Introducción:
Los
trastornos de la marcha se revelan por una lentificación de la velocidad de la
marcha, una desviación en la simetría del paso o en la suavidad de la marcha o
en la sincronización del movimiento del cuerpo. Para el anciano, el caminar,
pararse desde una silla, dar la vuelta y volver a sentarse son la base de la
movilidad independiente. La velocidad de la marcha, el tiempo usado para
levantarse de la silla y la capacidad para mantenerse de pie en tándem (es
decir con un pie delante del otro) son predictores independientes para la
habilidad de llevar a cabo las actividades instrumentales de la vida diaria;
por ejemplo, la habilidad de viajar, hacer las compras o cocinar. La velocidad
de la marcha, el tiempo para levantarse de la silla, así como el equilibrio
también son predictores del riesgo de admisión en un geriátrico y de muerte
próxima. Para caminar sin asistencia el anciano debe tener una coordinación
eficaz de las sensaciones, del control motor músculo-esquelético y de la
atención.
Cambios normales en
la marcha relacionados con la edad:
La velocidad de la marcha permanece estable hasta cerca de los 70 años; luego
disminuye cerca del 15 % en cada década para la marcha habitual, y el 20% en
cada década para la marcha a velocidad máxima. La velocidad es menor porque el
adulto mayor da pasos más cortos.
La cadencia, es decir el ritmo del paso, no cambia con la edad. Cada
persona tiene una cadencia preferida, que se relaciona con la longitud del paso
y representa habitualmente el ritmo más eficiente para ahorrar energía para ese
individuo particular y para su peculiar estructura del cuerpo. Los ancianos más
altos dan pasos a una cadencia más lenta, en cambio los más petisos dan pasos
más rápidos.
El estar de pie con doble apoyo, el tiempo que los adultos mayores permanecen con ambos
pies apoyados en el suelo (también conocido como doble apoyo) aumenta con la
edad, desde el 18 % en los adultos jóvenes a más del 26 % en los adultos
mayores. Durante el doble apoyo el centro de la masa del cuerpo queda entre los
dos pies, lo que representa una posición más estable. Permanecer en esta
posición disminuye el tiempo para balancear la pierna y dar el paso,
contribuyendo a acortar la longitud del paso. Un doble apoyo mayor puede ser
necesario cuando el suelo es desparejo o cuando el equilibrio está perturbado,
en cuyo caso la longitud del paso se sacrifica en favor de la estabilidad. Las
personas mayores con miedo a caerse aumentan el tiempo que permanecen con doble
apoyo, por lo cual el tiempo que el sujeto permanece con ambos pies apoyados en
el piso es un fuerte indicador de la velocidad de la marcha y de la longitud
del paso o pedada.
La postura de marcha, la posición que adopta el cuerpo durante la marcha,
cambia mínimamente con la edad. A menos que el adulto mayor tenga enfermedades
como la osteoporosis (falta de calcio en los huesos, que los hace mas frágiles)
o cifosis (cuando la espalda se arquea, formando una especie de joroba), ellos
deben caminar erguidos sin desplazarse hacia delante, aunque es habitual
encontrar una flexión del cuello hacia adelante, con lo cual desciende el
mentón hasta casi tocar el pecho.
Cuando la
cabeza y el cuello se ven de perfil, dan la impresión de formar el numero 3
invertido (esquema 1).
Ellos
caminan con mayor rotación pélvica anterior (hacia adelante) lo que termina
produciendo un aumento de la lordosis lumbar debido a una combinación de
aumento de la grasa abdominal, mayor debilidad de los músculos abdominales y
mayor rigidez de los músculos flexores de la cadera (esquema 2).
Los
ancianos también caminan con una abertura hacia afuera del pie de unos 5°
posiblemente debido a una pérdida de la rotación interna de la cadera o a una
estrategia para incrementar la estabilidad lateral (esquema 3).
La altura
del paso es casi la misma en las personas jóvenes que en el anciano (esquema
4).
La
flexibilidad de las articulaciones sí cambia con la edad. La flexión plantar
del tobillo se reduce durante la última etapa del apoyo, inmediatamente antes
que el talón se levante. La dorsiflexión máxima del tobillo no se reduce en
absoluto. Flexión plantar significa doblar el pie hacia abajo, y dorsiflexión
doblar el pie hacia arriba (esquema 5 flexión plantar en el joven; no flexión
plantar en el adulto mayor).
La movilidad general de la rodilla no cambia ni tampoco la movilidad de la cadera en el plano sagital, pero en el plano frontal muestra una mayor aducción. Aducción significa aproximación a la línea media del cuerpo, mientras que abducción significa alejamiento de la línea media del cuerpo. Cuando levantamos el brazo lo abducimos, cuando aproximamos la cadera a la línea media la aducimos (esquema 6).
