribuidos
roles en los grupos primarios de los pacientes, roles que se vuelven a asumir
defensivamente en la red grupal.
El grupo tiende a
cristalizar a cada paciente en roles significativos y perturbadores
según su estructura familiar. La dramatización y la actividad son formas de
expresión prioritarias, por lo tanto permitirán descubrir las relaciones
significativas infantiles.
Todo esto sucede
sin intervención del terapeuta y únicamente en virtud del encuadre terapéutico
grupal.
Transferencia
En una terapia
psicoanalítica de grupo, los pacientes tienen la misma disponibilidad
interna para transferir. Cuentan con personajes reales para hacerlo en el qui y
ahora situacional.
El terapeuta cumple
la función de comprender y transformar discursos manifiestos. Pero el terapeuta
de grupo ya no es la única persona receptora de dichos desplazamientos ni un
doble de las proyecciones. Es uno más, aunque uno diferente.
La posibilidad de
transferir sobre personajes reales que tienen su propia modalidad de aceptación
hace más visibles y dramáticas los procesos de transferencia. Sobre el
terapeuta suelen transferirse principalmente papeles normativos y figuras
parentales, pero también es él quien detentará la capacidad para pensar
analíticamente los conflictos.
Durante un proceso
grupal es difícil que se establezca una relación en la que el
terapeuta sea tratado caso con exclusividad como un objeto interno del
paciente. Los demás pacientes además de serlo, tienen un plus que le es dado
por ser compañeros de terapia: sobre ellos se transfiere por un lado
transferencias laterales (hermanos), y por otro aspectos de vínculos presentes,
actuales y reales.
El campo terapéutico
permeabiliza los mensajes. En un grupo la presencia de los demás pacientes
sirve de regulador y contrastador de interpretaciones. Así como facilita el
proceso o la comprensión que es regulada de esta manera, también dificulta la
emisión de cierto tipo de interpretación: nos referimos a todas aquellas
interpretaciones que podrían incluir un juicio valorativo.
Las transferencias
múltiples sobre personajes cuyas respuestas pueden llegar a confirmar la maldad
de los objetos internos, distorsionan el aspecto corrector que la relación
transferencial tiene en un psicoanálisis.
Si la experiencia
terapéutica puede ser llevada de manera tal que los pacientes sientan que el
“si” es un “como si fuera”, podrán discriminar lo proyectado en la construcción
de una realidad actual sobre el modelo de una anterior negativa para su
evolución y efectuar una reintroyección más benigna.
El peligro de una
reproyección patógena es mucho mayor en un grupo ya que el proceso terapéutico
no solo está en manos de una persona calificada sino también en las de otros
pacientes con sus conflictos; la acción interpretativa a cargo del terapeuta se
ve a veces dificultada por la violencia de ciertas interacciones.
La asociación libre
En un grupo
terapéutico la asociación libre se va dando como un libre pensar acerca de lo
que otro dice, saltando así a veces el nudo resistencial que opondría cada uno
de los sujetos. No requiere estructuras lógicas propias, por otra parte puede
interrumpir con mayor búsqueda ya que no pasa por un proceso de
autorregulación.
En un grupo la
asociación libre se impone “a pesar de…”. Alguien dice algo y otro asocia. El
propio problema del otro se le impone mas que el suyo; se transforma en su
problema, problema que debe vehiculizar con temas que le son ajenos o que se
esconden detrás de una conflictiva ajena.
La asociación que
se produce en un grupo da acceso a una visión polifacética de una temática y al
surgimiento de problemas inconcientes, pero no implica siempre el vencimiento
de una resistencia y la elaboración de la misma.
Muchas veces el
paciente se queja porque no puede hablar de lo que le interesa y sienta y
siente que siempre tiene que escuchar a los demás. Si bien la
anécdota es del otro, su percepción selectiva depende siempre de el. Aquí se
implican lo individual y lo grupal. Es importante entonces que el terapeuta de
un grupo comprenda y haga sentir a sus pacientes cual es la participación
personal en la red interaccional y comunicacional o como influye esta sobre
ello. De esta manera los pacientes lograran percibir las múltiples formas de
expresión de sus conflictos que no siempre necesitan de su propia anécdota para
ser vehiculizados. Todo mensaje emitido tiene receptores, pero la interacción
resultante no se transforma necesariamente en emergente grupal.
La pérdida del
valor de la anécdota propia es una de las primeras heridas narcisistas, es asi
como la historia individual ocupa un lugar secundario. Renunciar a una forma
estereotipada de pensarse y presentarse es ya un paso hacia el reconocimiento
de la dinámica grupal.
En un grupo, la
asociación libre se da sin las trabas de la represión de cada uno de los
integrantes, por este motivo puede ser defensiva. En cambio, la asociación
libre en una relación psicoanalítica bipersonal sufre las vicisitudes de la
represión.
La fantasía
inconciente
En un grupo el
concepto de fantasía inconciente nos sirve para comprender la dinámica de la
interacción de un individuo con otro pero no pensamos que haya un concepto
operativo de fantasía inconciente grupal capaz de explicar la dinámica de la
estructura. Se crea un tipo de comunicación intuitiva que permite a los
integrantes de un grupo captar una dramática dentro de la cual pueden incluirse
que se transforma en un código compartido.
No se debe
confundir esta fantasía inconciente grupal; más bien podría comparárselo con la
instauración de un escenario que permita a cada uno expresarse desde su
fantasía inconciente individual.
La estructura de su
fantasía inconciente individual le permite imagina analógica e ilusoriamente un
modelo de fantasía inconciente grupal. Este modelo es creado por la necesidad
de pertenencia, continuidad y mismidad. Existe en cambio un tipo de comunicación
intersubjetiva que se establece entre personas que se reúnen con una
frecuencia pautada que les permite captar contenidos inconcientes por
codificación rápida de elementos paraverbales y preverbales.
Un grupo no es más
ni menos que la suma de los individuos que lo componen: abarca otro campo
empírico. En ciertos aspectos hace posible el abordaje a una conflictiva
intersubjetiva y dificulta el abordaje d partes de la personalidad a las que
sólo se tiene acceso en una terapia bipersonal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario