La terapia hipnótica usa la sugestión para
prohibir los síntomas, refuerza la represión, deja intactos los procesos que
han llevado a la formación de síntoma; la terapia analítica llega hasta los
conflictos de donde nacen los síntomas, se sirve de la sugestión para modificar
el desenlace de ellos; impone un difícil trabajo para cancelar las resistencias
internas. Se trabaja con la transferencia resolviendo lo que se contrapone. La
superación de los conflictos se logra si se le han dado las
representaciones-expectativa que coinciden con su realidad interior. La transferencia
es objeto de tratamiento, es descompuesta en su manifestación. El éxito del
tratamiento se produce por superación de las resistencias.
Teoría de la libido: el neurótico es incapaz de
gozar y producir porque la libido no está dirigida a objetos reales, y porque
tiene que gastar gran parte de la energía en mantener la libido reprimida y
defenderse de ella. La terapia consiste en desasir la libido de sus
provisionales ligaduras sustraídas al Yo para ponerla al servicio de él. La
libido del neurótico está ligada a los síntomas, que le procuran la
satisfacción sustitutiva. Por eso es necesario resolverlos; para esto hay que
remontarse hasta su génesis, renovar el conflicto del que surgieron, llevarlo a
otro desenlace con el auxilio de fuerzas no disponibles en ese momento, pero no
en las huellas mnémicas de los sucesos que originaron la represión sino en
transferencia, creando versiones nuevas del viejo conflicto. La transferencia
es el campo de batalla en el que se reencuentran las fuerzas que combaten. Toda
la libido converge en la relación con el médico, los síntomas quedan despojados
de libido. La transferencia aparece en lugar de la enfermedad. En lugar de los
objetos libidinales irreales, aparece un único objeto fantaseado: el médico.
Cuando la libido vuelve a desasirse del objeto provisional no puede volver
atrás a sus primeros objetos, sino que queda a disposición del Yo. Se libró
batalla con la repugnancia del Yo hacia ciertas orientaciones de la libido
(inclinación a reprimir.
Hay dos fases en el tratamiento: de los
síntomas a la transferencia, y librar a éste nuevo objeto de la libido, para
eliminar la represión, de suerte que no pueda sustraerse más la libido del Yo.
Bajo la influencia de la sugestión se produce un cambio en el Yo; el Yo es engrosado
por lo inconsciente que se hace conciente, se reconcilia con la libido, se le
concede alguna satisfacción y se reduce el horror ante sus reclamos por la
posibilidad de neutralizar un monto de ella por sublimación.
Los límites están en la falta de movilidad de
la libido que no quiere abandonar sus objetos, y en la rigidez del narcisismo,
que no permite que la transferencia sobrepase cierta frontera.
Los sueños, así como los actos fallidos y
ocurrencias libres sirven para colegir el sentido de los síntomas y descubrir
la colocación de la libido. Nos muestran los deseos que cayeron bajo la
represión y los objetos a los cuales quedó aferrada la libido sustraída al Yo.
El sano también ha realizado represiones y hace
un cierto gasto para mantenerlas, su Icc oculta mociones reprimidas, investidas
de energía y una parte de su libido no está disponible para su Yo. La persona
sana es virtualmente neurótica. La diferencia entre salud y neurosis se
circunscribe a lo práctico, y se define por el resultado, si le ha quedado a la
persona capacidad para gozar y producir; el sano puede poseer innumerables
formaciones de síntoma, aunque mínimas y carentes de importancia práctica. La
diferencia es de índole cuantitativa, los montos de energía que han quedado
libres y ligados por represión.
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