En la deriva natural de lo viviente, la aparición de la especie humana constituye uno de los últimos pasos evolutivos caracterizado por una complejidad sin precedentes. Desde el campo de la biología y de la filosofía, Henri Laborit , Humberto Maturana , Francisco Varela y Edgar Morin han realizado valiosos aportes para comprender la complejidad del ser vivo y del sujeto humano en particular. Este escrito intentará hacer un breve recorrido por algunos de los conceptos claves que estos autores han planteado o retrabajado, los cuales son objeto de estudio de la asignatura “Estructura Biológica del Sujeto II” de la Facultad de Psicología, UNR.
El hombre en situación
La concepción de “hombre en situación” proviene de la filosofía, más
precisamente de la escuela fenomenológica, cuyos principales representantes han
sido Husserl, Jaspers, Heidegger y Sartre. Esta corriente propone considerar al
hombre como unidad psicofísica ligada al mundo, siempre en situación,
alejándose de la dicotomía mente-cuerpo.
La expresión “hombre en situación” se utiliza así para designar al ser
humano integrado en sus aspectos biológicos, psicológicos y sociales, e inmerso
en un contexto socio-cultural e histórico determinado. La psicología
contemporánea toma esta perspectiva para estudiar al hombre en sus dimensiones
interactuantes y en su problemática actual (en la sociedad, en la familia, en las
organizaciones, etc.). Si bien en ocasiones se estudia o desarrolla alguno de
estos aspectos en forma específica, no debe olvidarse que todos ellos forman
parte del sujeto humano como entidad global, y cualquier afán de explicación
por la consideración de un solo nivel de análisis representará un abordaje
netamente reduccionista.
El hombre en
situación, como todo ser vivo, es un sistema abierto compuesto por materia y
energía y organizado por niveles de complejidad creciente, a través de los
cuales circula información. Esta información circulante posibilita la
constitución de una red de servomecanismos. La apertura termodinámica e
informacional propia de los sistemas biológicos permite así la organización
autopoiética, en auto-eco-organización, por medio de la cual el hombre alcanzará
su finalidad: la conservación de su identidad, de su información-estructura,
logrando la homeostasis deseada, en un continuo negociar con el ambiente.
Energía, materia, información
En física, la energía refiere a la capacidad de un sistema físico para realizar
un trabajo. Existen diferentes tipos: potencial, cinética, térmica, eléctrica,
química, nuclear, entre otros (Encarta, 2009). Por su parte, la materia alude a
la sustancia que compone el universo observable y que, junto con la energía, constituye
la base de todos los fenómenos objetivos. En ciencia, materia se aplica a todo lo que ocupa espacio y posee los atributos
de gravedad e inercia. En la física clásica, la materia y la energía se
consideraban dos conceptos diferentes que estaban detrás de todos los fenómenos
físicos. Los físicos modernos, sin embargo, han demostrado que es posible
transformar la materia en energía y viceversa, con lo que han acabado con la
diferenciación clásica entre ambos conceptos. Sin embargo, al tratar numerosos
fenómenos —como el movimiento, el comportamiento de líquidos y gases, o el
calor— a los científicos les resulta más sencillo y práctico seguir
considerando la materia y la energía como entes distintos .
Desde
el campo de la biología, Laborit (1984) afirma que para superar al materialismo
–doctrina que interpreta la organización de la materia viva por las leyes de la
biología y de la física– y al espiritualismo –doctrina que adscribe la esencia de la vida al espíritu– surge
la teoría de la información y la cibernética, “para comprender que eso que los
sistemas vivientes agregaban a la materia inanimada no era ni masa ni energía,
como bien lo ha señalado Wiener, sino solamente información”. En este
sentido, la información constituye aquello que pone en forma a la estructura, aquello
que posibilita su organización. Como tal, necesita de la masa y de la energía
como soporte para establecer relaciones, posibilitando así que el todo exceda
la suma de sus partes. En línea con esta conceptualización, Frenquelli (2002) plantea
la relación como la categoría
fundamental de lo viviente, como la esencia de la bio-lógica.