La movilidad pélvica se reduce en los planos frontal y transversal, y la rotación en el plano transverso también se reduce. La longitud del paso es más corta en el anciano. Una de las explicaciones es que las pantorrillas son más débiles y no pueden producir la suficiente flexión plantar. Otra explicación es que el anciano es reacio a flexionar el tobillo debido al pobre equilibrio y control del centro de la masa corporal durante la estación de pie (esquema 7).
Manifestaciones del
movimiento en el estado de salud y en algunas enfermedades:
En el estado de salud el movimiento del cuerpo
habitualmente es simétrico. La longitud del paso, la cadencia, el movimiento
del tronco, del tobillo, de la rodilla, de la cadera y de la pelvis es idéntico
en ambos lados derecho e izquierdo. La simetría del movimiento y la
coordinación entre la derecha y la izquierda se pierden en la enfermedad o
debilidad neurológica o músculo-esquelética. Un paso corto y simétrico indica
habitualmente un problema bilateral. Una cadencia de marcha, longitud del paso
o anchura del tranco impredecibles o sumamente variables indican una ruptura
del control motor del paso debido a síndrome del lóbulo frontal o cerebeloso.
Síntomas de seudo-claudicación como dolor, debilidad y adormecimiento con la
marcha que mejoran al sentarse pueden ser causados por la estenosis espinal. Esta
última puede deberse a presión o tensión en los segmentos cervicales o lumbares
de la columna. Las dificultades en la iniciación de la marcha pueden ser
debidas a una falla aislada o a una enfermedad de Parkinson o una lesión del
lóbulo frontal o sub-cortical. La prevalencia de señales de Parkinson como
bradiquinesia (lentitud de los movimientos) y rigidez es alta en el anciano
especialmente después de los 75 años.
Una vez iniciada la marcha, los pasos son
continuos, con pocas variaciones en el tiempo de los pasos. En cambio la
detención o el congelamiento habitualmente sugieren una marcha cautelosa, miedo
a las caídas o desorden del lóbulo frontal. Una falla en iniciar la marcha
debida a un desorden de tipo sensorio-motor de alto nivel en el lóbulo frontal
o la sustancia blanca puede llevar a otras anormalidades, por ejemplo una
postura rígida con pasos cortos, retropulsión (caída hacia atrás) al estar de
pie, correcciones pobres o débiles en respuesta a las perturbaciones del
equilibrio cuando el adulto mayor está caminando y un patrón de marcha muy
variable e inestable. La hidrocefalia normotensiva debería ser considerada si
hay una combinación de trastorno de la marcha de tipo sensorio-motor alto junto
con trastornos cognitivos e incontinencia urinaria.
También se pueden detectar con Tomografía o
Resonancia Magnética si hay infartos lacunares, enfermedad de la sustancia
blanca o atrofia focal. La caída del pie secundaria a disminución de la flexión
de la rodilla por debilidad de los músculos tibiales anteriores, o descenso de
la pelvis debido a debilidad de los músculos proximales en el lado afectado
(los glúteos medianos) puede originar un menor balanceo del pie. El paso corto
no es específico y puede representar el miedo a caerse o un problema neurológico
o músculo-esquelético.
El lado del cuerpo que da el paso más corto es
usualmente el lado sano y se debe a un problema durante el apoyo del pie
lesionado del otro lado. Por ejemplo un anciano con dolor o debilidad en la
pierna izquierda pasa menos tiempo apoyado en esa misma pierna y desarrolla
menos fuerza para el movimiento del cuerpo hacia adelante. De este modo el
tiempo de balanceo y la longitud de la pierna derecha son menores. La pierna
derecha normal empuja el lado izquierdo del cuerpo hacia adelante con fuerza
conservada proveyendo de esta manera un balanceo y una longitud de paso de la
pierna izquierda normales, así como una propulsión hacia adelante del
hemi-cuerpo izquierdo también normales. Así el pie izquierdo se mueve
normalmente a pesar de ser el enfermo.
La inestabilidad del tronco puede ser causada
por disturbios de los ganglios basales o áreas sub-corticales. Una desviación
permanente del tronco hacia la pierna de apoyo (sana) puede ser una estrategia
para reducir el dolor articular debido a artritis de la cadera o rodilla
(posición antálgica); de esta manera el adulto mayor se inclina para levantar
la cadera del lado opuesto (enfermo) permitiendo que el miembro inferior rígido
pueda levantarse del piso durante la fase del balanceo del paso. Las
desviaciones del sendero de marcha son fuertes indicadores de déficit del
control motor. Un tranco de base ancha puede estar causado por enfermedad
cerebelosa si la anchura es consistente (marcha tipo borracho). En cambio si la
anchura del tranco es variable, sugiere déficit del control sub-cortical o
frontal.
