La Fetichización de la mercancía
es la materialización de las relaciones de producción inherentes a la economía
mercantil basada en la propiedad privada sobre los medios de producción.
Esta materialización posee un carácter objetivo. Los nexos sociales
entre los productores privados únicamente se manifiestan en el mercado, en el proceso del cambio de sus mercancías.
Nadie controla ni regula conscientemente estos nexos, que se desarrollan
espontáneamente. Las relaciones entre los productores aparecen como relaciones
entre los productos del trabajo humano.
Esta forma específica de la expresión de las relaciones sociales se halla
condicionada por el peculiar carácter social del trabajo que produce mercancías.
En la producción mercantil basada en la propiedad privada, los frutos del
trabajo son productos de trabajos privados independientes entre si. Al mismo
tiempo, entre los productores privados existe una estrecha conexión y
dependencia recíproca basada en la división social del trabajo. El trabajo de
cada productor de mercancías representa una partícula del trabajo social
global, mas este carácter social de su trabajo únicamente se pone de manifiesto
en el mercado, donde el productor
comprueba si su mercancía es necesaria y por ende, si es necesario su trabajo
para la sociedad. Resulta, pues, que toda mercancía, para obtener un
reconocimiento social, ha de ser equiparada a otra mercancía por ejemplo al oro
con el que ha de ser cambiable en una determinada proporción. Subjetivamente,
los productores de mercancías ven dicha materialización de las relaciones de
producción como una facultad misteriosa e independiente de ellos mismos que
posee una cosa de cambiarse por otras en unas determinadas relaciones
cuantitativas
El carácter misterioso de la forma
mercancía estriba en que proyecta ante los
hombres el carácter social del trabajo de estos, como si fuese un carácter
material de los productos de su trabajo. Las relaciones entre los productores
cobran la forma de relación social entre los propios productos de su trabajo
Los economistas han
descubierto lo que se esconde detrás del valor pero no se han preguntado porque
este contenido reviste aquella forma, porque el trabajo toma cuerpo en el
valor, y la medida del trabajo según su tiempo de duración se traduce en
magnitud de valor producto del trabajo, formula que lleva estampado su estigma
de formula de un régimen de sociedad donde el regimen de producción manda sobre
el hombre, pero la conciencia burguesa lo considera como algo lógico y
evidente”
“La determinación de
la magnitud de valor por el tiempo de trabajo socialmente necesario es el
secreto que se esconde detrás de los valores relativos de las mercancías”
Los trabajos privados que se realizan independientemente los unos de los otros,
aunque guarden relacion de interdependencia, como eslabones de la división del
trabajo, pueden reducirse constamente a su grado de proporción social, porque
en las proporciones fortuitas y sin cesar oscilantes de cambio de sus productos
se impone como ley natural reguladora el tiempo de trabajo socialmente
necesario para su producción
Para esta sociedad de productores de mercancías el regimen
de producción social consiste en comportarse frente a sus productos como
mercancias, es decir como valores, y relacionan sus trabajos privados revestidos
de esta forma material, como modalidades del mismo trabajo humano.
EL ESPEJISMO DEL CAPITALISMO
Marx nos dice que, si la riqueza de las sociedades en las
que domina el modo de producción capitalista se presenta bajo la forma de un
"cúmulo de mercancías", es conveniente ocuparse de la mercancía antes de encontrarla en el
mercado, pues allí se ocultan las relaciones que atraviesan a la mercancía y
que, precisamente la definen como tal.
¿Qué es la mercancía? Es un objeto exterior que en virtud de
sus propiedades satisface necesidades humanas, por lo tanto es útil, posee un
valor de uso. Este valor de uso se hace efectivo en el uso o en el consumo y
siempre debe ser social, útil para otros. Estos valores de uso son el contenido material de la riqueza y en el modo de producción capitalista, son
portadores materiales de valor de cambio.
El valor de cambio se presenta como una relación
cuantitativa, surge del intercambio entre valores de uso cualitativamente
diferentes. El intercambio de
mercancías expresa que hay algo que permanece inalterable, y que es común a los
distintos valores de cambio. Para llegar a ese algo común, se debe
abstraer el valor de uso de la mercancía (ya que es la abstracción lo que
caracteriza el proceso del trabajo humano. Al abstraer las propiedades
sensibles, concretas de ese trabajo, sólo queda trabajo abstractamente humano, trabajo humano indiferenciado. Sólo
queda el gasto de fuerza de trabajo humana. Entonces lo común que se manifiesta
en el intercambio de las mercancías, es su valor como materialización de trabajo humano
abstracto: sólo por él un valor de uso posee valor.