Para comprender estos conceptos, tomemos por ejemplo las palabras arma y rama: ambas tienen la misma cantidad de materia, la misma energía,
pero distinta información. Vale decir, ambas están formadas por la misma
cantidad de letras, de significantes, han consumido teóricamente la misma
cantidad de energía para ser escritas e impresas, pero refieren a objetos
diferentes, puesto que su información, su organización es distinta, las
relaciones entra esa materia y esa energía no son las mismas, adquiriendo
significados diversos.
Tomemos otro ejemplo: el cerebro humano, la organización de la materia
con mayor nivel de complejidad. Este cerebro se compone de la misma materia orgánica
que el hígado o el riñón, e incluso de los mismos elementos que la materia
inanimada; sin embargo, difiere en su puesta en forma, en su organización. Es
decir, la información establece distintas relaciones entre los elementos de su
estructura, permitiendo la emergencia de lo psicológico como función, como
propiedad emergente de la materia organizada.
Información estructura. Información
circulante.
A partir de delimitar los conceptos de energía, materia e información,
Laborit (1984, 1986) plantea las categorías de información estructura e
información circulante.
La información-estructura es definida como la puesta en forma de la
materia viva por niveles (in-forma cada nivel de organización). La finalidad de
todo ser vivo es la conservación de su identidad, y la identidad está dada justamente
por el mantenimiento de su información-estructura, es decir, por el
mantenimiento del tipo particular de organización que adquiere la materia y la
energía en cada ser vivo. Esta información se halla contenida en el código
genético: “Desde que la información lindante a las primeras estructuras
complejas pudo ser almacenada en la doble hélice de los ácidos
desoxirribonucleicos [esto] permitió la reproducción de las mismas formas en
múltiples ejemplares”.
Como tal, la información-estructura resulta invariable, al menos en lo
que concierne al individuo (“invariancia reproductiva”). De allí que “el
individuo, desde el punto de vista de su información-estructura, puede ser
considerado groseramente como un
sistema cerrado” (Laborit, 1984, p. 13), tendiente a conservar su identidad a
lo largo del tiempo. Sin embargo, esta información-estructura no es totalmente
invariable, ya que se modifica conforme evolucionan las especies por medio de
mutaciones genéticas y de la reunión o interacción de “capitales genómicos” (p.
19) transmitidos de generación en generación.
En inherente asociación con la información-estructura aparece la
información circulante. Como su nombre lo indica, esta información circula entre
los niveles de organización de la materia viva, permitiendo la conservación de
la identidad por medio de ajustes homeostáticos. Es la información que
transforma un regulador en servomecanismo, ya que al recibir un regulador una
información del exterior, de un operador, pasa a constituir un servomecanismo
(ver “Servomecanismo”).
A modo de ejemplo, tomemos nuevamente el cerebro. Éste, como estructura
biológica, se compone de distintos niveles de organización, de complejidad
creciente, los cuales se hallan a su vez englobados por otros niveles, como el
sistémico (sistema nervioso), el social, y el ecosistémico. Entre todos estos
niveles circula información, que le posibilita a ese cerebro auto-organizarse
en base a la retroalimentación que recibe del entorno. Lo mismo sucede, a nivel
individual, con un niño, por ejemplo. Todo niño se autorregula y, al mismo
tiempo, es regulado por medio de la información que recibe de sus padres, de
sus maestros, de sus compañeros, de la televisión, entre otras tantas fuentes potenciales.
Se comprende así cómo la información circulante posibilita la coherencia del
conjunto biológico organizado por niveles.
Sistemas
abiertos: aperturas termodinámica e informacional
“La estructura de los organismos vivos le confiere dos características
fundamentales: ser sistemas abiertos y organizarse por niveles de complejidad”.