Evaluación:
Se divide en 4 etapas: 1) Charlar con el
anciano respecto de sus quejas, miedos y objetivos referidos a la movilidad en
general; 2) Observar la marcha con y sin aparatos de ayuda (siempre que no haya
peligros de caídas); 3) Valorar todos los componentes de la marcha; 4) Observar
la marcha nuevamente teniendo en cuenta las características de las quejas del
anciano respecto de su marcha. El objetivo es determinar tantos factores
potencialmente perturbadores como sea posible. Se pueden hacer también tests
para evaluar la capacidad cognitiva del anciano como el Mini-examen del estado
mental de Folstein para descartar trastornos cognitivos frontales como causa de
los trastornos de la marcha. Un examen rutinario lo puede llevar a cabo
cualquier cuidador experimentado mientras que un especialista solo será
necesario en caso de trastornos más complejos.
Para valorar la marcha se requiere de un
camino o pasillo recto sin distracciones y un cronómetro o reloj para marcar el
tiempo. También una cinta métrica y una escuadra o regla en T para medir la
longitud del tranco. La cinética del movimiento, en cambio, sólo puede ser
llevada a cabo en un laboratorio con videocámaras. El adulto mayor debe estar
cómodo, usando en lo posible pantalones o faldas cortos para poder observar las
rodillas. Se le deberá informar que serán necesarias varias observaciones y que
cuando esté cansado podrá descansar tantas veces como lo necesite. Los aparatos
de ayuda proveen de estabilidad pero también afectan la marcha.
El uso de andadores a menudo produce una
postura en flexión y una marcha discontinua, particularmente si el andador no
tiene ruedas. Si no hay riesgo de caídas el observador le podrá pedir al adulto
mayor que camine sin aparatos, mientras permanece cerca del mismo. Si el
anciano usa un bastón, el observador puede acompañar al adulto mayor del lado
del bastón, o tomarlo del brazo y caminar junto a él.
El equilibrio:
Se dice que está perturbado si el anciano es
incapaz de permanecer parado en tándem o parado sobre una sola pierna por menos
de 5 segundos. La fuerza o potencia de los músculos proximales es evaluada
haciendo que el anciano se levante de una silla sin usar sus brazos para apoyarse.
La velocidad de la
marcha:
Se mide con un reloj o cronómetro. Primero se
marca una distancia fija (más o menos 6 a 8 metros ). La velocidad de la marcha en
ancianos normales y saludables oscila entre en 1 metro por segundo.
La cadencia:
Se mide en pasos / minuto. La cadencia varía
según la longitud del paso, desde 90 pasos por minuto para un anciano alto
hasta 125 pasos por minuto en un anciano petiso.
La longitud del paso:
Es la distancia que existe entre un taconeo y
el siguiente y puede ser medida u observada. Debido a que la gente más petisa
da pasos más cortos y el tamaño del pie está directamente relacionado con la
altura de la persona, la forma más fácil de medir la longitud del paso o pedada
es medir o calcular la longitud del pie del anciano. Una longitud de paso
normal es equivalente a tres veces la longitud del pie. La ecuación siguiente
permite calcular la longitud promedio del paso o pedada.
longitud del paso en cm = 10 x velocidad x cadencia (pasos/ minuto)
|
La altura del paso o
pedada:
Puede ser evaluada observando el balanceo del
pie. Si éste último llegara a tocar el piso el anciano puede tropezar. Algunos
ancianos con miedo de caerse o con una marcha cautelosa pueden llegar a
deslizar su pie sobre el piso para evitar levantar los pies y no caerse.
El ritmo:
Si el ritmo de la marcha es asimétrico puede
detectarse haciendo que el observador se susurre:
"tam...tam...tam..." a sí mismo cada vez que el pie del anciano toque
el piso. Algunos observadores tienen un mejor oído que ojo para el ritmo.
Prevención y
tratamiento:
Aunque no ha habido estudios a gran escala que
demuestren en forma convincente el efecto que sobre la independencia y la
marcha puede llegar a tener el incremento de la actividad física, sí hay
evidencia de que los mayores niveles de actividad física ayudan a mantener la
movilidad aún en ancianos con enfermedad. El caminar puede llegar a ser el
entrenamiento más importante. La importancia del descondicionamiento y los
efectos de la inactividad no pueden ser desconocidos. Un programa de marcha
regular de 30 minutos por día es la mejor actividad para mantener la movilidad.
Se debe recomendar la caminata por senderos seguros (ojo con los baches de la
calle). Se le recomendará al anciano que aumente la velocidad de la marcha y la
duración a lo largo de 4 meses. También se pueden incluir en la prevención los
ejercicios de estiramiento, entrenamiento de resistencia y ejercicios de
equilibrio para mantener o aumentar la excursión articular, la potencia
muscular y el control motor. Los efectos psicológicos (sí, psicológicos)
positivos son difíciles de medir pero son igualmente importantes.