Habiendo encontrado lo que determina el valor en una
mercancía, sabemos cómo medir su magnitud por la cantidad de trabajo contenida
en ella, esta cantidad la medimos por su duración en el tiempo. Entonces, es el tiempo de trabajo socialmente necesario
para la producción de un valor de uso lo que determina la magnitud de su valor.
Este tiempo de trabajo varía con todo cambio en la fuerza productiva de
trabajo. Entonces, para que una cosa sea mercancía tiene que ser un valor de
uso social (producir valores de uso para otros) y debe transferirse a través
del intercambio.
El
mismo proceso de abstracción que se realiza con la mercancía, Marx lo realiza
para dilucidar la naturaleza del trabajo.
Asó, por un lado, tenemos trabajo concreto orientado a un fin que produce
valores de uso y, por el otro, gasto de fuerza de trabajo humana abstracta que
produce valor. No se debe perder de vista el carácter social permanente de este
trabajo abstracto, que
justamente produce valor porque ha sido
homogeneizado, organizado socialmente.
En cuanto al dinero: Un poseedor de mercancías accede al
mercado porque su propia mercancía carece de valor de uso para él. Solo posee
valor de uso para otros .A través del
proceso histórico de extensión y universalización del intercambio (la
repetición constante que hace de él un proceso social regular), proceso que
consolida estas relaciones sociales se
crea la necesidad de encontrar un equivalente general socialmente reconocido a
todas las mercancías.
La forma de equivalente general
quedará adherida a una clase particular de mercancías: el dinero. La
cristalización de la forma dinero consolida la antítesis entre valor de uso y
valor. Es el dinero la expresión de esa antítesis que
oculta la doble transformación: los productos del trabajo en mercancía, y las
mercancías en dinero. Así las mercancías adoptan o se presentan como
cosas exteriores y con vida propias, separadas de los hombres. La expresión más
acabada de este ocultamiento la realiza el dinero, ya que el carácter
específicamente social de los trabajos privados se manifiestan en el
intercambio.
La transformación del dinero en capital se producirá cuando
el poseedor de dinero compra la mercancía fuerza de trabajo, cuyo valor de uso,
tiene la propiedad de ser fuente de valor, de crear valor.
El capitalista produce valores de uso solo porque son
portadores de valor. Pero no solo quiere
producir valor, sino plusvalor. El valor de una mercancía está determinado por
el tiempo socialmente necesario para su producción. El capitalista
compra el uso de una jornada de
trabajo, donde el valor creado supera el valor diario de la fuerza de trabajo.
O sea el que crea el valor y el plusvalor es el trabajador. Se añade un plusvalor
y el dinero se transforma en capital.
El proceso de valorización no es otra cosa que la
prolongación del proceso de formación de valor; el plusvalor surge como un
excedente cuantitativo de trabajo solo por haberse prolongado la duración del
proceso de trabajo.
La transformación del dinero en capital está mediada por la
circulación en tanto es en ella donde se compra la fuerza de trabajo, pero no
ocurre en ella porque el proceso de valorización tiene
lugar en la esfera de la producción. El plusvalor no se produce en la esfera de
la circulación sino que se realiza en ella porque es el lugar donde se encuentran
y relacionan los poseedores de distintas mercancías. En la esfera de la producción se "produce", en la esfera de la
circulación se "realiza", relacionándose en una el capital/trabajo
asalariado y en otra propietarios de distintas mercancías. Así, esta relación
se nos presenta como la ficción jurídica donde propietarios libres y
jurídicamente iguales intercambian distintas mercancías. Si se visualiza
solo la esfera de la circulación, queda oculta la relación de explotación que
enfrenta al capital/trabajo asalariado. La compra y la venta de fuerza
de trabajo se presenta como intercambio de equivalentes: el salario de un
obrero aparece como precio del trabajo, y no como valor de la fuerza de
trabajo, encubriendo la división de la jornada de trabajo en trabajo necesario
y plustrabajo y la apropiación gratuita
de este por parte del capitalismo. Esta ilusión de equivalencia, donde los
individuos son igualados socialmente, no sólo encubre la relación real, sino
que refuerza la conciencia de "libertad e igualdad" de los sujetos
del intercambio.
Las condiciones históricas de existencia del capital surgen
cuando el poseedor de medios de subsistencia y de medios de producción
encuentra en el mercado al trabajador despojado como vendedor de su fuerza de
trabajo.
El proceso histórico muestra la separación del hombre de sus
condiciones objetivas de existencia, la escisión de la unidad originaria
hombre-naturaleza.
El desarrollo de una fuerza material va a separar la unidad
originaria, entendiendo al individuo como lo indivisible: objetividad y
subjetividad. Un grupo se apropia de las condiciones objetivas de otro,
relacionando a un sujeto dominador con un sujeto productivo. La dominación va
cobrando formas particulares en el proceso de escisión, que también es un
proceso de enfrentamientos.
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