Las estructuras biológicas –desde la célula hasta el individuo–
constituyen sistemas abiertos, tanto desde el punto de vista termodinámico como
informacional. A nivel termodinámico, Laborit (1984) retoma la teoría termodinámica
para explicar esta apertura:
Un sistema vivo, cualquiera sea, célula, órgano, organismo, es, desde el
punto de vista termodinámico, un sistema abierto, en el cual pasa una corriente
de energía química […] el conjunto de las formas vivas en el seno de la
biosfera constituye un vasto sistema en el seno del cual se derrama la energía
solar […] las moléculas químicas con las
cuales los organismos vivos sacan su energía en “pequeñas monedas” […] esas
moléculas son moléculas complejas construidas a partir de [la transformación
de] la energía fotónica del sol en energía química. Las formas vivas no
contradicen entonces la segunda ley de la termodinámica […] gracias a la
entropía solar las estructuras vivas y la totalidad de la energía que ellas
liberan puede ser mantenida y utilizada.
Los seres vivos también son sistemas abiertos desde el plano
informacional, puesto que la información circula entre sus múltiples niveles de
organización, poniéndolos en relación, desde el átomo hasta el organismo y la
sociedad, permitiéndolos “ser”, conservar su identidad y su complejidad. He
aquí la importancia de la información circulante: ésta permite la conformación
de cadenas de servomecanismos:
Cualquiera sea el nivel de organización que tomemos, de la molécula al
organismo entero, se comprende que un sistema orgánico es un sistema abierto
desde el punto de vista informacional, ya que cada nivel de organización recibe
sus informaciones del nivel subyacente […] Esta apertura informacional existe
porque todos los niveles de organización […] [están] ya contenidos en potencia
en los ácidos desoxirribonucleicos del huevo fecundado.
Esta apertura del ser vivo, su organización por niveles remite a la
noción de servomecanismo para explicar la complejidad de su funcionamiento.
Servomecanismo
El concepto de servomecanismo proviene de la ingeniería y refiere a un
dispositivo o conjunto de ellos que permite la automatización del control de un
mecanismo o de una fuente de energía. Todo servomecanismo es un
mecanismo homeostático. Existen distintos tipos (mecánicos, eléctricos,
hidráulicos, entre otros), pero su principal característica es que se activan
por la llamada señal de error para autorregularse por retroalimentación. Un
servomecanismo es entonces un dispositivo capaz de captar información del medio
para modificar sus estados en función de las circunstancias, regulando su
actividad de cara a la consecución de una meta.
A partir de 1948, Wiener, el fundador de la cibernética, mostró que las
categorías mecanicistas tradicionales, la causalidad lineal, no servían para
entender el comportamiento de estos sistemas. Los servomecanismos muestran un
comportamiento teleológico y una estructura causal circular, como en el caso
del sistema formado por un termostato y una fuente de calor. Laborit (1986)
toma el ejemplo del baño de María para ilustrar este fenómeno:
La
característica de este regulador, el termostato, permitirá la conservación de
la temperatura del agua de este baño de María alrededor de 37 grados […] A
partir del momento en que sobrepase ligeramente dicho valor, el sistema
impedirá el paso de la corriente. La temperatura del agua disminuirá y a partir
del momento en que se aleje ligeramente de los 37º, volverá a establecerse la
corriente, con lo que nuevamente se elevará la temperatura del agua. Así, en un
sistema de este tipo, el efecto, es decir, la temperatura del agua a 37 grados,
controla el valor de los factores, es decir, la cantidad de corriente y la
duración del paso de ésta al penetrar en la resistencia calorífica. Pero un
baño de María es un aparato que, en un laboratorio, se inscribe en una cadena
experimental […] Será, por tanto, preciso intervenir en este regulador para que
funcione a otro nivel térmico, y es el operador el que, desde el exterior del sistema, reglará este regulador, transformándolo
en un servomecanismo.