Aunque llegar a determinar porqué la marcha es
anormal es importante, las intervenciones para alterar la marcha no siempre
están indicadas. Una marcha lenta antiestética y anormal puede permitir a la
persona anciana caminar con seguridad y sin necesidad de asistencia. En cambio
las personas ancianas frágiles con problemas de movilidad pueden alcanzar
modestos beneficios con programas de ejercitación.
En las personas con artritis disminuir el
dolor de rodilla puede mejorar la marcha haciendo ejercicios regularmente o
caminando todos los días una distancia determinada. Los ejercicios de
resistencia permiten mejorar la fuerza muscular especialmente en personas
ancianas debilitadas o frágiles. Un programa de ejercicios regular con dos o
tres sesiones semanales da buen resultado.
Los ejercicios de resistencia consisten en 3
series de 8 a
14 repeticiones durante cada serie. La carga se aumenta cada semana o hasta que
se alcanza una meseta de resistencia. Las prensas de pierna entrenan los
grandes grupos musculares de la pierna al mismo tiempo que proveen sostén a la
pelvis y a la espalda durante el levantamiento del peso.
También se pueden hacer estos ejercicios en el
hogar mediante elementos caseros. Por ejemplo levantarse de la silla usando
chalecos de peso o muñequeras con arena atadas a las muñecas pueden ser
alternativas, regulando de este modo el peso desde pocos gramos hasta mayores
pesos dependiendo de la resistencia y entrenamiento del anciano. Se debe evitar
el riesgo de daño lumbar a la espalda por una lordosis lumbar excesiva. Subir
escaleras (o aparatos de step) con los mismos pesos
también son útiles.
La flexión plantar del tobillo se puede hacer
usando tobilleras con peso o rellenas con arena. Usar máquinas extensoras de
rodillas o bien atar bolsas de arena a los tobillos permite fortalecer los
músculos cuadriceps. El peso habitual de comienzo para personas muy frágiles es
de medio a 1 kg .
y se va aumentando progresivamente a lo largo de 4 semanas más o menos, o hasta
que el anciano alcance su meseta de resistencia.
El entrenamiento también permite beneficiar a
ancianos con trastornos del equilibrio. Primero se enseñan una buena postura de
parado y balance estático (mantener el equilibrio sin moverse del lugar);
después se les enseña a tomar conciencia de la localización de los puntos de
presión en la planta del pie y cómo esta localización va cambiando a medida que
el pie se desliza lentamente. Después se practican el inclinarse hacia
adelante, hacia atrás (contra la pared) y hacia los costados. El objetivo es
permanecer parado sobre una sola pierna por lo menos durante 10 segundos.
Los ejercicios de equilibrio dinámico en cambio incluyen movimientos
lentos estando de pie, movimientos simples de tai-chi, caminar en tándem (es
decir caminar tocando con la punta del pie que va detrás el talón del pie que
va delante), dar giros, dar pequeñas embestidas con el pie hacia adelante, como
si fueran estocadas con el pie, y pequeños movimientos de danza. El
entrenamiento del equilibrio multi-componentes es quizás el más efectivo para
mejorar el equilibrio.
Aparatos de ayuda pueden llegar a mantener la movilidad y calidad de vida
del anciano. Sin embargo se deben aprender nuevas estrategias motoras. Los
bastones son muy útiles para los dolores de rodilla o caderas ocasionados por
artritis. Los bastones especialmente los de cuatro patas, pueden ayudar a
estabilizar al anciano. Se usan generalmente en el lado opuesto al de la
rodilla o cadera dolorosa.
Generalmente los ancianos usan los mangos de los bastones muy largos. Si
el bastón es muy largo, se puede cortar si es de madera o bien ajustarse a una
altura menor si es con extremo ajustable con tornillos. Para alcanzar el máximo
apoyo el anciano debe flexionar su codo 20 a 30 ° cuando sostiene el bastón. Los
andadores pueden llegar a reducir la fuerza y el dolor en las articulaciones
con artritis más que un bastón, asumiendo que el hombro y brazos tengan una
fuerza normal.
Los andadores proveen una buena estabilidad lateral y protección moderada
contra caídas hacia adelante pero previenen poco y nada las caídas hacia atrás,
para los ancianos que tienen problemas de estabilidad. Los andadores de cuatro
ruedas con ruedas más grandes y frenos aumentan la eficiencia de la marcha pero
proveen menos estabilidad lateral. Pueden contar con la ventaja de agregarles
un pequeño asiento para que el anciano pueda descansar si está muy fatigado
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