Freud, S. - Conferencia 28: La terapia analítica



La terapia hipnótica usa la sugestión para prohibir los síntomas, refuerza la represión, deja intactos los procesos que han llevado a la formación de síntoma; la terapia analítica llega hasta los conflictos de donde nacen los síntomas, se sirve de la sugestión para modificar el desenlace de ellos; impone un difícil trabajo para cancelar las resistencias internas. Se trabaja con la transferencia resolviendo lo que se contrapone. La superación de los conflictos se logra si se le han dado las representaciones-expectativa que coinciden con su realidad interior. La transferencia es objeto de tratamiento, es descompuesta en su manifestación. El éxito del tratamiento se produce por superación de las resistencias.

Teoría de la libido: el neurótico es incapaz de gozar y producir porque la libido no está dirigida a objetos reales, y porque tiene que gastar gran parte de la energía en mantener la libido reprimida y defenderse de ella. La terapia consiste en desasir la libido de sus provisionales ligaduras sustraídas al Yo para ponerla al servicio de él. La libido del neurótico está ligada a los síntomas, que le procuran la satisfacción sustitutiva. Por eso es necesario resolverlos; para esto hay que remontarse hasta su génesis, renovar el conflicto del que surgieron, llevarlo a otro desenlace con el auxilio de fuerzas no disponibles en ese momento, pero no en las huellas mnémicas de los sucesos que originaron la represión sino en transferencia, creando versiones nuevas del viejo conflicto. La transferencia es el campo de batalla en el que se reencuentran las fuerzas que combaten. Toda la libido converge en la relación con el médico, los síntomas quedan despojados de libido. La transferencia aparece en lugar de la enfermedad. En lugar de los objetos libidinales irreales, aparece un único objeto fantaseado: el médico. Cuando la libido vuelve a desasirse del objeto provisional no puede volver atrás a sus primeros objetos, sino que queda a disposición del Yo. Se libró batalla con la repugnancia del Yo hacia ciertas orientaciones de la libido (inclinación a reprimir.

Hay dos fases en el tratamiento: de los síntomas a la transferencia, y librar a éste nuevo objeto de la libido, para eliminar la represión, de suerte que no pueda sustraerse más la libido del Yo. Bajo la influencia de la sugestión se produce un cambio en el Yo; el Yo es engrosado por lo inconsciente que se hace conciente, se reconcilia con la libido, se le concede alguna satisfacción y se reduce el horror ante sus reclamos por la posibilidad de neutralizar un monto de ella por sublimación.

Los límites están en la falta de movilidad de la libido que no quiere abandonar sus objetos, y en la rigidez del narcisismo, que no permite que la transferencia sobrepase cierta frontera.

Los sueños, así como los actos fallidos y ocurrencias libres sirven para colegir el sentido de los síntomas y descubrir la colocación de la libido. Nos muestran los deseos que cayeron bajo la represión y los objetos a los cuales quedó aferrada la libido sustraída al Yo.

El sano también ha realizado represiones y hace un cierto gasto para mantenerlas, su Icc oculta mociones reprimidas, investidas de energía y una parte de su libido no está disponible para su Yo. La persona sana es virtualmente neurótica. La diferencia entre salud y neurosis se circunscribe a lo práctico, y se define por el resultado, si le ha quedado a la persona capacidad para gozar y producir; el sano puede poseer innumerables formaciones de síntoma, aunque mínimas y carentes de importancia práctica. La diferencia es de índole cuantitativa, los montos de energía que han quedado libres y ligados por represión. 

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