Por lo tanto, en el servomecanismo
interactúan dos elementos: regulador y operador. El regulador está compuesto por un efector donde determinados factores
generan un efecto, una acción, la cual generará, a su vez, una
retroalimentación generalmente negativa sobre dichos factores. Pero tal
regulador, considerado en forma aislada, no existe en el mundo biológico. Todo
nivel de organización de lo viviente se encuentra englobado, a su vez, por
otro. De allí que, a todo regulador le llega información desde el nivel que lo
engloba, y esta información proviene justamente de un operador que regla, “externamente”, el funcionamiento de ese
regulador, incidiendo en sus efectos. “Definiremos
el sistema regulado recibiendo una información del exterior del sistema
cambiando su nivel de regulación como estando en un servomecanismo”.
Es precisamente la
información circulante, la que circula entre los niveles de organización, la
que permite la coherencia del conjunto de los sistemas, transformando un regulador en servomecanismo. Al poner en relación
distintos niveles, esta información circula de uno a otro, permitiendo las
regulaciones propiamente biológicas.
Hemos llegado en
biología a los sistemas regulados […] cada uno de estos sistemas es
transformado en servomecanismo por la información que recibe del conjunto que
lo engloba […] La célula, sistema regulado, como muestra el
potencial de membrana de reposo, se
vuelve un servomecanismo de hecho, de la información que le viene del exterior y que va, por
intermedio de variaciones del potencial, a influenciar su actividad funcional.
Podemos seguir esta descripción y encontraremos un sistema regulado y servomecanismo pasando de la célula al
conjunto celular que constituye un órgano, del órgano al sistema (sistema
nervioso, cardíaco, vascular, endócrino, etc.) [pasando así] de nivel de
organización en nivel de organización.
A nivel neuroendócrino, si aislásemos la hipófisis (efector) y las
hormonas que ésta libera (efecto), estaríamos en presencia de un regulador;
pero esta glándula siempre se encuentra inmersa en un cuerpo biológico
organizado por niveles, y recibe información de otras fuentes, principalmente
del hipotálamo (operador). El circuito hipotálamo-hipofisario constituye así un
servomecanismo, a su vez englobado por otros servomecanismos, atravesados por
información circulante.
¿Pero por qué
estudiamos los servomecanismos en Psicología? Para poder pensar, analizar y
actuar sobre la complejidad propiamente humana: “una acción eficaz comienza por el conocimiento de servomecanismos
reuniendo cada nivel de organización, de la molécula a los síntomas. Este
conocimiento es siempre indispensable para poner en práctica una terapéutica […]
etiológica y eficaz” . De poco servirá, por ejemplo,
tratar un paciente sin atender a los síntomas o signos físicos que pudiera presentar,
o pretender explicar la violencia considerando solamente variables psicológicas.
Este tipo de prácticas constituyen verdaderos reduccionismos: cercenan
el estudio de un fenómeno a un solo nivel de organización, pretendiendo
explicar el todo a partir de la parte. “No es la reducción de lo
psíquico o de lo sociológico a lo biológico lo que se teme, es la reducción de
lo sociológico a lo sociológico y de lo psíquico al lenguaje. Es en otros
términos, el cierre de un sistema de pensamiento de una información-estructura
sobre ella misma”.
Laborit propone así abordar al sujeto en sus distintos
servomecanismos, tanto aquellos que lo componen (psicobiológicos) como aquellos
que desde el exterior lo engloban y lo modifican (la sociedad, la familia, las
instituciones, el ecosistema, etc.). “Es imposible entender el entorno sin
entender lo entornado […] No es posible conocer lo exterior sin conocer lo
interior […] No hay Sujeto sin Cerebro, no hay Sujeto sin Cultura”. En otras palabras: como profesionales en formación debemos considerar
la perspectiva holística del “hombre en
situación” como ser biopsicosocial inmerso en un contexto socio-histórico
determinado.
