El
concepto de alienación en Marx está tomado de la filosofía de Hegel y
Rosseau.
Para Hegel, la autoconciencia se aliena cuando se antepone a sí misma como
objeto, produciéndose un extrañamiento. Sin embargo, Marx le da un nuevo
sentido al concepto de alienación, aplicándolo al hombre concreto que vive en
una situación histórica concreta.
Para Marx en la sociedad capitalista se produce una desposesión del objeto o
producto del trabajo de tal manera que el obrero o proletario (sujeto activo-productivo)
no es dueño del producto de su trabajo, sino que éste se le expropia por parte
del capitalista, produciéndose un extrañamiento o alienación. El trabajador,
considerado como una mera fuerza de trabajo que participa en el mercado, no se
reconoce propietario del producto de su trabajo; y este producto no se
considera como el objeto de la transformación del obrero sino como una mera
mercancía.
Alienación respecto del objeto del trabajo
El trabajo produce objetos, se
objetiva. Desde el punto de vista del trabajador, esos objetos le son extraños
(no le pertenecen) y hostiles, en cuanto lo dominan y lo esclavizan; la
creación del trabajador se le enfrenta como un poder independiente. Cuanto más
pone de sí el trabajador sobre su objeto, con menos se queda; por eso dice Marx
que la realización del trabajo aparece como desrealización del trabajador.
Alienación respecto de la actividad: el trabajo como tormento
No sólo el objeto de su trabajo,
sino el trabajo mismo, la propia actividad, le resulta ajena al trabajador.
Porque en vez de ser un acto de afirmación de su carácter humano, de libre
desarrollo de las potencias físicas y espirituales, el trabajo deviene una carga, una tortura, un simple medio para
satisfacer necesidades materiales, una actividad forzada bajo la coacción del
hambre La enajenación del trabajo
convierte la acción humana en una tarea animal, y separa las funciones animales
de lo que tienen de humano, haciendo de esa pura animalidad el fin último de la
existencia humana: “.
Alienación respecto de la vida genérica
Para Marx, la vida genérica del
hombre se manifiesta en la actividad mediante la cual se apropia de la
naturaleza, haciendo de ella su “cuerpo inorgánico”, el objeto y el instrumento
de su actividad vital, su “producción práctica de un mundo objetivo”. A
diferencia del animal, que sólo produce bajo el influjo del instinto y obligado
por la necesidad, el hombre “produce incluso libre de la necesidad física y
sólo produce realmente liberado de ella”.
Pero el trabajador, bajo el régimen del trabajo enajenado, no puede ver
su actividad como manifestación de la esencia de su especie, como la libre
producción social del mundo humano, sino sólo como un medio individual para la
mera satisfacción de sus necesidades privadas. Al volverse extraña al hombre su
actividad como especie, desaparece la especie y sólo queda el individuo.
Alienación respecto del otro: el semejante como enemigo
Esta no es sino otra forma que adquiere
la alienación del trabajador como ser
universal, ya que, como afirma Marx, “el individuo es el ser social”.
Pero este ser social está limitado, mutilado, oculto bajo relaciones sociales
que, lejos de potenciar la cooperación de los hombres en la producción de su
mundo, los enfrenta y los transforma en extraños y hasta hostiles uno para el
otro . Así como la creación devora a
su creador, la mercancía al trabajador, el prójimo, el semejante, pasa a ser
para cada individuo una cosa, un medio; las relaciones entre cosas se vuelven antropomórficas,
y las relaciones humanas se cosifican. La
alienación en Marx es un concepto que se opone al concepto de naturaleza
humana: el hombre está alienado porque está desnaturalizado.
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