Dicho esto, podemos
retomar la definición de organismo vivo que propone Laborit (1986):
Un organismo vivo es
[…] un sistema abierto en el que la energía fotónica solar circula […] su
estructura está constituida por subconjuntos cerrados en su formación-estructura
que solamente pueden abrirse por su englobamiento y puesta en relación, por
servomecanismo, con una estructura englobante ella misma englobada [por otro
nivel de organización superior.
Autonomía y autopoiesis. Autoecoorganización
¿Cómo se regulan los seres vivos para el mantenimiento de su
información-estructura? Aquí Maturana, Valera y Morin nos ofrecen una
respuesta.
Al definir organización como
aquellas relaciones necesarias para que algo sea, Maturana y Varela (1986) afirman
que los seres vivos se producen continuamente a sí mismos, especificando sus
propios límites. Este proceso de autorreparación y autorregeneración lo
denominan organización autopoiética
(del griego autopoiesis, auto,
"sí mismo", y poiesis, “creación” o “producción”). Un sistema
autopoiético se constituye a sí mismo y se diferencia del medio circundante por
medio de esta dinámica, de tal forma que ambos interactúan y son inseparables.
La autonomía de un sistema refiere a la capacidad de especificar su
propia legalidad, lo que le es propio. Y es precisamente la autopoiesis, la
organización autopoiética, la que constituye a los seres vivos como sistemas
autónomos, recursivos, donde no hay separación entre productor y producto,
puesto que su único producto son sí mismos.
Desde la perspectiva de Laborit, los niveles de organización, por los
cuales circula información permitiendo la conservación de la identidad y
estableciendo una red de servomecanismos, son los que efectivamente posibilitan
la autonomía autopoiética del ser vivo. Esta autonomía es retrabajada por Morin
(1994) a través de la noción de auto-eco-organización: todo ser vivo, autónomo,
depende del mundo exterior a nivel energético, organizacional e informativo.
Nuestra auto-organización es dependiente del ambiente. He aquí el punto de
unión principal entre estos autores.
Homeostasis
La homeostasis es el proceso por el cual un organismo mantiene las
condiciones internas constantes necesarias para la vida. Es un concepto que
atraviesa toda la caracterización anterior del hombre en situación.
La noción de homeostasis fue introducida por primera vez por el fisiólogo
francés Claude Bernard en el siglo XIX,
quien subrayó que “la estabilidad del medio interno es una condición de vida
libre”. Para que un organismo pueda sobrevivir debe ser, en parte,
independiente de su medio; esta independencia está proporcionada por la
homeostasis. Este término fue acuñado por Walter Cannon en 1926 para referirse
a la capacidad del cuerpo para regular la composición y volumen de la sangre, y
por lo tanto, de todos los fluidos que bañan las células del organismo, el “líquido
extracelular”.
Etimológicamente, el término homeostasis deriva de la palabra griega homeo que significa “igual”, y stasis que significa “posición”. En la
actualidad, se aplica al conjunto de procesos que previenen fluctuaciones en la
fisiología de un organismo, e incluso se ha aplicado a la regulación de
variaciones en los diversos ecosistemas o del Universo como un todo.
En los organismos vivos la homeostasis implica un consumo de energía
necesario para mantener una posición en un equilibrio dinámico –siempre
cambiante–. Esto significa que, aunque las condiciones externas puedan estar
sujetas continuamente a variaciones, los mecanismos homeostáticos aseguran que
los efectos de estos cambios sobre los organismos sean mínimos. Si el
equilibrio se altera y los mecanismos homeostáticos son incapaces de
recuperarlo, entonces el organismo puede enfermar y con el tiempo morir.
La homeostasis es necesaria porque los organismos metabolizan moléculas
de forma continua y originan productos de desecho potencialmente tóxicos
empleando sustancias importantes que es necesario reponer. Además de esto, los
organismos precisan mantener un medio intracelular constante relativamente indiferente
a los efectos que las variaciones originan en su medio externo.
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